Rafa, el de siempre

Autor: Oscar Sánchez Serra, enviado especial Eduardo Palomares Calderón 27 de julio de 2021 13:07:55


El doble campeón mundial supo aprovechar una segunda oportunidad en estos Juegos.

tokio.–Para este 27 de julio no había otro punto en la agenda que no fuera el Makuhari Messe, sede del taekwondo de los xxxii Juegos Olímpicos. No importaba que fuera la instalación más alejada del centro de prensa, o que tuviéramos que pasar allí todo el día. Rafael Alba Castillo, el doble campeón del mundo, estaría compitiendo y la posibilidad real de abrir el medallero cubano nos convocaba.

Pasado el mediodía teníamos al de la Mayor de las Antillas delante, compungido, pidiéndole disculpas a su pueblo y a sus compañeros por no poder darles una presea. Apenas podía pronunciar dos palabras, se le veía totalmente agotado. El anunciado tifón, que ni se portó por acá, parecía estar dentro de él. Literalmente, el cielo se le pegó con la tierra en una descarga de frustración inconsolable.

Había perdido por 8-11 su pleito inicial ante el macedonio del Norte Dejan Georgievski, y no creía que este siguiera sin perder hasta la final, por lo cual se dio por eliminado y así se lo comentó a los periodistas que cubrían la escena. Pero aquel resistió, venció y se sentó en la disputa por la medalla de oro. Ya para ese momento, no quedaba un cronista cubano en el Makuhari Messe, porque la remota posibilidad tampoco la tuvimos en cuenta.

Ni modo, a regresar por el mismo objetivo con el que fuimos en la mañana. Entonces Cuba, viviendo sus madrugadas de feliz insomnio con los Juegos, y los informadores, vimos a otro Alba, más decidido, con mejor trabajo en la distancia, tácticamente seguro y combativo.

–¿Te habías eliminado tú mismo?

–No pensé que el macedonio llegara; gracias a él, a su buen trabajo, volví para esta muy merecida medalla de bronce.

–¿Cambiaron a Alba y pusieron a otro, al de siempre…?

–Le agradezco mucho a mi entrenador, René García, al doctor Pablo Castillo, quienes se convirtieron en sicólogos, y a mi mamá, que en las redes no dejó de apoyarme. Ellos obraron el milagro de traerme de vuelta, de regresar al Rafa de siempre. También ustedes, la prensa, que desde la mañana estuvieron apoyándome.

Seydi Gbane, de Costa de Marfil, había sacado de la lid al subcampeón olímpico de Río de Janeiro, el nigerino Abdoul Razak Alfaga. Enfrentando al marfileño recomenzó el cubano el camino hacia el podio, con un 8-2 que lo mostró inmenso y le abrió las puertas a la discusión del premio bronceado con el chino Hongyi Sun. Acertado plan táctico, celoso en el cuidado de la distancia y efectivo en el contragolpe, nunca estuvo debajo, pese a que no logró ventaja superior a tres puntos. Con la pizarra en 4-2 quiso marcar la diferencia y recibió las dos unidades que igualaron la justa hasta que, a falta de seis segundos, notó que su adversario estaba en los límites de la zona válida y se lanzó, con su pierna resentida por una lesión que venía de la aciaga mañana, en una andanada de patadas que sacó fuera del área al asiático, para que el caribeño inscribiera a su país en el medallero de Tokio-2020.

Cuba se convertía, de su mano, en la nación número 56 de las 205 participantes con presencia en las ceremonias de premiación.

CONTENTA LA MADRE DE «POCHO»

  Si bien la pandemia impidió repletar el pequeño apartamento, nadie durmió en el edificio 31 del reparto Rajayoga,  en la ciudad de Santiago de Cuba, donde reside Rafael Yunier Alba, «Pocho», un joven que se da a querer en el barrio.  

«Todavía estoy temblando», dijo a Granma Alina Castillo Duharte, profesora de la Universidad Militar Mayor General José Maceo, la madre del atleta, quien honrando el apellido que refleja la primera luz del amanecer, regaló a la afición cubana, y en especial a ella, la medalla de bronce que inscribió el nombre de Cuba en el medallero de Tokio-2020.

«Yo nunca veo sus combates y esta vez mucho menos, porque sabía que no estaba tan bien preparado como en otras ocasiones debido a la covid-19», nos dice la madre.

Respecto a la pelea, reconoce que «mucho le dolió esa derrota inicial, porque temía que se derrumbara su sueño de ganar una medalla olímpica, que era también el mío, pero me llamaron amigos y vecinos para darme ánimo, como el doctor Negrete, del equipo, y Manolito, quien fuera aquí su primer entrenador, lo que me llevó a confiar en su palabra de darlo todo por Cuba.

«Después del triunfo hablamos por teléfono, lo sentí muy contento, un resultado que me sacó las lágrimas de alegría y que tanto ha disfrutado nuestro pueblo».

REMAKE PERUANO NO FUE IGUAL PARA MAYLIN DEL TORO

No tenía la santiaguera Maylin del Toro una misión o pronóstico de medalla, pero ella irradia confianza, porque su ritmo de combate sobre el tatami siempre impresiona.

Así se le vio en su primera salida en el Nippon Budokan ante la siria Muna Dahouk, del equipo de atletas refugiados, a quien doblegó por Ippon a solo 38 segundos de iniciado el cotejo.

Comentó que esa porfía no era exigente, pero requería de mucha concentración, pues «un desliz aquí cuesta».

Sin embargo, al referirse a la segunda porfía, ante la venezolana Anriquelis Barrios, su postura fue otra.

«Será decisivo para entrar entre las ocho primeras», y agregó que era una especie de desquite, pues, aunque la venció en la final de los Panamericanos de Lima 2019, la había derrotado después.

El remake peruano tuvo un desenlace diferente, Barrios alcanzó, en poco más de tres minutos, una victoria inobjetable.

MARINA IGUAL QUE EN RÍO

En el Forum Internacional de esta urbe, la pesista cubana Marina Rodríguez igualó su actuación de hace cinco años, al concluir octava en los 64 kilogramos de la halterofilia, con alzadas que le dieron un total de 221 puntos.

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