
Al principio no supe por qué mezclaban cuatro tramas en el mismo salón de conferencias: Rara (Chile, 2016, de Pepa San Martín) y La mujer del animal (Colombia, 2016, de Víctor Gaviria), unidas con La ciudad del futuro (Brasil, 2016, de Cláudio Marques, Marília Hughes) y Fin de semana (Argentina, 2016, de Moroco Colman) en el salón Baracoa del hotel Nacional, como parte del 38 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Sin querer jugar con el asunto de las mezclas y zonas comunes de estos filmes que hablan de la violencia, del amor, de marginalidades que apuntan a nuevas conformaciones sociales, debo decir algo que me resultó inquietante: aunque el drama de una adolescente de madre lesbiana —y su convivencia con la novia de la madre— son propios de una familia rara, de una niña rara, hay en la película de Moroco Colman, Fin de semana, más rareza aún.
Pero la rareza de esta última radica en la manera como se cuenta, pues partiendo de una necesidad de entender la sicología femenina, el autor se pregunta cómo contarla (desde la perspectiva masculina) de forma singular. La respuesta está en los planos, en la manera de construir la película, de tal suerte que, para algunos, entre las dos protagonistas que se presentan, existe una relación de madre e hija; para otros, se trata de dos hermanas. El director se permite explorar en las experiencias del público para que cada quien complete, con sentidos propios, los espacios en blanco de esa película, marcada por la comunicación disfuncional entre ambas mujeres.
La intención de quebrar leyes inmanentes a un orden social retrógrado, también parece unir a estos filmes. La sociedad patriarcal que aún no se convence del derecho de ser de las familias homoparentales —recreada en Rara a partir de una niña (los niños nacen sin prejuicios, según Pepa San Martín)— se entrecruza con una ciudad futura que enfrenta estructuras hetero-normativas.
Mila, personaje del filme brasileño —explican Cláudio Marques y Marília Hughes— representada por una actriz no profesional, «es una mujer distinta a las de su región, tiene una libertad sexual muy grande y escoge un padre para su hijo, pero no un marido». Hay una ruptura de las reglas, equiparable a la lucha de la (colombiana) mujer del animal, un sórdido narcotraficante que la ha raptado hacia un mundo donde la violencia de género es casi ley.
Sin embargo, a diferencia de los realizadores brasileños, el colombiano Víctor Gaviria ha optado en su obra por el testimonio. El asunto de Gaviria atraviesa la reconstrucción de un caso real; mientras que en la historia de Marília y Cláudio, el relato se inspira en la realidad, pero la recrea de una manera que pretende alejarse del naturalismo o el exceso de contextualización.
Después de oír a los cineastas disertar sobre cada una de las películas, salí del salón con la idea de que era preciso verlas (las cuatro) de manera consecutiva para entender, sobre todo, los contrastes y amalgamamientos de la feminidad en América Latina; para entender los roles contemporáneos de las mujeres del continente, a través de un cine comprometido.












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jose miguel garofalo dijo:
1
14 de diciembre de 2016
10:59:04
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