ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Solo la luz es comparable a mi felicidad, se titula la edición francesa de los diarios de campaña de Martí. Foto: Portada del libro

No es la primera vez que el traductor Jacques-François Bonaldi pone a disposición del lector francés la palabra extraordinaria de José Martí. Las cartas escritas por el Apóstol a su amigo Manuel Mercado –un corpus de confesiones y juicios que solo se ofrecen a los que resultan muy cercanos– y las crónicas acerca de la Conferencia Internacional Americana de 1889, en las que el autor denuncia el afán expansionista del Imperialismo para con la región, corrieron ya esa suerte, antes de que sucediera lo mismo con los diarios de Montecristi a Cabo Haitiano y de Cabo Haitiano a Dos Ríos, que han visto la luz en ese idioma recientemente.
Mucha razón le asiste al doctor Pedro Pablo Rodríguez, prologuista del texto, cuando al referirse al especialista asegura que «Bonaldi no se limita a una excelente traducción que sabe conservar aspectos tan difíciles y peculiares como los rasgos estilísticos y la riqueza idiomática de Martí, sino que ofrece además gran cantidad de informaciones y análisis que contribuyen de modo notable a hacer comprensible esos diarios del Maestro para quien no dispone de un buen conocimiento de su autor y de su contexto».
Incansable estudioso de la obra martiana, Bonaldi tituló la magnífica entrega con una de las más bellas expresiones escritas por el gestor de la Revolución del 95 al llegar a Cuba: «Solo la luz es comparable a mi felicidad». A propósito de esta entrega, Bonaldi –con más de 50 años radicado en la Isla, y desde mucho antes, vinculado con la cultura de América Latina– accedió a conversar con Granma:  
–¿Cómo se convirtió en un estudioso de la obra de Martí?
–Fue un proceso, por así decirlo, casi natural. Si uno está en Cuba, tiene «forzosamente» que leer a Martí, máxime si trabaja como traductor y, entre sus funciones, está la de traducir año tras año a Fidel y los documentos del gobierno. Por otra parte, leer a Martí cuando uno ha tenido alguno atisbo de poeta y novelista, es caer «hechizado» ante un prodigioso escritor. De allí al deseo de conocerlo en profundidad, el tramo es corto. Así que fui descubriendo al escritor y al pensador, y lo sigo descubriendo día tras día.
«Sentí la necesidad profunda de hacer conocer a Martí en mi lengua materna, en la cual su presencia es verdaderamente muy escasa, y tenía dos caminos: escribir sobre él o traducirlo. Escribir, ya muchos y talentosos cubanos lo habían hecho, y muy bien, y lo siguen haciendo. Entonces, ¿para qué duplicar lo ya hecho? Pero esos cubanos, por muy talentosos que fuesen, en cambio, no podían hacer lo que sí estaba entre mis capacidades: traducir a Martí. Dicho sea de paso, esperé unos veinte años porque antes no me sentía capaz de hacerlo bien.
«El año 1995 marcó otro hito: escribí una obra de teatro sobre Martí, De Amor me muero, lo que me obligó a buscar fuentes y documentos en el Centro de Estudios Martianos, donde me acogió un hombre excepcionalmente abierto y bondadoso, Pedro Pablo Rodríguez. Mi mujer, Doris Gutiérrez, actriz del entonces Teatro Estudio, hizo de dicha obra una “lectura dramatizada” con los actores del grupo. A los compañeros del Centro de Estudios Martianos no les pareció tan mal… Si recuerdo bien, también hicimos dos emisiones de radio, una con José Massip.
«Eso fue el punto de partida de mi participación paulatina en la Edición Crítica de las Obras Completas, una tarea colosal que emprendió en el año 2000 y sigue haciendo, aunque con escasos recursos, el Centro de Estudios Martianos, bajo la responsabilidad de Pedro Pablo Rodríguez. Ser colaborador de la Edición Crítica desde más de veinte años es una de mis mayores honras y dichas».
–Usted ya ha traducido a Martí.
–Publiqué en 2004 en París las 141 cartas de Martí a Manuel Mercado, con un título sacado de la última línea que escribió en vida: Il est des affections d’une pudeur si délicate…Hay afectos de tan delicada modestia. Pero no fue solo la traducción; logré ponerle fecha a buena cantidad de cartas que no las tenía y reubicarlas cronológicamente. Las cartas a Mercado fueron presentadas en París, en la Maison de l’Amérique latine, por Paul Estrade, el más erudito martiano de Francia.
