Datos del recién publicado Anuario Estadístico de Salud 2015 confirman lo que hace años es una tendencia en la población cubana: la tasa de mortalidad por enfermedades crónicas no transmisibles es la más elevada, 730.6 defunciones por cada 100 000 habitantes. Dentro de las mismas, las enfermedades del corazón ocupan, según el informe, el primer lugar con una tasa de 218.3 por 100 000 habitantes, seguida de la muerte por tumores malignos, cuya tasa es de 215.0. Ambas causas explican el 49 % del total de las defunciones del año 2015. Asimismo, la tasa de años de vida potencial perdidos se eleva también para las enfermedades del corazón.

Estas estadísticas nos permiten afirmar que centrarse e invertir en la prevención de las enfermedades cardiovasculares (ECV) es la solución más sostenible contra esta epidemia que junto a los accidentes cerebrovasculares cobra anualmente la vida de 17 millones de personas en el mundo.
“Sin embargo la mayoría son evitables”, reflexionaba durante las XXIX Jornadas Latinoamericanas de Cardiología Intervencionista el doctor Reynaldo de la Noval García, especialista de segundo grado en cardiología y secretario de la Sociedad Cubana de Cardiología, quien destacó el papel esencial que tienen hoy las diferentes estrategias de prevención cardiovascular, y la necesidad de abarcarlas y desarrollarlas todas.
Al respecto, explicó que la “prevención primordial” es aquella centrada en evitar o reducir la incidencia de factores de riesgo cardiovascular (FRC), actuando sobre estilos de vida, el entorno ambiental y social y cuya diana sería toda la población. Ello incluye, dijo, la prevención primaria destinada a evitar o retrasar la aparición de la enfermedad actuando sobre el control de los FRC conocidos; la prevención secundaria enfocada en evitar o retrasar la aparición de recidivas o complicaciones mediante tratamientos farmacológicos, intervenciones o estilos de vida eficaces; y la prevención terciaria que se centra en la rehabilitación del paciente.
“Las ECV siguen aumentando a nivel global, por lo cual es necesario hacer más hincapié en el rol de la prevención, que sí funciona y lo ha demostrado en tanto durante los últimos 20 años la mortalidad por ECV ha disminuido en los países de ingresos altos gracias a la combinación de medidas de prevención y de control”, explicó el especialista.

Si bien, reiteró, existen factores de riesgo no modificables como lo son la edad, el sexo y la herencia, existen otros que sí lo son como el tabaquismo, el alcohol, el sedentarismo, el exceso de peso y los niveles altos de colesterol en la sangre, todos grandes catalizadores de estas enfermedades. Del mismo modo mencionó otros factores cuya presencia eleva el alto riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial, la diabetes, la hiperlipidemia o alguna ECV ya confirmada.
“La presencia de diabetes mellitus implica un riesgo equivalente a un envejecimiento de 15 años del endotelio (tejido que recubre la zona interna de todos los vasos sanguíneos, incluido el corazón) y un riesgo de dos a ocho veces más de sufrir episodios cardiovasculares futuros en comparación a sujetos no diabéticos de raza y edad semejante”, ejemplificó el especialista.
“El riesgo de sufrir eventos de ECV es 2-3 veces superior en las personas con Diabetes Tipo 1 o 2 y el riesgo es desproporcionadamente superior en las mujeres. Las personas con enfermedades preexistentes tienen un riesgo mucho más elevado de sufrir un evento inicial de ECV o eventos recurrentes”, dijo.
Para el doctor De la Noval García, es sumamente importante la ingestión de frutas y vegetales y controlar la presión arterial. “En el año 2014 se estimó que Cuba contaba con más de dos millones y medio de hipertensos, muchos no lo saben; y apenas entre un 49 y 51 % controlados, de al menos un 75 % que debería estarlo según la Organización Mundial de la Salud”.
En ese sentido, hizo énfasis en el papel de todos los profesionales de la salud en la prevención. “A veces resulta más fácil prescribir medicamentos que convencer a un paciente de que debe bajar de peso, dejar de fumar, comer menos sal o hacer ejercicios. Ahí está el reto”.
“Existe además la necesidad imperiosa de garantizar estrategias efectivas para la prevención secundaria de las ECV, cuyo objetivo es evitar la ocurrencia de eventos en pacientes que ya hayan sufrido o estén en riesgo de sufrir un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o un problema cardiovascular grave. Ello supone intervenciones en los estilos de vida, rehabilitación cardíaca y cardiología preventiva. Hablamos de cesación de tabaquismo, ejercicios físicos sistemáticos, dieta saludable, manejo del estrés”.
“Los beneficios de las intervenciones farmacológicas son en gran medida independientes y cuando se combinan, por ejemplo, con dejar de fumar, se pueden evitar aproximadamente un 75 % de los eventos vasculares recurrentes”, concluyó.
El material publicado por el Programa de enfermedades no transmisibles “Síndrome coronario agudo y estimación del riesgo cardiovascular global” da cuenta que el ejercicio físico programado es una faceta fundamental en la rehabilitación cardíaca integral, no solo como recuperación del deterioro producido tras un Infarto agudo de miocardio (IAM), sino porque el ejercicio regular protege frente a nuevos eventos cardiovasculares.
Asimismo sitúa el abordaje de aspectos psicológicos como una prioridad, ya que tanto la presencia de ansiedad como depresión, mayor tras un IAM, constituyen un factor de riesgo importante de muerte en los siguientes meses tras un infarto.
Sobre este tema, el texto subraya que “se estima que la incidencia de alteraciones sexuales en pacientes que han padecido un IAM es del 50 al 75 % y a menudo estos no son explicados por el paciente, por lo cual el médico si este no lo hace debe abordar el asunto. Es importante ofrecer información también a la pareja, que con frecuencia es quien más miedo tiene a que se desencadene una nueva crisis durante la actividad sexual”.
También la reincorporación laboral debería producirse en la mayoría de los pacientes considerados de bajo riesgo. Idealmente en los casos en los que el trabajo del paciente suponga una sobrecarga física o psíquica se recomienda un cambio en el puesto de trabajo, cuestión en la que la empresa, sindicatos, y administración juegan un papel fundamental.









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Dr. José Luis Aparicio Suárez dijo:
1
11 de abril de 2016
07:09:36
Lina María dijo:
2
11 de abril de 2016
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Miguel Angel dijo:
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11 de abril de 2016
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Carlos dijo:
4
11 de abril de 2016
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11 de abril de 2016
18:55:56
carlos dijo:
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13 de abril de 2016
15:19:30
Norma dijo:
7
16 de mayo de 2016
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amanace dijo:
8
13 de julio de 2016
10:46:39
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