TOKIO.-Para Juan Miguel Echevarría no había consuelo, él sabía desde su cuarto salto que no podía intentar ni el quinto ni el sexto. Un tirón de su bíceps femoral derecho se lo impedía. Pero la competencia transcurría, si bien con ese hálito de tensión y suspenso, por lo que pudieran hacer los demás para llegar a sus 8,41 metros y a los 8,21 de Maikel Massó, quien lastimado en su tercera llamada, tampoco podría defenderse, con pocos amagos a esas cotas.
Sin embargo, Miltiadis Tentoglou, tejió un puente con sus antepasados, pues el salto de longitud viene desde los Juegos Olímpicos Antiguos, en su primera edición en el año 778 a. C., y ratificó que sus 8,60 de la presente temporada lo hacían un rival de cuidado. Clavó sus pinchos en 8,41 y, con un mejor segundo salto, lo dejó en plata. El agramontino salió, emprendió una carrera hacia lo imposible, pero un nuevo latigazo, cual proyectil, lo derribó ante la tabla que comienza a medir el esfuerzo final.
«Me duele el alma, me duele la vida, más que la pierna. El sentimiento del revés me pesa más que lo que significa una medalla de plata en el mayor concierto del deporte mundial. Es que yo soñé este triunfo, vi a mi bandera allá arriba, donde nadie la puede tocar, y es muy duro tenerlo ahí y que se escapé en segundos».
Echevarría dijo que ante la imposibilidad de continuar, «conocíamos que Tentoglou era el de más fuerza para pasar esa cifra, pero él ha de saber que continuaremos compitiendo, esto no se acaba aquí».
Maikel Massó se subió al podio bajo los cinco aros, pero su rostro tampoco reflejaba alegría.
Iván Pedroso, el hoy entrenador de la campeona olímpica de triple salto Yulimar Rojas y monarca en Sidney-2000, haciéndole lo mismo que Tentoglou aquí, trató de consolar al camagüeyano; también se le acercaron el triplista francés Teddy Tamgho, la comisionada y oro olímpico, Yipsy Moreno, que pasó por eso muchas veces, pero él no encontraba sosiego.
Sin embargo, no dejemos de ver lo que aconteció en el estadio olímpico de Tokio como un acontecimiento mundial. No es para calmar a nadie, no lo está ningún cubano, sea aficionado, periodista, entrenador o deportista, pero ojo al dato: Cuba se convirtió en el cuarto país, en más de 125 años de historia olímpica moderna que ubica, en esta especialidad, a dos atletas en el podio. Estados Unidos lo ha hecho 17 veces, la RDA y Suecia una vez, y ahora la Mayor de las Antillas.
Una medalla que sabe a gloria
Como ocurre por estos días en la mayoría de los hogares cubanos, también la casa del hermano del atleta camagüeyano pareció esa noche una réplica en miniatura del estadio de Tokio, en el que todos, familiares, amigos y vecinos, saltaron, disfrutaron y sufrieron los avatares vividos en la exigente prueba atlética.
«Una presea de plata, –comentó su tío Alexis Moisés Alfonso– es un tremendo logro para un deportista tan joven como él, sobre todo si se tiene en cuenta que es su primera participación olímpica. Estoy seguro de que la vida le deparará muchos más éxitos, porque calidad tiene, y apenas comienza».
En ello coincidió Yaisel Nicolás Laflé, hermano de Juan Miguel: «Este segundo lugar en nada demerita su actuación en Tokio; al contrario, siempre estuvo cerca de lo más alto del podio, pero las cosas a veces no salen como uno las concibe».
Presente entre el «público» hogareño, el vecino Giordan Ben Sarduy se ofreció, igualmente, para exponer sus consideraciones: «No son muchos los que pueden darse el lujo de ser subcampeones olímpicos. Por tanto, estamos orgullosos con ese resultado, que habla, junto al bronce de Maikel Massó, de la buena salud del salto de longitud en Cuba».
Kelmis Alden Young Sotolongo dijo:
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5 de agosto de 2021
15:37:27
Mi corazón llora por tanta dedicación amor al deporte, cuando se ama tanto algo se quiere que sea perfecto, que salga excelente, nos tante uno que otro inconveniente pueden aplazar los deseos de lo que se quiere, pero solo eso, aplazar, ese amor y esa dedicación va hacer que tanto estos atletas cómo su entrenador que todavía deben estar sufriendo por este resbalón, salgan a flote, resbalón que los hará fuerte y lo llevará a la victoria deseada. Qué ya una medalla es una victoria., somos millones los deportistas que quisiéramos estar en unos merecidos Juegos Olímpicos, ese desconsuelo de ese muchacho es producto del amor que siente por su deporte