ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Diana Rosa Suárez confiesa que le gusta ayudar a los demás. Foto: Juvenal Balán

Diana Rosa Suárez es una mujer bella. De he­cho, lo ha sido siempre. En plena Reforma Agraria, siendo muy joven, decidió ponerse a vender bo­nos. Arrasó. “Me coronaron reina en Lu­yanó”, re­cuerda. Luego, su parecido con Oda­lys Fuentes le abrió las puertas de la televisión. Hoy esta actriz, lo­cutora, animadora y declamadora es uno de los ros­tros más populares de la pequeña pantalla y una voz que cada noche, desde hace 30 años, nos hace reír en el programa radial Alegrías de sobremesa.

En su larga carrera —cuya cifra no revelaremos— ha descubierto que la realización está en otra parte. Basta solo con verla, intercambiar unas pocas palabras, para descubrir una criatura franca, de espíritu libre, llena de la más auténtica sensibilidad, esa capaz de hallar la felicidad en las cosas cotidianas.

De sus trabajos en la pantalla chica la recordamos en las telenovelas El año que viene, Rosas a crédito; en series como Día y noche, En silencio ha tenido que ser, Casos y cosas de casa; y hace apenas una semana acabamos de disfrutar su actuación en la telenovela La otra esquina, donde interpretó el papel de Sofía junto al entrañable Raúl Pomares.
Sus inicios, en cambio, fueron en el teatro. Con­taba solo con 15 años cuando entró en la Escuela Municipal de Arte Dramático, en 1961, y en ese entonces, quizá, no sospechaba que tiempo más tarde estaría interpretando grandes clásicos de la dramaturgia universal.

Desde aquellos primeros años ha llovido —co­mo suele decirse— bastante, tanto como para que una charla con esta mujer, que de no ser actriz, hubiese sido peluquera, pueda convertirse en toda una semblanza sobre su vida en el mundo de la actuación.

—La conocemos como actriz, locutora, presentadora y modelo, pero ¿es cierto que también fue maquillista?

—Sí. Cuando estaba estudiando en la Escuela de Arte Dramático, Ramón Valenzuela, que era nuestro profesor de maquillaje, seleccionó a la mejor alumna para un proyecto de teatro y tuve la suerte de ser yo. Entonces me mandaron para La Edad de Oro, en la sala Arlequín, que dirigía Ru­bén Vigón, allí comencé como maquillista y gané mi primer salario, que fueron 50 pesos.

“Por cierto, nunca fui modelo. El primer año de la Revolución fue el de la Reforma Agraria. En Luyanó —donde nací— se vendían unos bonos para cooperar y yo fui la que más papeletas vendió. Me coronaron reina de la Reforma Agraria de Luyanó, pero no Reina del Carnaval ni nada que se le pareciera”.

—¿Cómo llegó a formar parte del espacio la Novela de las Diez?

—Después de graduarme comencé a hacer teatro en la sala Idal, en la Arlequín, en el Payret, con distintas figuras. Un día, Enrique Almirante me avisó de una convocatoria para la Novela de las Diez y me dijo que estaban buscando a una muchacha que se pareciera físicamente a Odalys Fuentes, que iba a hacer de Cecilia Valdés. La audición era para el personaje de Adela, la hermana de Leonardo Gamboa, entonces fui y me aprendí la escena. Me la hacían repetir dos y tres veces ¡figúrate! era la primera vez que me paraba delante de una cámara.

“Al final, me quedé con el papel por el parecido físico que tenía con Odalys. Después, como se escribía el guion casi a diario, me enriquecieron mucho el personaje y ese fue mi primer trabajo.

“Estando en la Novela de las Diez me llamaron para protagonizar las aventuras La marca del Zorro, con Julito Martínez. La aventura fue un éxi­to rotundo, estuvo un año en pantalla, de lunes a viernes en vivo. Eso me dio una popularidad extraordinaria.

“En ese espacio se hicieron grandes novelas, que hoy ya no hacemos lamentablemente, igual que en el desaparecido Teatro ICRT. Ahí yo hice obras como Helena de Troya, Un tranvía llamado deseo y varias de Shakespeare, Chéjov. Era un espacio muy educativo adaptado a la televisión con grandes directores”.

—¿En Helena de Troya fue donde hizo el desnudo?

—No era yo, era un doble. En aquella época existían muchos prejuicios, yo tenía dos hijas y estaba casada, además no tenía carro. Entonces pensaba ‘cómo voy a enseñar los senos y después pararme en la esquina a esperar una gua­gua’…­ ¡qué va, me daba pena!

“En definitiva el resultado fue tonto porque para la gente era yo, pero bueno en mi conciencia estaba que no y en la de mi familia también, que era lo que me importaba”.

—En el caso de las aventuras, género en el que también figuró como estrella, ¿cómo era la experiencia de transmitirlas en vivo? ¿Qué cree que ha pasado con ese espacio?

