ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Eduardo Heras León, premio nacional de Literatura 2014. Foto: Juvenal Balán

Hablar con Eduardo Heras León es ir al encuentro de un hombre sencillo, pero a la vez muy respetable. Suele mostrarse cordial ante las entrevistas, pues siendo periodista –además de escritor y maestro– comprende los avatares y las exigencias de la profesión, por lo que «por regla general» es indulgente y las ofrece «de buen gusto».

La generosidad del Chino Heras –Premio Nacional de Literatura y autor al que se le dedica la 28 Feria Internacional del Libro– no quita que al
concedernos una parte considerable de su tiempo nos pida que el cuestionario no sea demasiado extenso; sin embargo, nos cuesta cumplir su petición en tanto el chance se convierte en una experiencia reconfortante y placentera, de la que se sale admirándolo más y subrayando preceptos suyos de los que se deben asumir como normas del espíritu.
Ligado a la literatura, en especial al cuento, Heras parece haber nacido para escribir; sin embargo, en su hacer no está solo la factura propia, sino también la noble disposición de enseñar. Se le recuerda hace casi dos décadas, en aquella iniciativa dentro del programa de la Batalla de ideas, cuando apareció en la Televisión Cubana el curso Universidad para todos.

–¿Qué le dejó aquella experiencia televisiva?

–Fue una verdadera aventura, una aventura apasionada, porque carecíamos de experiencia en el medio televisivo y porque apenas teníamos condiciones para llevarla a feliz término. Era una transmisión en vivo, pues no había videotape, la hicimos en un estudio improvisado que no tenía ni reloj, nos levantábamos a las 4 de la mañana, pues había que estar antes de las 6:00 a.m. en el canal para revisar el guion de cada clase junto con el director y hacer los ajustes necesarios, pues no siempre se conseguían los materiales sobre todo audiovisuales, fragmentos de filmes, entrevistas, en fin, era casi como lanzarse a un abismo sin fondo.

–El Centro Onelio que fundó hace 20 años, ¿guarda relación con aquellas experiencias docentes?

–El Centro Onelio guarda una estrecha relación con el proyecto Universidad para todos. Te diría que el Seminario de Técnicas Narrativas está en el centro mismo de esa idea de Fidel,  que tuvo su origen en una conversación que tuvimos en un Consejo Nacional de la Uneac en octubre de 1999, donde le expliqué los resultados del primer curso del Centro y él  se entusiasmó con la idea, que evidentemente ya estaba germinando en él. De tal forma que en julio de 2000 me planteó la tarea de impartir ese seminario, que se hizo realidad en octubre de ese mismo año. Y él nos otorgó el altísimo honor de inaugurar Universidad para todos con nuestro seminario.

–¿Qué trascendencia tiene el Centro para sus gestores? ¿Cómo los gratifican a ustedes los que hasta allí llegan para recibir clases?

–El Centro ha sido parte esencial de nuestras vidas desde hace 20 años; a él le hemos dedicado nuestros mejores esfuerzos y en él volcamos nuestra vocación de maestros. Por el Centro han pasado más de mil alumnos y a ellos les entregamos no solo el tiempo, sino también la obra que  dejamos de escribir nosotros.

A cambio hemos recibido no solo el agradecimiento por lo que les aportamos, sino también la obra que han creado. Siempre lo he dicho: los libros que dejamos de escribir son los libros que escriben ellos. De nuestro Centro muchos se han convertido en notables escritores. Y los que no llegaron a serlo, son editores, asesores, promotores, pero sobre todo, mejores seres humanos.

–Un colega escribió que si algo ha caracterizado la literatura  suya ha sido la sinceridad. ¿Se puede ser escritor de espaldas a la franqueza?

–Tal vez los haya. En mi caso no es así. Siempre seguí a Martí cuando decía que para ser original había que ser sincero. Y esa es para mí una divisa. Por supuesto que a veces, ser sincero es «ejercicio de brava disciplina» como decía Villena, y ese ejercicio cuesta sudor y también lágrimas.

–¿Qué otras actitudes le han permitido andar erguido por los años?

–Sobre todo, la lealtad a los principios, costase lo que costase.

–El escritor escribe, dicen unos que para sí mismo, otros que para los demás. En su caso, ¿para qué y para quién escribe?

–Escribo, sin duda, para los demás, porque creo en esa cualidad de la literatura, como dice Vargas Llosa, de construir una vida paralela, hecha de palabras e imágenes, «donde ir a refugiarnos para escapar de los desastres y limitaciones que a nuestra libertad y a nuestros sueños opone la vida tal como es.  

Además, no creo que uno escriba para sí, uno escribe para compartir esos sueños, para ayudar al hombre a ampliar sus horizontes y enriquecer su vida».

–Hay un realismo y un humor perfectamente combinados en  muchos de sus cuentos. Su cuaderno Dolce Vita es un ejemplo de ello. ¿Cómo se ejercita diariamente en la búsqueda de la palabra precisa a la hora de escribir?

–Creo que uno se ejercita mediante una doble operación: leyendo y escribiendo. La lectura enriquece tu lenguaje, tu cultura, e influye indiscutiblemente en lo que escribes. Lo demás es trabajo con las palabras, «trabajo de buey» como lo llamaba Babel. Y en cuanto al realismo y el humor, es cierto que soy un escritor realista, y dentro de ese realismo hay un espacio para el humor. En mi caso, yo no lo busco ni lo invento, sencillamente me lo pide el texto: a veces da buen resultado, a veces no. Lo que sí me aterra es querer emplear el humor a la fuerza: uno es un escritor, no un payaso. En el caso de Dolce vita, el personaje se me impuso y la angustia por las dificultades cotidianas, vino acompañada por un humor un tanto amargo, que yo no busqué conscientemente, sino que llegó y yo dejé que permaneciera en el cuento.

