Lágrimas y aplausos, sentimientos encontrados con un sui géneris acompañamiento trovadoresco: «Eduardo Sosa Laurencio es mi compay eterno», dijo con emoción José Raúl Cabrera, quien fue su compañero de estudios en el entonces Instituto Superior Pedagógico Frank País y que estuvo «minuto a minuto, como toda Cuba, pendiente de su estado de salud, a los esfuerzos del equipo médico del hospital guantanamero y del especial seguimiento de nuestras autoridades». Las cenizas del excelso trovador llegaron este miércoles a Mayarí Arriba, cabecera del municipio de Segundo Frente, donde está Tumba Siete, de donde es oriundo. La muchedumbre tararea sus composiciones y su hermano Cándido, y otros familiares y amigos, lo acompañan, «porque Sosa está ahora junto a Pepe Sánchez y Miguel Matamoros», aseguró a Granma el periodista cultural Miguel Ángel Gaínza.
En la Ciudad Héroe –precisamente en la Casa de la Trova Miguel Matamoros–, se le prepara otro homenaje; allí está, de alguna manera, la Patria toda; anécdotas se escuchan por doquier: «¿quién en Santiago no se sabe una canción suya o lo vio en el Festival Pepe Sánchez?», refirió Damaris Reyes Mestre. «Nos conocimos hace 40 años en la Vocacional, donde toda una generación aprendió a vivir y a crecer. El paso de los años no melló el espíritu de familia que creció en nosotros y aún se mantiene. Fuiste un símbolo para este grupo porque fuimos de los privilegiados con tu música antes de que Cuba toda te conociera», reveló Víctor Hugo Leyva Sojo, presidente de la UPEC en la provincia.
Autoridades políticas y gubernamentales, artistas, intelectuales y su pueblo le muestran sus más profundos y nobles afectos. En las redes sociales también se gesta la premisa martiana de que «honrar honra», y su sencillez campechana, su guitarra –cual amiga inseparable–, y su raigal compromiso con Cuba le abren el paso para en, Santa Ifigenia, acompañar de manera sempiterna a los grandes de la trova.


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