—No sé por qué ya no se hacen aventuras. Antes las hacíamos con menos recursos, en un estudio, no se filmaba en exteriores y todo era en vivo. Cuando se te olvidaba algo había que improvisar y resolver en el momento. La televisión en vivo les dio a los actores experiencias y fue una escuela muy grande porque había que jugársela diariamente. Fuimos creciendo con ese tipo de trabajo.

“Ahora es diferente. Todo es grabado, lo cual da una tranquilidad muy grande al actor y también resultados mejores al público, pero ese sustico que te daba la televisión en vivo, que a uno le ponía el corazón a mil, era formidable, y ya no existe”.

—De todos los personajes que ha interpretado, ¿tiene preferencia por alguno en especial?

—El que interpreté en el Zorro fue el que más me marcó porque todavía me paro en el escenario y la gente recuerda los dúos que hacía con Julito; ese me dio la popularidad. Pero el personaje que más he amado fue la Fefita de El año que viene, de Héctor Quintero.

“Era un personaje tan bello, tan sencillo, una mujer que tenía muchos deseos de tener un hijo y nunca pudo. Al final Fefita se convierte en la Fefa de Contigo pan y cebolla, que es otro clásico del teatro cubano.

“Tuve el privilegio de trabajar con Héctor, era muy exigente, un dramaturgo muy bueno, brillante y un gran amigo mío, que Dios lo tenga en la gloria”.

—También trabajó en muchos programas humorísticos como Detrás de la Fachada, San Nicolás del Peladero, Donde hay hombres no hay fantasmas, ¿se considera humorista?

—Dentro del humor soy una segunda figura. No sé hacer chistes ni tengo gracia para eso, pero sí es muy importante esa figura en el humor porque le puede matar el chiste al otro actor. En el humor se deben tener el ritmo y la intención adecuados para que el que hace el chiste deje un buen resultado.

—Las jóvenes generaciones no la hemos visto en teatro, ¿piensa volver a las tablas? ¿y al cine?

—Hasta ahora no, a no ser que me llegue algo que me motive. En cine he hecho poco. Trabajé con Julio García Espinosa, con Humberto Solás y en algunas coproducciones. Hice un largometraje, La segunda hora de Esteban Zayas, con Mario Bal­­maseda y Llauradó. Fue una película muy mi­noritaria, aunque importante.

—Muchos dicen que la belleza es importante en su profesión. ¿Qué cualidades considera de­be tener una actriz?

—Lo primero es tener talento, sea fea, linda, joven o vieja y lo segundo, disciplina. Este es un trabajo que exige mucha disciplina, mucho tesón. Tiene que gustarte porque te pones en la piel de otra persona y debe parecer real..., eso es muy importante.

—Hace poco la vimos en la telenovela cubana, pero estuvo mucho tiempo fuera de pantalla. ¿Qué está haciendo actualmente?

—Sigo en Alegrías de sobremesa y en mi peña en el Delirio Habanero, los sábados. Ahí enseñamos el talento de muchísimas figuras jóvenes y otras que no lo son tanto. Me gusta ayudar a los jóvenes porque a mí me ayudaron también.
—Proyectos futuros.

—Lo que me ofrezcan, lo que la vida me depare. Quisiera seguir trabajando mientras tenga un poquito de memoria siempre y cuando me llegue algo que me interese. Ahora por ejemplo quisiera hacer un personaje que no tuviera nada que ver con Sofía. Me gusta hacer personajes que no tengan que ver con mi vida.

—Dicen quienes mejor la conocen que usted posee una gran sensibilidad. ¿Cuál es el rasgo principal de su carácter?

—Servir a los demás, me realizo ayudando a la gente. Yo perdí a mis dos hijas y eso es lo más duro que le pueda pasar a una madre, perdí a mi hermana que era médico y a mi mamá, me he quedado sola, nada más tengo dos nietos. Entonces me queda todavía fuerza para seguir ayudando a mis nietos y a quien lo necesite. Me siento bien sirviendo, me gusta, no me importa gastar mi tiempo haciendo un bien.

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mariela dijo:

21

12 de septiembre de 2017

20:27:29


DIANA ROSA SUAREZ ,ADEMAS DE UNA GRAN ACTRIZ ES UNA GERAN PERSONA,MUY HUMANA,UNA ANECDOTA;RECUERDO QUE UNA VEZ EN LA HABANA SE ME ROMPIO EL CARRO Y ELLA PARO EL SUYO ME LLEVO A BUSCAR UN MECANICO HASTA QUE SE ME SOLUCIONO EL PROBLEMA...UN GARN SER HUMANO...CONOCI A SUS HIJAS,NO SABIA QUE HABIAN MUERTO, SERIA UN ACCIDENTE?...LO SIENTO

pedro arturo dijo:

22

25 de enero de 2019

12:16:46


No porque sea mi prima la admiro. Nos criamos casi juntos y desde entonces ya sobresalía como una futura actriz. No dejo de admirarla en el Delirio Habanero donde, para desgracia mia cuando voy me pone a hacer algo

onilda dijo:

23

17 de septiembre de 2023

20:44:14


Excelente persona y gran artista. .....misv respetos para ella