
CAMAGÜEY.— Recién cumplidos 43 años de ejercicio ininterrumpido sobre las tablas, siempre en defensa de la cultura popular tradicional, el maestro Reinaldo Echemendía Estrada no duda un segundo en referirse al Ballet Folclórico de Camagüey como el fruto más preciado de su prolífica creación artística.
«Ha sido el lugar, confiesa, que me ha permitido cumplir mis sueños de lo que quería ser, pero no sabía cómo; la oportunidad de convertir en arte las vivencias de haber nacido en la calle Bembeta, del barrio del Cristo, en el Camagüey legendario; la prueba, en fin, de lo que valen la constancia, la disciplina y el rigor».
Lo reconoce quien ha sabido conducir una compañía músico-danzaria profesional durante cinco lustros contra viento y marea, en medio de no pocas dificultades, sin perder jamás el rumbo concebido desde los días fundacionales, en septiembre de 1991, de ser fieles al rico acervo cultural de esta ciudad patrimonial.
—¿Hasta qué punto se siente satisfecho del desempeño de la agrupación en estos 25 años?
—Muy satisfecho. Cada vez que nos presentamos en cualquier lugar de Cuba o del mundo, una de las primeras cosas que aprecian el público y los especialistas es que en todo momento se respira una estricta disciplina escénica y de trabajo, sobre la base de ser críticos e hipercríticos con nosotros mismos.
«Ello está respaldado por un sistema bien montado de clases, de organización del estudio, de la preparación física y cultural de los artistas, y de la superación constante de sus principales baluartes para dar el ejemplo a las nuevas generaciones, las que deben formarse como personas integrales en todos los sentidos».
—¿Cuántos artistas integran hoy la compañía y qué obras conforman su repertorio actual?
—Somos 35 entre bailarines y músicos, para asumir un amplio y variado repertorio activo, que va desde su primera pieza, el clásico Cordoneros, o el espectáculo Bedoya soy hasta las más recientes, como Estudio Folclórico Uno, Habaneras, Contradanza, Kímbara y De La Habana vengo, a La Habana voy.
—¿Cómo han podido enfrentar en estos años el éxodo de artistas hacia otras agrupaciones dentro y fuera del país?
—La vida impone muchos retos, entre estos la inestabilidad profesional y el tránsito de la gente según sus intereses y expectativas, lo que nos ha obligado a resistir casi estoicamente para sostenernos como compañía profesional, algo que resulta en extremo difícil, sobre todo en el interior del país.
«Por suerte, hemos podido contar con varios fundadores que constituyen un ejemplo de dedicación del artista a su profesión por encima de dádivas y tentaciones, que no son pocas, como son los casos de las profesoras y primeras bailarinas Elsa María Avilés Carmenates y Janixe del Rosario Jiménez Sánchez».
—¿A qué se refiere cuando emplea el término de teatralización del folclor?
—Teatralizar no es edulcorar, sino escoger las partes que son posibles convertirse en arte y hacerles una puesta en escena. El folclor es espontáneo, mientras nosotros organizamos esa espontaneidad con un lenguaje técnico y escénico, es decir, lo que yo llamo el espectáculo total, que es poder integrar en una obra la música, la danza y el teatro.
«Nada de lo que hacemos es empírico. Todo está basado en estudios bien organizados, investigados, científicamente probados. Ello nos ha dado la posibilidad de consolidar una obra, bajo la perspectiva de hacer las cosas lo mejor posible, siempre comprometidos con la raíz. La gente se siente agradecida al devolverle su cotidianidad hecha arte».
—¿Qué otros elementos básicos distinguen al Ballet Folclórico de Camagüey?
—Esta es una compañía que se ha ganado un respeto dentro de la cultura popular tradicional y en el mundo de la danza y de la música, a partir de la calidad de sus propuestas, de su no tajante a ningún tipo de concesiones, del sacrificio que significa optar por la verdad, por lo positivo, por hacer arte digno.
«Otro elemento indispensable es que hemos bebido de lo mejor de la cultura camagüeyana, lo más elegante, de mayor alcance, de ese pensamiento y de ese estilo refinado de los genuinos baluartes de esta tierra en sus más de 500 años de existencia, es decir, hacemos folclor a la altura de su historia y cultura».
—¿Es esta, quizá, su mejor respuesta frente al «folclorismo»y a los estereotipos?
—Lo digo rápido: por eso no estamos en el turismo. No nos invitan. No vamos a Santa Lucía, a Cayo Coco, a ningún lugar.
Simplemente porque somos la verdad. La tendencia actual es promover el facilismo, la superficialidad, lo banal, lo que le interesa y le es más conveniente a determinado hotel.
«Nosotros no somos portadores naturales, pero sí hemos estudiado cuáles son los códigos del arte folclórico para presentarnos en escena. Pocos, por no decir que ninguno de los espectáculos que se presentan hoy a los turistas cumple tales códigos y eso, por tanto, nos deja fuera.
«Lo importante, el principal sentido de nuestros actos, es hacer arte folclórico con sus valores más autóctonos e identitarios por encima de cualquier obstáculo, firmemente convencidos, además, de que no hay nada auténtico sin dignidad. Por eso nos sentimos tan orgullosos de lo hecho en estos 25 años».












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Joaquín cossio dijo:
1
17 de septiembre de 2016
14:01:30
Diana de ACPCuba dijo:
2
18 de septiembre de 2016
05:49:03
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