–¿Qué impacto tiene en usted saber que su obra será reeditada, releída, puesto que ahora, al dedicársele la Feria, obviamente su obra volverá a los estantes de las librerías? ¿Algún libro nuevo verá la luz?

–Sencillamente una gran felicidad. Mis libros estaban agotados hacía rato y volver a tenerlos ante mis ojos y ante los ojos de los lectores, y sobre todo jóvenes,  me colma de alegría. Aparecerán tres nuevos libros, aunque no de ficción: uno es El libro de los elogios, que es una selección de textos dedicados a homenajear a autores cubanos y algunos extranjeros; el segundo es El libro de las presentaciones, una selección de presentaciones de libros que he realizado en más de 40 años, y un tercer libro, idea de los compañeros de Ediciones La Luz, que es una selección de entrevistas que me han realizado tanto en Cuba como en el extranjero. Esos libros, además de reediciones de La guerra tuvo seis nombres, Los pasos en la hierba, los Cuentos completos, Desde la platea y Dolce vita.

–La Feria, en 2015, fue el escenario donde usted recibiera el Premio Nacional de Literatura, y hoy lo honra como escritor al que se le dedica. ¿Qué emociones lo embargan al saber que su persona y su obra tendrán espacios puntuales en una celebración como esta?

–La designación como autor homenajeado en la Feria me tomó por sorpresa. Tenía la vaga idea de que tal vez en algún momento recibiría una noticia así, pero te confieso que no lo esperaba. Por supuesto que ese homenaje me conmueve y me deja sin palabras. Espero que mi corazón resista tanta felicidad. ¿Y sabes algo?: pienso en mi padre y la promesa que le hice poco antes de morir, de escribir los libros que él no pudo escribir, y en mi madre, aquella increíble mujer de poca cultura, que nos enseñó en muchos sentidos a enfrentar la vida. Esos son mis personajes inolvidables.

–En aquella ocasión, los presentes –entre los que estaban sus   amigos y admiradores, y una buena representación de los alumnos que se han graduado en el Centro Onelio– escuchamos un discurso memorable donde usted encomiaba la búsqueda de la verdad y se colocaba en la llamada «generación de la lealtad». ¿Qué saldo deja en el hombre–escritor ir en busca siempre de la verdad?
–Ir siempre en busca de la verdad es ser honesto consigo mismo, afrontando los riesgos que eso conlleva.

– ¿Cómo valora la fidelidad a un principio asumido? ¿Dónde queda la incomprensión propia y la de los otros?

–Como único se debe: admirando e imitando a quien asume los principios. La incomprensión propia es la lucha que se entabla con uno mismo por superar nuestras imperfecciones; la de los otros… dejemos que sean ellos los que la definan.

Ya casi al final del intercambio, como quien se resiste a abandonar una oportunidad largamente esperada, pedimos a Heras nos respondiera brevemente otras cuestiones. Así nos dijo:

–Escritor, periodista, maestro. ¿En ese orden?

–No, en este: maestro, escritor, periodista.

–¿Su pasión mayor?

–La lectura.

–¿Lo que no puede dejar de hacer?

–Enseñar.

–¿A qué podría renunciar?

–A escribir ficción.

–En una nueva vida, ¿qué le gustaría ser?  

–Pianista.

–¿El dolor que más respeta?  

–La pérdida de los padres.

–¿Lo que más lo enorgullece?

–Haber cumplido la promesa que le hice a mi padre.

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vasilymp dijo:

1

6 de febrero de 2019

08:37:32


Hermosa entrevista. haber sido uno de sus alumnos de ese primer curso del Taller en el 1998, fue todo un suceso en mí, y un giro de 90 grados en mi vida como escritor. Gracias a Eduardo Heras soy el narrador que aún sigo siendo. Muy buena entrevista.

Ileana Yarza dijo:

2

6 de febrero de 2019

09:54:37


Eduardo Heras es un orgullo cubano. Larga vida Maestro! ????

alexey dijo:

3

6 de febrero de 2019

11:44:23


siempre que se habla de el chino heras me acuerdo de pablo armando fernandes , por la similitud en las cosas que le sucedieron y jamas renunciaron,pablo armando decia, este olvido al que me han lanzado no es fruto de la revolucion y el chino obro de igual manera,muchas felicidades por este homenaje, bien merecido.

Maria de la Cruz dijo:

4

6 de febrero de 2019

13:02:50


"Honrar, honra", dijo nuestro Marti. Gracias por ser maestro de maestros. Magistral curso de Universidad para todos. Mis felicitaciones, maestro. Excelente entrevista!!!

Alién Acosta dijo:

5

7 de febrero de 2019

08:53:19


Impresionante. Sencillamente impresionante. Cada vez que escucho al profe Heras es como volver a tenerlo presente en las aulas del taller del Onelio. Jamás olvidaré el honor que sentí al recibir lecciones de alguien tan grande y a la vez tan sencillo. Palmas por el honor que se le ha concedido en esta Feria; lo tiene bien merecido

Danyer dijo:

6

7 de febrero de 2019

10:25:45


Conversar con el profe Heras en el marco del Onelio y fuera, siempre fue una experiencia increibe. No sé cómo se puede acumular tanta humildad y tanta grandeza en una sola persona. Abrazo profe desde Guantánamo.