
Ha crecido sin control y ya alcanza proporciones epidémicas, causando cada año la muerte de más de 2,6 millones de personas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hablamos de la obesidad, definida como el exceso de grasa corporal debido a un desequilibrio energético ocasionado por una alta ingesta de energía superpuesta a un bajo gasto.
“Constituye una enfermedad compleja y multifactorial, la cual resulta de la interacción de elementos como el medioambiente, la cultura, el metabolismo y la genética”, explica a Granma la Doctora en Ciencias Médicas Santa Jiménez Acosta, profesora e Investigadora Titular del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología.
De acuerdo con la experta, el aumento desproporcionado de la obesidad a escala mundial en los últimos 30 años está asociado a cambios en los hábitos alimentarios, destacándose entre ellos el consumo incrementado de alimentos ricos en calorías. “Ello ha ido unido a la reducción de la actividad física, condicionado en muchos casos por la falta de juegos tradicionales en áreas verdes y la práctica deportiva, así como por la expansión de los juegos electrónicos que ocupan gran parte del tiempo de los niños”.
La obesidad —que hoy representa la enfermedad crónica nutricional no transmisible más frecuente, constituyendo así uno de los problemas crecientes en la Salud Pública mundial por su magnitud y por su difícil manejo a cualquier edad— está tomando también proporciones alarmantes en los niños y niñas en un gran número de naciones. Ello supone un grave desafío que debe abordarse con urgencia, alertó la OMS en un informe de este año.
“La infancia y la adolescencia son consideradas una etapa fundamental en la formación del ser humano para su crecimiento y desarrollo, en las cuales debe recibir una correcta alimentación en cantidad, calidad, adecuación y armonía, además del necesario afecto, estímulos y cuidados”, puntualizó la entrevistada.
En ese sentido, apuntó que la etapa crítica final de la niñez es la adolescencia, y esta última “representa un periodo de incremento del riesgo para el desarrollo de la obesidad sobre todo en las niñas, pero es también un periodo en el cual la localización de la grasa corporal cambia y entraña el subsecuente riesgo asociado con la obesidad”.
Hay que saber, subrayó Jiménez Acosta, que la correlación entre la obesidad del niño y del adolescente, con respecto a padecer obesidad en la vida adulta aumenta con la edad. De esa forma, el riesgo de ser obeso a los 35 años es de ocho a diez veces si se ha sido obeso a los diez años y de 35 a 36 veces si lo ha sido a los 18 años.
Para la entrevistada, esta enfermedad está estrechamente relacionada con el consumo de la sociedad moderna. “El cambio de los patrones de alimentación y el estilo de vida ha generado un estallido mundial de la prevalencia de obesidad infantil. A todo lo anterior se suma el desconocimiento por parte de la población de los beneficios de una vida saludable, y que la obesidad es una enfermedad asociada a pequeños desbalances mantenidos en el tiempo, y que constituye una amenaza a la salud”.
Según estimaciones realizadas a nivel mundial, hay más de 22 millones de niños menores de cinco años con sobrepeso, y de ellos, más de 17 millones viven en los países en vías de de-sarrollo. “El exceso de peso es un importante factor de riesgo para la mortalidad y la morbilidad por enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus tipo 2, la cual está apareciendo cada vez en edades más jóvenes, así como también para la hipertensión arterial, gota, algunos tipos de cáncer, trastornos ortopédicos, estrías en la piel, entre otras afecciones”, refirió la investigadora.
Al respecto, explicó que las complicaciones de la obesidad dependen particularmente del grado de sobrepeso, la localización de la grasa (obesidad abdominal) y del tiempo de evolución del sobrepeso. “En los niños y adolescentes las consecuencias psicosociales producto de la discriminación que sufren llevan a una pobre imagen de sí mismo, con baja autoestima, introversión, bajo rendimiento escolar, haciéndose progresivamente más sedentarios y socialmente aislados”, mencionó la doctora Jiménez Acosta.
La investigadora sostuvo que la obesidad infantil por sí sola es capaz de predecir la obesidad adulta, así como una morbilidad y mortalidad en los adultos, mayor que la esperada. “En el desarrollo del niño existen tres periodos asociados al incremento del tejido adiposo. El primero de ellos sucede entre los ocho y nueve meses de vida (el niño se prepara para afrontar la alimentación complementaria), el siguiente es alrededor de los cinco o seis años de edad y el tercero se produce en la preadolescencia y en el estirón puberal. El mayor riesgo de padecer obesidad es en el segundo periodo, denominándose a este fenómeno rebote adipocitario”.
En los niños susceptibles —argumentó—, este es un momento crítico para el inicio de la obesidad infantil, pues socialmente coincide con el inicio de la escuela primaria, etapa de mayor responsabilidad y autonomía. Cuanto más precoz es el rebote adipocitario mayor es la probabilidad de obesidad en la edad adulta.
“Cuba no escapa de esta situación global, como un país que vive una etapa avanzada de la transición epidemiológica”, reflexionó la profesora Jiménez Acosta, quien refirió que la información aportada por la observación continua en sitios centinelas para la vigilancia pediátrica y los resultados de las Encuestas Nacionales de Crecimiento y Desarrollo, entre otras fuentes, han señalado una tendencia hacia el incremento del sobrepeso y la obesidad en todas las edades y las regiones geográficas del país.
“Si bien existe susceptibilidad familiar a desarrollar obesidad y tener ambos padres obesos se asocia a un 80 % de probabilidad de obesidad en los hijos, ello es consecuencia primordial de la transmisión de hábitos de vida que la favorecen, acentuada por una deficiente percepción parental del sobrepeso de los hijos”, enfatizó.
En Cuba, dijo, la prevalencia de obesidad en los niños en edad preescolar en los últimos diez años ha aumentado progresivamente, llamando la atención el aumento de la prevalencia de exceso de peso (sobrepeso+obesidad) en los menores de un año; lo cual obliga a la familia a seguir de cerca las recomendaciones adecuadas para su prevención.
Justamente, a este último aspecto dedicaremos la próxima columna.









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Dr. José Luis Aparicio Suárez dijo:
1
22 de agosto de 2016
17:31:46
Orlando Chirino dijo:
2
22 de agosto de 2016
21:48:11
Gualterio Nunez Estrada dijo:
3
23 de agosto de 2016
12:13:07
Gualterio Nunez Estrada dijo:
4
23 de agosto de 2016
18:48:50
soraya Respondió:
23 de abril de 2018
07:21:29
Miguel Angel dijo:
5
23 de abril de 2018
07:57:28
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