«En cuanto a mi segunda traducción, los Diarios de Campaña, acaba de salir en Montreal, y no ha tenido aún ninguna presentación. Esta época de pandemia impide que la tenga por el momento, aunque el editor tiene en mente una presentación por videoconferencia. Paul Estrade, de nuevo, desearía lanzarlo en Francia, pero estima que no se podrá hacer antes del otoño».
–Usted, además de traducir, incorpora notas al pie y otros apuntes
–La razón de ser de mis notas está en dar la mayor cantidad de información posible para facilitar la comprensión por un lector extranjero de una realidad compleja y lejana en el tiempo y la geografía. Un sencillo ejemplo: si uno no sabe lo que pasó en la Guerra de Diez Años y desconoce lo que fue el meollo del fracaso del 78, es decir la incapacidad de los insurrectos en lograr un “avenencia”, un modus vivendi, por así decirlo, entre poder civil y poder militar, le costará trabajo entender algunos pasajes del Diario, o de las cartas a diferentes corresponsales. Mis notas deben ayudarle en ese camino. Y podría citar varios ejemplos similares.
«El título puede asombrar. En Cuba se conocen estos escritos sencillamente como Diarios de Campaña, y no hace falta más nada. Pero, afuera, es, digamos, un poco corto. En este caso, como para mi otra traducción, traté de encontrar uno que expresara la quintaesencia del texto. Es verdad que Solo la luz es comparable a mi felicidad no está sacado de los diarios mismos, sino de una carta de Martí a Carmita y sus hijos, fechada del 16 de abril de 1895, apenas cinco días tras su desembarco en Cuba. Como lo escribo en mi Introducción, Martí, el hombre atenazado durante toda su vida por diferentes enfermedades y achaques, al pisar nuevamente tierra cubana se “transfigura”: ¡se acabaron las dolencias! Salvo un furúnculo, en ningún momento Martí habla de un sufrimiento corporal. Incluso se asombra con Carmita, el 28 de abril de 1895: “…para mí, que no estuve más sano nunca.” Y los recios mambís que los rodean se dan cuenta de ello, al punto que Máximo Gómez escribe en su Diario: “Nos admiramos, los viejos guerreros acostumbrados a estas rudezas, de la resistencia de Martí, que nos acompaña sin flojeras de ninguna especie, por estas escarpadísimas montañas.” Flojera, ¡ni que flojera, si Martí ya es otro hombre! Mi título trata de decir de entrada esa “transfiguración”».
–¿Podría hablarse de un disfrute al hacer este trabajo?
–Por supuesto. Traducir a uno de los mayores escritores de lengua española es un goce absoluto. En el caso de los Diarios, es tanto más interesante cuando uno tiene que lidiar con un Martí cuyo estilo difiere totalmente de lo que era el suyo y es tan inconfundible. Ya no es el mismo Martí que escribe. Como lo digo en mi Introducción: “Si alguien quisiera comprobar cuan inmenso era Martí como escritor, le bastaría con leer algunos retratos sobre personas corrientes encontradas en su camino, que traza con toques de pluma, cual pintor con su pincel.  / De hecho, el que descubrimos en estas páginas es literalmente un Martí diferente, y no solo en materia de estilo. Pero, en eso último, sí, la ruptura salta a la vista. Ya no más de las frases torrentosas (…) que caracterizan su prosa periodística o sus grandes textos políticos – su barroquismo antillano, por así llamarlo, según una teoría a la moda –; estas dan lugar –debido a las circunstancias– a la condensación, al resumen, a lo conciso, al no dicho….
«Pero, a decir verdad, lo más complicado, incluso lo más agotador son las notas, que normalmente me toman mucho más tiempo que la traducción en sí y exigen horas y días de búsqueda en libros y en Internet. Pero, lo mismo que la traducción, ofrecen sus recompensas, una de las más gratificantes de las cuales es el descubrimiento de un dato hasta entonces escondido. Por ejemplo, lograr desvelar cuál es el «petit libre», «el segundo prontuario científico de Paul Bert» que Martí lleva en su bolsillo en Haití y del cual habla luego en una carta a María Mantilla… O quién es el autor de libro anónimo, Les Mères chrétiennes des contemporains illustres, que Martí analiza durante varias páginas cuando está escondido en Cabo Haitiano, en casa de Dellundé… O descubrir, pero demasiado tarde como para incluirlo en el libro, cuál es el probable libro que Martí describe como “un Goethe en francés”».
–¿Cómo se siente al haber contribuido con su trabajo a la difusión de la obra martiana?
–Me siento feliz, pero me sentiré mucho más colmado cuando los miles de páginas de Martí que tengo traducidos y anotados se editen en Cuba.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.