Exactamente seis meses después de su estreno en la Sala Avellaneda, del Teatro Nacional, el monumental Teatro Heredia, de Santiago de Cuba, acogió la gala por el aniversario 30 del debut profesional de la primera bailarina y directora general Viengsay Valdés, el 14 de marzo último.
El espectáculo, con concepto y dirección artística de la maître Svetlana Ballester, fue todo un acontecimiento en su única presentación en La Habana. Y así mismo ocurrió en Santiago de Cuba.
Al compás de Mi ayer, la hermosa canción de Ñico Rojas, con arreglos de la maestra Idalgel Marquetti, interpretada al piano por la también directora de orquesta, y la violinista Alianne Ramos, Viengsay Valdés aparece en la sala. Un seguidor nos anuncia la presencia de la artista en la platea. El público la reconoce y la recibe con una ovación sin límites... Y es que Santiago de Cuba ama al Ballet Nacional de Cuba (BNC) y, de manera especial, a Viengsay Valdés.
Una proyección nos recuerda el año del debut profesional y el de las «bodas de perla» de ese suceso (1994–2024). Viengsay sube al escenario, donde están ubicadas unas barras –elemento imprescindible en el entrenamiento diario del bailarín de ballet– ejercita su cuerpo y, de repente, desde lo alto, descienden tutús y otros trajes de algunos –solo algunos– de los personajes y obras que ha asumido en estas más de tres décadas de constante entrega. Viengsay interactúa con el vestuario y evoca a Diana, a Carmen, a Lucía Jerez, a Odette y a Odile, a Swanilda, a Giselle...
Así comienza la gala que bien podría denominarse como su primer momento: Mi vida... el Ballet, una coreografía de Svetlana Ballester que incluye, además de la canción del compositor y guitarrista cubano, la Barcarola (Junio), de Las estaciones, de Piotr Ilich Chaikovsky, también en arreglo de la maestra Marquetti.
A lo largo de la gala, la actual directora general del BNC protagonizó varios ballets de su repertorio: entre ellos, el célebre Adagio de la rosa, del primer acto de La bella durmiente del bosque, en versión coreográfica de Alicia Alonso, sobre la original de Marius Petipa, ocasión que le permite lucir sus famosos «equilibrios» («balances» en el argot balletístico cubano), uno de los elementes distintivos de su baile, acompañada por los primeros bailarines Dani Hernández y Ányelo Montero y los jovencísimos Alejandro Alderete y Bertho Rivero.
Tras un breve intermedio, llegó uno de los momentos más esperados de la tarde: selecciones de los actos primero y tercero de Don Quijote, en versión coreográfica de Svetlana Ballester, a partir de la puesta en escena de Alicia Alonso, Marta García y María Elena Llorente, sobre la original de Marius Petipa y la versión de Alexander Gorsky.
Don Quijote es uno de los ballets más significativos de nuestra artista. Lo ha bailado –¡y ha sido aclamada!– en el mundo entero, y con él ha recibido algunas de sus más importantes críticas.
Luego de otros momentos, la Valdés aparece en escena. El Teatro Heredia, completamente de pie, la ovaciona. La artista llama a toda la compañía, que la aplaude y agradece. En resumen: otra noche de triunfo para la bailarina cubana y otro momento inolvidable de arte danzario para los santiagueros.
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