
“Las mujeres con diabetes mellitus tienen una mayor probabilidad de padecer de trastornos y de disfunciones sexuales, que las mujeres que no padecen esta enfermedad. Es paradójico entonces que si bien los estudios de la disfunción sexual de la mujer son limitados y escasos, lo sean aún más en la mujer con diabetes”.
Así comenta a Granma la doctora Rosa María Real Cancio, especialista de II grado en Endocrinología del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras, con 19 años de experiencia en este tema; y miembro del grupo multidisciplinario de esta institución que atiende los trastornos de la sexualidad y disfunción sexual en las mujeres.
“Más que ser una enfermedad metabólica, nos atrevemos a decir que la diabetes es una enfermedad vascular. Por ello es imposible pensar que —si los grandes vasos se afectan— los vasos de menor calibre como son los del árbol vascular del aparato genital, que es el más delicado y fino de nuestro cuerpo, no vayan a ser afectados por la diabetes mellitus, y por tanto este padecimiento no provoque disfunción sexual en hombres y mujeres”, explicó la entrevistada.
Para la experta, es imprescindible tener en cuenta que todos los procesos crónicos, y muy especialmente la diabetes, comprometen de una forma u otra la sexualidad. “En ocasiones las enfermedades crónicas no transmisible son causa directa de disfunción sexual; en otras la disfunción sexual es expresión de una enfermedad crónica oculta, por lo cual es una ventana de alerta por la cual mirar el sistema cardiovascular fundamentalmente. Asimismo es necesario conocer que muchos de los tratamientos empleados para estas enfermedades tienen efectos negativos sobre el funcionamiento y la respuesta sexual. No puede ser algo que dominen solo los especialistas vinculados directamente a la sexualidad”.
Pero ¿cuál es la diferencia entre trastornos y disfunción sexual? “Se habla de trastornos cuando hay una preocupación respecto a la sexualidad, pero eso crea malestar, angustia personal, problemas con la pareja. Ahora, cuando una mujer tiene algún trastorno que compromete algunas de las fases que integran la respuesta sexual, ya sea de forma transitoria, permanente, intercurrente (que aparece durante el curso de una enfermedad), y además ello genera angustia, malestar interpersonal, dificultades en su relación de pareja, pues estamos ante la presencia de una disfunción sexual establecida”, explicó la investigadora.
La doctora Real Cancio refirió que la disfunción sexual femenina se clasifica en cuatro formas clínicas fundamentales: trastornos del orgasmo (anorgasmia, que puede ser parcial, total, primaria o secundaria), trastornos del deseo (deseo hipoactivo o disminuido, ausente, o formas más graves como la aversión sexual), trastornos dolorosos de la función sexual (dispareunia o coito doloroso; vaginismo, un tipo de disfunción sexual de la que se habla poco y que puede obedecer tanto a factores psicológicos como orgánicos); y por último los trastornos de la satisfacción sexual, aceptados como disfunciones sexuales por paneles de expertos en consensos internacionales más recientemente.
“En general es alta la prevalencia en el mundo de disfunción sexual en hombres y mujeres, y aunque se pensaba que en el sexo masculino era más frecuente, en la actualidad se ha comprobado que es más prevalente la disfunción sexual femenina. Cuba no escapa a este contexto”, comentó la experta.
De acuerdo con la experta el grupo multidisciplinario de atención a los trastornos de la sexualidad y disfunción sexual en las mujeres del Hospital Hermanos Ameijeiras, realizó un estudio epidemiológico de la disfunción sexual femenina con caracterización clínica y epidemiológica y su asociación con enfermedades endocrinas y no endocrinas; en el cual se encontró que las mujeres del grupo de estudio tuvieron una frecuencia de un 43,2 % de disfunción sexual, con predominio de los trastornos del deseo. La investigación, que fue además la tesis doctoral de la entrevistada, contó con una muestra de 950 mujeres en edad reproductiva y aparentemente sanas.
A punto de partida de esta investigación, señaló, se llevaron a cabo otros estudios dirigidos a identificar los trastornos en mujeres con afecciones endocrinas, encontrándose por ejemplo un 65 % de frecuencia de disfunción sexual en las mujeres estudiadas con este tipo de enfermedades. En el caso de las mujeres con diabetes, específicamente las que padecen tipo I y que generalmente son más jóvenes, se encontró que la frecuencia de disfunción sexual era del 33 %.
Es —subrayó— un tema del cual no se habla, “porque las mujeres tienen una respuesta sexual menos objetiva. Muchas sufren una disfunción sexual durante 20 años y no son capaces de comunicarlo ni a su pareja y mucho menos de enfrentarse a un médico y contarle su problema. Cuando a veces se deciden se encuentran poca preparación y capacitación y lejos de resolver su problema se agrava la situación”.
“El enfoque de la disfunción sexual y en este caso el de la disfunción sexual de la mujer que padece diabetes tiene que ser multidisciplinario, integral, sin descuidar la parte psicológica, asistencial, de la educación continuada del paciente y no olvidar nunca a la pareja; porque es muy difícil tratar una disfunción sexual en la mujer y no ver qué está sucediendo con su pareja”, expresó.
La disfunción sexual se incrementa con la edad, por lo cual requiere especial atención en el contexto demográfico cubano. Sin embargo, las mujeres con diabetes tienen disfunciones sexuales en edades más tempranas de la vida.









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Katia Romero Calderín dijo:
1
2 de noviembre de 2015
16:07:52
Ariel García Mascareño dijo:
2
2 de noviembre de 2015
16:20:26
miriam dijo:
3
3 de noviembre de 2015
10:50:46
miriam dijo:
4
3 de noviembre de 2015
13:10:40
miriam dijo:
5
3 de noviembre de 2015
13:12:28
Danay Vergel Cancio dijo:
6
5 de noviembre de 2015
21:13:26
Norge Augusto dijo:
7
2 de diciembre de 2015
12:32:45
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