HOLGUÍN..–Con pocos días de por medio, el Teatro Lírico Rodrigo Prats se planteó la osadía de pasar de la puesta de la zarzuela La verbena de la paloma a la de la ópera Eugenio Oneguin, sobre la base de la novela homónima en verso del poeta ruso Alexander Pushkin.
Si la primera obra podría parecer más cómoda para el público seguidor, pues es parte de las sólidas huellas de la cultura española en nuestra espiritualidad, y el conjunto ha cultivado el género con mayor frecuencia; la segunda abrió incógnitas, entre ellas las que se derivan de asumirla con un elenco mayormente joven, sin el fogueo en escena del que 11 años atrás interpretó Cavalleria Rusticana; a lo que se sumaba la duda de si sería capaz o no de adentrarse en lo que se define como «el alma rusa».
La puesta en escena, el pasado domingo, dejó la más grata impresión. La apasionada y competente directora del Rodrigo Prats, la soprano Liudmila Pérez, estaba segura de que saldrían airosos, por la profesionalidad y el desvelo del director de la puesta, Helson Hernández; el respeto de los artistas a ese título que se inscribe en las tradiciones románticas del teatro, y porque media el lenguaje universal de la música, en este caso del gran Tchaikovsky, de cuyo nacimiento se cumplen 185 años en 2025.
«Contamos con artistas jóvenes fabulosos, que han crecido en escena con todas las herramientas para la interpretación. Isabel Torres y Carlos Manuel González asumen los papeles de Tatiana y Oneguin, respectivamente», había comentado a Granma, días atrás; ocasión en la que afirmó que ambos intérpretes son fruto de la enseñanza artística holguinera, de nivel medio, y de la filial provincial del Instituto Superior de Arte.
«Por primera vez estamos lanzando al Grupo Artístico del Teatro Lírico como base del coro. A los jóvenes hay que forjarlos en el escenario. En general perseguimos convertir la puesta en un ejercicio académico creativo», dijo.
El constante y agotador trabajo preparatorio se había manifestado en el dominio de la fonética del idioma ruso, desafío vencido gracias a la colaboración de la profesora Natalia Prónina (integrante de la comunidad rusoparlante holguinera), quien junto a la directora del coro, Damara Hernández, ha corregido con exquisitez a los intérpretes, hasta lograr la pronunciación correcta verso a verso, sin descuidar los compases musicales.
Vestuario y escenografía en general estuvieron a un nivel alto, sobre todo al tener en cuenta que emplearon hábil y creativamente todo lo material acumulado en el teatro.
A Eugenio Oneguin, una vez incluida en el repertorio del Rodrigo Prats, habrá que valorarla como componente de ese inagotable interés del elenco por armar programas con presentaciones difíciles y atractivas, capaces de mantener seguidores, sumar nuevos públicos y, sobre todo, brindar arte genuino.
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