Entre la tecnología, la limpieza y las megacifras en el orden social y económico, el que llega a Tokio no sale de su asombro, aun cuando haya visitado más de una vez esta ciudad superpoblada. La urbe que acogerá desde el viernes a los XXXII Juegos Olímpicos es la capital de un país, que, como Cuba, es un archipiélago, solo que la Mayor de las Antillas cabe tres veces en la superficie territorial nipona.
La casa de la familia olímpica es hospedada por la isla de Honshu, una de las cinco más importantes de las 6 852 que cubren la superficie del país. Su área metropolitana incluye a otras tres prefecturas, y en ella viven más de 37 millones de japoneses, convirtiéndose en la segunda mayor aglomeración urbana del mundo, detrás de la de Guangzhou, en China. En 2015 fue elegida como la ciudad más segura del orbe, por el periódico The Economist.
Tokio es el sitio de grandes transnacionales de la electrónica, como Sony, Toshiba e Itachi, y claro está, de la mayor empresa automotriz del orbe: Toyota. Sin embargo, algo que cautiva al visitante es su gestión en el transporte urbano, cuyo liderazgo se asienta en lo que se considera el mejor sistema ferroviario y de metro del planeta, con más de 70 líneas formando la red urbana más extensa del mundo, y la única totalmente automatizada. Tiene un volumen de viajes capaz de mover a 2 800 millones de usuarios anuales, según datos de los organizadores.
La tokiota es la economía metropolitana más grande del planeta. De acuerdo con un estudio de PricewaterhouseCoopers, el Área del Gran Tokio (Tokio + Yokohama) tenía un pib total de dos billones de dólares en 2012.
Con la mayor parte de su población budista, la urbanización tiene centenares de templos, aunque muchos de sus habitantes van a estos solo en ceremonias muy especiales, como bodas y funerales, pues prefieren practicar sus actos religiosos en casa.
Para la fiesta multideportiva, Tokio vestirá sus mejores galas, esas que no son otras que los asombrosos avances de la tecnología y la innovación. Por ejemplo, el idioma siempre es uno de los más grandes obstáculos ante tantas nacionalidades reunidas; pero aquí no será un problema. La solución fue la creación de robots traductores en tiempo real, que son pequeñas pantallas que simulan el diálogo de un cómic o historieta; disponibles en distintos lugares y a los que se les podrá hacer preguntas para que sean traducidas al instante.
Aunque el metro es una de las maravillas del transporte, los atletas contarán, alrededor de la ciudad, con automóviles y taxis futuristas, lo más avanzado en tecnología en estos servicios. Son totalmente eléctricos y no contarán con volante o chofer, ya que se desplazarán completamente solos. Otro hito de los adelantos será el reconocimiento facial, que si bien ya es utilizado en smartphones y diferentes gadgets, el que ha renovado Tokio servirá para facilitar los protocolos de seguridad, y que los atletas puedan registrarse de forma rápida y segura en sus distintas actividades. Todo en tan solo ¡0,3 segundos!
Además de los robots traductores, habrá otros que son ayudantes para dar asistencia en los campos. Recogerán balones, jabalinas o prevendrán de obstáculos a los atletas. También las mascotas Miraitowa y Someity tendrán sus respectivos robots, situados en diferentes partes de la ciudad; en función de guías con informaciones básica de los lugares.
Razón tenía Masa Takaya, portavoz del comité de la organización de Tokio-2020, cuando dijo el pasado lunes a la prensa que «nuestra inspiración es hacer de estos Juegos Olímpicos los más innovadores de la historia».