En Cuba, las colas y los «coleros», revendedores y acaparadores, son un viejo mal. Han motivado su existencia el subdesarrollo, la crisis económica prolongada que el Gobierno reconoce que tenemos, y también la práctica de algunos de obtener dinero sin responsabilidades laborales. Sin embargo, nada justifica este fenómeno.
En mi casa, en mi familia, a todos nos ha tocado hacer colas alguna vez desde marzo de este 2020, excepto a mi pequeño Arielito, claro. Y eso que hemos enfrentado al duro las dificultades que ha presentado Tuenvio, con tal de no salir de casa.
Es sabido que las colas en Cuba, desde marzo –cuando se introdujo la pandemia en nuestro país–, son gigantescas, porque la crisis se ha agudizado debido a los efectos que ha provocado la covid-19 en el comercio internacional y por las consecuencias cada vez más fuertes del bloqueo que brutalmente nos ha impuesto Estados Unidos.
Pero, al principio, era posible al menos comprar... ya después se volvió casi imposible acceder a cualquier cosa, porque los «coleros» se adueñaron de las colas, e incluso comenzaron a organizarlas, porque el cliente más común no tenía tiempo (ni deseos de enfermarse) para acampar durante días en los alrededores de las principales tiendas de la ciudad.
Y no era solo porque sabían que, con el escenario complejizado con sus conductas abusivas, lograrían que alguien les pagara cien cuc en las colas de las tiendas en mlc para comprar splits, neveras u otro artículo, sino también porque conocían que, en medio de la urgencia colectiva, al menos alguito les caería en las colas del pollo, de los culeros, de los productos de aseo, y hasta en las que se hacen para recoger en las tiendas los productos comprados de manera virtual a través de Tuenvio...
Vaya, que de pronto, no fue solo la escasez lo que le hizo más dificil la vida a los cubanos, sino también esa reventa de turnos, o el acaparamiento de los «coleros»-revendedores que, contando con un equipo de gente para adquirir, acababan en un dos por tres con los productos más solicitados.
Luego, hasta pasaban por nuestras casas ofertándonos lo que necesitábamos, pero al triple o al cuádruple de su valor.
Yo he visto «coleros» y «coleras» blancos, negros, embarazadas y viejitos, y considero que ninguna de sus características los hacen defendibles ante lo que realizan, en tanto, con su acaparamiento, dañan las posibilidades del resto del pueblo para conseguir lo que urge.
En estos días sin ellos en las calles, conseguir productos ha sido más fácil. Y quien tenga dudas, que se ponga el nasobuco, coja su desinfectante y salga a «buscar lo que precise».
Quizá no encuentre lo que busca en las tiendas, pero al menos –como nos sucedió a nosotros en casa– no será el número 200 en una cola en la que, ahora, hicimos el 2.
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Emily dijo:
1
8 de agosto de 2020
03:04:40
Alexi Respondió:
9 de agosto de 2020
09:25:16
Diana Respondió:
13 de agosto de 2020
14:34:08
Pau dijo:
2
8 de agosto de 2020
08:06:32
LICF Respondió:
10 de agosto de 2020
12:04:15
Yo dijo:
3
9 de agosto de 2020
14:46:04
Eduardo Campos Reid dijo:
4
11 de agosto de 2020
00:02:41
Deysis Monzon Izquirdo dijo:
5
13 de agosto de 2020
08:54:57
risita Respondió:
14 de agosto de 2020
13:51:42
Deysis Monzon Izquirdo dijo:
6
13 de agosto de 2020
08:58:15
Maritza dijo:
7
14 de agosto de 2020
06:46:28
Zuzel Batista dijo:
8
14 de agosto de 2020
10:58:37
Laverdad Respondió:
8 de septiembre de 2020
08:46:37
Pedro Cruz Respondió:
8 de septiembre de 2020
10:43:55
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