La tintorería ubicada en Acosta, entre Habana y Compostela, de la que era dueño su padre, fue el primer «tablado» en el que el niño José Antonio Tenreiro Gómez daría rienda suelta a sus sueños de cantante. Los empleados, a espaldas del dueño, le pedían que cantara para escuchar aquella voz singular, que entonaba boleros de moda, y no tardaría en conquistar los escenarios de verdad, en los que lo aplaudirían varias generaciones de coterráneos, y de diversas partes del mundo.
Tenía 12 años cuando en el otrora Teatro Nacional ganó dos concursos con los temas María la O y Rosa la China, de Ernesto Lecuona. La Corte Suprema del Arte, espacio de la CMQ Radio que a tantos grandes diera a conocer, fue otro de los sitios en que resultó ganador con Cuando te acuerdes de mí, un bolero de Julio Brito. Contaba entonces con 17 y faltaba poco para que la Universidad lo acogiera en sus listados.
Saber que la orquesta Sevilla Biltmore necesitaba un cantante le cambió los planes; ante las pruebas, pasa la varilla, pero «José Antonio Tenreiro», dicho así, no sonaba bien; era preciso atemperar el apelativo y, entre recomendaciones y aciertos, que en principio no aprobó su padre, nacía Tito Gómez, ese nombre con que entró aquel talentoso joven a hacer carrera musical para formar parte, después y para siempre, de la cultura musical cubana.
Contratado para actuar en el Hotel Nacional, viajará con la orquesta a Puerto Rico para promocionarlo; y, sin abandonar sus presentaciones en el preciado recinto, acepta cantar con la Orquesta Riverside, fundada en La Habana, en 1938, bajo el formato de jazz band, que se presentaba en el cabaré Montmartre. Sería cantante de la Riverside por más de 30 años.
Se hizo célebre aquel joven fino, de aspecto hermoso, que entonaba con soltura guarachas, chachachás, congas y boleros. Con la Riverside recorrió varios países. Después lo acogería la Orquesta Jorrín, dirigida por el creador del chachachá, Enrique Jorrín, y en la que crecería, aún más, su ya ganada gloria.
Unas 600 composiciones serían interpretadas a lo largo de su carrera por Tito Gómez, y todas perfectamente defendidas, pero ninguna le tributaría al exquisito cantante un éxito más sonado que aquella a la que llamó su compañera de viaje inevitable, su Vereda tropical. La historia tras la canción es conocida.
Resulta que el compositor mexicano Gonzalo Curiel oyó, por medio de un disco, a Tito, y quiso que cantara su Vereda tropical, que ya otros buenos artistas habían interpretado. Sin mucho entusiasmo, debido a que consideraba que ya el número era demasiado conocido, Tito lo incorporó, en arreglo de chachachá y como relleno, a un fonograma que estaba grabando.
El éxito fue rotundo. Desde entonces, en el corazón de todo el que alguna vez lo escuchó cantarla, Tito va por su vereda, sonriente y diáfano, como su cristalina voz.










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Aris dijo:
1
30 de enero de 2025
09:44:00
Jorge luis dijo:
2
30 de enero de 2025
20:36:03
Juan Enrique Deus Rentería dijo:
3
1 de febrero de 2025
03:56:24
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