CAMAGÜEY. —Bien lo auguró el presidente del comité organizador del XVII Festival Nacional de Teatro: no habrá lluvia, ni tempestades ni ciclones capaces de interrumpir una historia de 34 años escrita con el talento y la perseverancia de quienes en esta tierra apuestan cada día por salvar ese género ancestral.
«El teatro es un acto de fe, un acto de resistencia», aseguró Freddys Núñez Estenoz, persuadido hace ya mucho tiempo de la necesidad de renovación constante de la escena cubana, a partir de propuestas diversas que estén a tono, en tanto espejo de su tiempo, con los cambios que hoy mismo tienen lugar en el país.
No fue casual, por tanto, la manera en que cerrara las palabras inaugurales de la fiesta teatral: ¡Viva la tierra que produce la caña!, ¡Viva Cuba!, en clara alusión a las expresiones patrióticas que desataron, hará pronto 150 años, la represión de las fuerzas españolas contra los actores y el público en el teatro Villanueva.
Desde ese minuto, no ha habido descanso en los escenarios camagüeyanos: a estas alturas del Festival unas 15 agrupaciones, de las 31 invitadas a la cita, han presentado ya sus obras ante cientos de espectadores que cada mañana, tarde o noche se disputan las lunetas cual si fuera el más apetitoso de los regalos.

Mucho ha agradecido hasta ahora el público la posibilidad de participar, al término de las funciones, en el desmontaje de algunos de los principales espectáculos y en interacción con directores, dramaturgos y actores conocer las interioridades del hecho creativo e intercambiar criterios con los cuales enriquecer las obras.
Similar interés despierta el evento teórico del Festival, que tuvo como aperitivo la lectura dramatizada, a cargo de actores de Argos Teatro, del texto Sonia se fue, escrito por la cubanoamericana Melinda López y cuyo argumento se centra en la siniestra Operación Peter Pan que separó, entre 1960 y 1962, a más de 14 000 niños de sus padres.
En el Centro de Convenciones Santa Cecilia, la autora participó, junto a Alberto Sarraín y Lillian Manzor, en el panel Una isla, el teatro: 20 años de intercambio, excelente momento para pasar revista a dos décadas de colaboración entre creadores de Cuba y Estados Unidos para preservar y visibilizar al teatro cubano.
Otras muchas emociones y momentos de enriquecimiento espiritual esperan aún, hasta el día 14, a quienes, amén de tentadoras tecnologías y enmarañadas redes cibernéticas, prefieren el siempre cálido y enaltecedor ambiente de una sala teatral para conocer mejor a los seres humanos, sus conflictos y virtudes.


 
                        
                        
                        
                    







 
         
         
         
         
        

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