TOKIO.-En unos Juegos Olímpicos las sensaciones son muchas, algunas de ellas, incluso, se superponen a las reales posibilidades de cara a la victoria. Es el momento más anhelado por un deportista, porque llegar a ellos significa la realización de todas sus aspiraciones, pero, una vez enrolados en sus lides, en no pocas ocasiones el sueño se transforma en pesadilla.
Como se trata de una competencia, nadie está preparado para ceder, aun cuando admita la calidad del adversario o su evidente superioridad. Es cierto que la máxima del restaurador de los Juegos en la era moderna, Pierre de Coubertin, de que lo importante es participar, preside la emulación pacífica en una lucha de contrarios, pero todos quieren más,«Me faltaron detalles, sé que esto es un aprendizaje más, pero me siento mal porque sé que puedo dar más. Estar aquí ya es un privilegio, el sueño de todo atleta, sin embargo, eso no es suficiente», repetía, una y otra vez, la tenista de mesa Daniela Fonseca mientras las lágrimas bañaban su rostro de 19 años que estaba cumpliendo, justamente, el pasado sábado, el día de su estreno bajo los cinco aros.
A ella no le importaba que su adversaria le doblara la edad y diez años más, ni que Jian Fang Lay-Hong, australiana nacida en Wenzhou, en China, debutó en Juegos Olímpicos, dos años antes de que ella naciera y que cubre aquí su sexta incursión en estas lides. Ella solo quería más.
Ludia Montero, la muchacha de Rio Cauto, en Granma, al igual que la matancera, se mostró algo inconforme, pese a registrar aquí la mejor actuación de una pesista cubana en la historia olímpica, con su sexto lugar en los 49 kilogramos. La hija de Noraimis Ramos y Omar Montero nos dijo: «hubiera querido alzar mi mejor marca y lograr un mejor resultado, pero un error técnico, cuando había cien kilos en la palanqueta, me privó de ir más allá».
Para Cuba el primer fin de semana de Tokio-2020, no preveía medalla alguna, ni siquiera que Montero avanzara tanto en el resultado final, pero si algo tienen los Juegos es que despiertan ese orgullo patrio, que no mide imposibles. Aquí no hay rival pequeño cuando la gloria de una delegación convoca, y es en ese momento que el cuerpo escucha todo lo que la mente dice para que lo volitivo supere a las cualidades físicas.
Estos escenarios, los más exigentes y retadores del mundo deportivo, no creen ni siquiera en los que llegan etiquetados como favoritos. Ya conocimos de la primera gran sorpresa, la derrota por 3-0 del hasta ahora invencible equipo de fútbol femenino de Estados Unidos, país que vio caer ayer a otro de sus símbolos, el quinteto de baloncesto, con todo su abolengo de NBA a cuestas, a manos de Francia; o al anfitrión Kohei Uchimura, monarca de Londes-2012 y Rio de Janeiro-2016, y seis veces campeón mundial, eliminado en la prueba que escogió para despedirse de los tapices, al caerse de la barra fija, en la justa de gimnasia.
Si bien los procesos de preparación estuvieron lastrados por el impacto de la COVID-19 en el planeta, tal pareciera que las ansias de volver a las canchas ha impulsado al movimiento deportivo y sacado de este un torrente de empeños en pos del triunfo que ha emparejado un tanto las fuerzas.
Hasta el momento, la Mayor de las Antillas ha visto a sus hijos en tiro, natación, voleibol de playa, gimnasia, tenis de mesa, ciclismo, remo y levantamiento de pesas. Para este lunes ya habrán visto en la madrugada a Magdiel Estrada, el primer judoca en competencia, en la división de los 73 kilogramos, a quien tampoco se le ven posibilidades de un premio; Milena Venegas volverá al canal de remo, ya con muy pocas oportunidades de estar en las finales A o B, y Elisbet Gamez, en el centro Acuático, brazadas mediantes, competirá en los 400 metros, estilo libre, y Luis Vega, en su mejor evento, los 200 mariposa, retorna a la alberca.
Es decir, no hay que impacientarse por la ausencia, hasta hoy, de las preseas, aun cuando mañana salga al tapiz del taekwondo una de las grandes oportunidades para inscribir a Cuba en el medallero de Tokio. La responsabilidad la volverá a tener el doble campeón mundial superpesado Rafael Alba.