«José Lezama Lima ha sido un reto para mí desde la temprana juventud, cuando a los 20 años leí Paradiso, enredado en su magia tan difícil para tal edad. Conocí al maestro en su casa de Trocadero, en el año 1972, acompañado por mis colegas en la Universidad de La Habana, Jesús Barquet y Heriberto Pagés.
«El desciframiento de su compleja obra me ha costado muchas décadas de lectura incansable, análisis, estudios de bibliografía pasiva, referencias constantes, al grado de que Lezama se convirtió en una suerte de acompañante en mi vida, alejado yo en mis escrituras de su estilo, pero no de su influencia».
Virgilio López Lemus (Sancti Spíritus, 1946) ha sumado –a la alegría de que se le dedicase la 33 edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana–, el Premio Alejo Carpentier 2025, en el género de ensayo. Sobre El archipiélago Lezama. El ensayo dionisíaco de José Lezama Lima, accedió gentilmente a conversar con Granma.
Es este el segundo tomo sobre su estudio global de la obra del gran poeta cubano; con el anterior, Obertura para Oppiano. La narrativa y la poesía de José Lezama Lima obtuvo el Premio Uneac de Ensayo de 2020 y el Premio de la Crítica de 2023. Ahora se trata de un estudio de toda la labor ensayística y crítica de Lezama, la parte de su trabajo menos abordada por la investigación literaria.
Interrogado sobre la complejidad de este autor, y sobre posibles claves para abordarlo, afirma: «Impone una lectura sistemática y conocedora, una inmersión, para nada fácil. Si se desea un gran goce estético, Lezama abre sus páginas escritas a una aprehensión fabulosa, más que a la simple contradicción entre el entiendo/no lo entiendo.
«Creo que existen “poetas de poetas”, y Lezama es uno de ellos. Como él decía, hay el día y la noche, claridad y oscuridad; hay el texto para ser asimilado por la entera comprensión y lo hay para ganar esa asimilación por medio de la aprehensión y el fogonazo de lo misterioso.
«A los jóvenes lectores que ya han incursionado con respeto en tan magna obra, les diría que mejor comiencen por los ensayos, pero hay que acumular lecturas de fuentes para lograr asimilar a Lezama con la dignidad que su magnitud artística merece».
Virgilio cree que Lezama es una asignatura de por vida, «un jardín en espera de nuevos cultivos», a quien le corresponde «el sitial más alto en la cadena literaria», junto a Martí y a Cervantes. «Allí al lado de Vallejo y de Neruda y de Antonio Machado y de Quevedo. A la vera de Carpentier y de García Márquez y de Octavio Paz y de Borges, y Juan Rulfo...».
Y a la par de otros muchos grandes nombres, nos lo presenta «escuchando un buen danzón mientras se fuma un tabaco en la eternidad, sentado al lado de los ángeles. Abrazado para siempre a Oppiano Licario, que fue su propio Cide Hamete Benengueli. Nunca molestado por el Ángel de la Jiribilla, que más bien le hará cuentos fabulosos sobre la Cuba de hoy y de mañana».
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