La triste noticia del fallecimiento, el pasado lunes 3 de agosto, de Ivan A. Schulman obliga a quienes le conocimos a compartir algunas ideas y sentimientos, en espera del estudio amplio y detallado acerca de su labor profesoral y como investigador de las letras hispanoamericanas.
Discípulo de Manuel Pedro González, aquel español impulsor de los estudios de la literatura de Nuestra América, y que fuera su tutor para la tesis de doctorado en la Universidad de California (UCLA), desde aquel estudio para ese grado, Schulman quedó enamorado para siempre de la obra y las ideas de José Martí, lo cual motivó su primera estancia de estudios en Cuba en plena juventud. Con una impresionante carrera en los ámbitos académicos, Martí no solo fue el centro de sus empeños como scholar, sino que, como suele sucedernos a todos, el Maestro se convirtió en una fuerza moral que guió su conducta. No por gusto más de una vez afirmó que había necesidad de hacer conocer el pensamiento del cubano universal en su país, para así confrontar al creciente deterioro moral que él apreciaba allí.
Fue un entusiasta difusor de las ideas martianas, lo mismo en las aulas universitarias que en sus libros y artículos. Más de uno de los estudiosos de Martí de los últimos 40 años en Estados Unidos recibieron su estímulo, su consejo, su guía académica. Fue, sin duda, el más destacado de su país en el campo de los estudios martianos.
Impartió clases de lengua y literatura hispánicas en muchas universidades estadounidenses, de Río de Janeiro y Buenos Aires. Sus estancias más extensas fueron en la Universidad de la Florida, donde dirigió su Centro de Estudios Latinoamericanos, la Universidad Internacional de la Florida, y la de Illinois en Urbana-Champaigne, que lo declaró Profesor Emérito.
Su relación con nuestro país y los académicos cubanos fue constante, cálida y favorecedora del intercambio por encima de las medidas del bloqueo de los gobiernos norteños. Propició con sistematicidad la presencia de estudiosos de la Isla en universidades y congresos científicos en territorio estadounidense. Supo mantener esa digna postura, a pesar de ataques y medidas en su contra en más de un caso.
El Centro de Estudios Martianos le entregó su distinción «Pensar es servir» y el Ministerio de Cultura la nombrada «Por la Cultura Nacional». La Universidad de La Habana le otorgó la condición de Profesor de Honor y en Venezuela recibió la Orden Andrés Bello. Además de numerosos artículos en libros y revistas académicas, publicó 14 libros, la mayoría de temática martiana. Varios de ellos son inexcusables en la bibliografía fundamental sobre Martí.
Para los investigadores del Centro de Estudios Martianos fue un compañero más que aportó opiniones, escritos suyos y de otros, felicitaciones por nuestros logros y premios. Por eso, a pesar de que sabemos que no lo veremos más físicamente ni que recibiremos nuevos textos suyos, Ivan Schulman seguirá a nuestro lado en la hermosa y necesaria tarea de difundir las ideas martianas para un mundo mejor.












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