Por esta fecha ya las delegaciones deportivas hubieran estado copando los cintillos noticiosos de los principales medios de prensa japoneses y del mundo, pues estaríamos a solo días de comenzar los Juegos Olímpicos de Tokio-2020, los cuales, como sabemos, comenzarán en un mes como este, pero del siguiente año… si la pandemia de la COVID-19 lo permite.
Ya el COI ha dicho que si no se celebran en la fecha reprogramada (23 de julio-8 de agosto, del próximo calendario), quedarían cancelados, corriendo la misma suerte que los de 1916, 1940 y 1944, a causa de las dos guerras mundiales.
Entre los rumores antes de la posposición, y por lo complejo de la situación con el SARS-COV-2 en Japón, en aquel momento estaba la opción de un cambio de sede, algo que en la historia de las citas bajo los cinco aros ocurrió tan temprano como en la tercera versión, la de 1904.
En aquel año, la ciudad anfitriona, elegida por el Comité Olímpico Internacional (COI), debió ser Chicago, pero finalmente resultó San Luis, también en Estados Unidos. Polémicas de campaña terminaron con la decisión del mandamás del imperio, bastante parecido al de hoy, Teodoro Roosevelt. Por obra y gracia de su poder, Missouri albergó las competencias.
Ante tanta querella, básicamente por el rechazo a la celebración de los Juegos en Chicago, como había decidido el COI, el restaurador de los Juegos en la era moderna, Pierre de Coubertin, se negó a asistir.
Como la anterior de París-1900, la primera justa que salió de Europa se desarrolló en medio de una feria universal, lo cual provocó que se extendiera por casi cinco meses, entre julio y noviembre. Aquella lid pudiera clasificar entre las menos organizadas de la historia, tanto que hay deportistas que no se conocen si fueron campeones, aunque pasó a los libros como la primera en la que se repartieron medallas de oro, plata y bronce.
Sin embargo, uno de los hitos de esa reunión multideportiva mundial fue que tuvo, por primera vez, participación de deportistas negros, de ellos mereció el honor de ser premiado George Poage, ganador del tercer lugar en los 200 y 400 metros con vallas.
Aunque ni por mucho afrontó las dificultades de San Luis, en Melbourne-1956, la convocatoria tuvo que acudir, ya no a otra ciudad, sino a una segunda nación, incluso, fuera de los días del programa competitivo. La situación en Australia se debió a las leyes de cuarentena de ese país, que impidieron celebrar allí las pruebas de equitación.
Por aquel motivo, Estocolmo, anfitriona de los Juegos en 1912, desarrolló ese deporte entre el 11 y el 17 de junio, seis meses antes de que se inaugurara en la isla continente la porfía más importante del deporte en el planeta.
A Tokio no le sucederá esto, tiene pactada todas sus lides en esa ciudad, a la espera de la decisión final. Al respecto, la gobernadora de esa urbe expresó a la AFP que «los Juegos serán seguros a pesar de la pandemia de coronavirus», y prometió «un esfuerzo del 120 % para acoger a la cita olímpica», la cual sí pasaría como la primera en celebrarse tras una posposición.