Después de varios días fuera de Facebook, ya entiendo por qué tantos buenos amigos desde fuera de Cuba o con VPN, me alertaban: «No entres, no te hará bien».
Ya me di mi buen baño de odios ajenos. Odios inducidos o renacidos. Impostados, miméticos o genuinos. Pero odios, al fin y al cabo.
Debería estar acostumbrado, pero siempre me entristecen los insultos y las rabias de los demás. Y no tanto por mí, se los juro, sino porque quisiera, de todo corazón, poder curar y hacer sentir alegría, amor, algo de paz. ¿Paz? No, la paz que se quería era la de los «corredores humanitarios», que es la antesala de la paz de los sepulcros y las fosas comunes.
Las manifestaciones de desacuerdo y descontento (a las cuales debe tener derecho cualquier ciudadano) eran convocadas en medio del pico pandémico. Lo cual me pereció insensato entonces y me parecerá terrible mañana.
Cuál es mi pecado:
Decir lo que pienso honestamente, como siempre. Entender que al pueblo lo salva el pueblo. Y que, a la angustia pandémica, no se le debe imponer la angustia de la inseguridad social. Creer que el bloqueo no impone un daño colateral, sino esencial (y en era de pandemia, genocida) a mis hermanos.
¿Otros artistas tienen otro punto de vista? Es su derecho. Lógico que puedo estar equivocado en mis pareceres.
Aceptaré el veredicto de la historia. Los demás corren el mismo riesgo. No importará ni la elocuencia de los solistas ni la estridencia del coro.
A Giordano Bruno por predicar que el universo era infinito, que no tenía un único centro y estaba lleno de mundos como el nuestro le quemaron ante cientos de personas, con tribunal y juicio.
Si estoy equivocado, no soy nada más que un simple cantautor. Al menos salí a la calle a vivir lo que sucediera. No a pulsaciones virtuales desde el teléfono.
No quiero el halago fácil de nadie. Prefiero que mañana haya menos contagiados. No me importa si mañana están llenos los conciertos.
Prefiero que vuelvan a estar llenas las escuelas. No me importan miles de likes o dislike robóticos u orgánicos. Prefiero que un niño o una sola niña entienda Patakí de Libertad como un canto contra el racismo o Dijo el Diablo, como una metáfora de respeto al que piensa, siente o actúa diferente.
Gracias a los que se suman a ayudar en estos días contra la pandemia.
Mi corazón para los que construyen la paz y el entendimiento entre los cubanos y los humanos todos.
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ricardo dijo:
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16 de julio de 2021
11:06:04
nuria Respondió:
20 de julio de 2021
12:03:14
Tomas Elias Ramirez dijo:
2
16 de julio de 2021
11:15:08
orlando blanco mustelier dijo:
3
16 de julio de 2021
11:26:15
Lord dijo:
4
16 de julio de 2021
11:58:45
Yolanda dijo:
5
16 de julio de 2021
12:16:15
Rosa dijo:
6
16 de julio de 2021
13:41:10
elliott dijo:
7
16 de julio de 2021
14:19:06
Waldo Luciano dijo:
8
16 de julio de 2021
14:20:41
Lurdes dijo:
9
16 de julio de 2021
16:56:13
Yane dijo:
10
16 de julio de 2021
18:09:27
Marta dijo:
11
17 de julio de 2021
08:20:48
R PONS dijo:
12
18 de julio de 2021
23:31:03
Yasser dijo:
13
20 de julio de 2021
01:18:27
Desde Puerto Padre Las Tunas dijo:
14
20 de julio de 2021
10:40:43
Madelaine Rodríguez Piedra dijo:
15
20 de julio de 2021
13:26:25
Inés María Pérez Lara dijo:
16
20 de julio de 2021
23:03:05
Violeta Morales Diaz dijo:
17
21 de julio de 2021
08:14:27
eeah dijo:
18
21 de julio de 2021
08:34:31
Nim dijo:
19
21 de julio de 2021
10:54:22
Gonzalo González Valdés dijo:
20
22 de julio de 2021
20:18:27
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