El atleta más grande del mundo

Autor: Oscar Sánchez Serra, enviado especial 14 de julio de 2020 23:07:57


Jim Thorpe fue víctima del racismo y de una ilegalidad, mediante la cual le fueron despojadas sus dos medallas de oro olímpicas en los Juegos de Estocolmo, en 1912.

Esta misma semana Russia Today daba cuenta de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó que casi medio estado de Oklahoma es reserva de los nativos americanos, al menos en lo que respecta al sistema de Justicia penal, por lo que las autoridades estatales no tienen potestad para procesar casos que impliquen a miembros de las tribus.

En 1924, había sido decretada el Acta de Ciudadanía Indígena, la cual reconocía por primera vez a los nativos como ciudadanos de EE.UU. Antes de ese documento los indios se inscribían en el ejército de la Unión en pos de obtener esa condición.

Jacobus Franciscus nació en ese territorio del medio oeste estadounidense, en mayo de 1887, en el seno de la tribu Sac y Fox. Dotado físicamente con cualidades excepcionales, este, a diferencia de todos los superhéroes paridos por la industria cinematográfica del siglo XX y lo que va del XXI, era verdaderamente un hombre de hierro. Sin embargo, solo por ser indio, fue quebrado por la sociedad y reducido a la mínima expresión, hasta que cayó fulminado en 1953, tras padecer de cáncer en el labio.

Pero Franciscus, lo quieran o no los racistas de su país, pasó a la historia del movimiento olímpico como uno de los mejores atletas del mundo, al erigirse bicampeón en los V Juegos, celebrados en la ciudad sueca de Estocolmo, donde ganó en las complejas pruebas de pentatlón (cinco disciplinas) y decatlón (diez). En esa lid, tras ganar la primera competición, el duelo ante el local Hugo Wieslander, a quien consideraban invencible, era un acontecimiento, que se saldó con la friolera de 8 412 puntos para el indio por 7 682 del anfitrión.

Sí, Jacobus Franciscus es Jim Thorpe, quien jugó fútbol americano, en el que también resultó una estrella, tanto que Dwight Eisenhower, según una investigación de Gustavo Fillol, periodista y graduado de Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires, dijo: «Algunas personas, aquí y allá, son dotadas de manera suprema. Mi memoria regresa a Jim Thorpe. Nunca practicó en su vida, y hacía lo que quería en el fútbol americano, mejor que cualquier otro jugador que yo haya visto».

Las palabras del trigésimo cuarto presidente de ee. uu. se escucharon en 1961, porque 50 años antes ni él, ni nadie en el imperio, lo veía como un superhombre, sino como «un salvaje desbocado», al decir del propio Fillol.

Cuando ganó en Estocolmo, venciendo en cuatro de los cinco eventos del pentatlón y en la misma cantidad de los diez del decatlón, recibió un premio del Rey Gustavo V de Suecia, quien le expresó: «Usted, señor, es el atleta más grande del mundo».

En la pesquisa de Fillol se narra que, tras su doble victoria, el periódico Telegram & Gazette, de Worcester, de Massachusetts, publicó un estudio, según el cual Thorpe recibió dinero por jugar béisbol en 1909 y 1910, acusándolo de haber cobrado dos dólares por partido, para conseguir algún ingreso en vacaciones.

La propia Unión Atlética Amateur de Estados Unidos presionó tanto, que el Comité Olímpico Internacional le retiró las preseas a Thorpe, lo que fue, además, ilegal, pues el reglamento de aquellos Juegos fijaba que las protestas debían establecerse en los siguientes 30 días tras finalizar la justa, y la nota se publicó seis meses después.

En 1984, en una ceremonia en Los Ángeles, el Comité Olímpico Internacional le devolvió a Thorpe sus medallas. Antes, el poderoso imperio, que no podía aceptar que un indio fuera uno de sus íconos, lo dejó morir en 1953, en extrema pobreza, apegado al alcohol, y sin dinero para pagar el hospital.

Así que mucho antes del dictamen del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Thorpe puso a Oklahoma en la cima del mundo, pero allí no había potestad para reconocerlo por su hazaña.

Comentarios

Demo dijo:

1
15 de julio de 2020
15:30:02

Muy buena lectura. Gracias.