No es un tema exclusivo para el verano —que ya se avecina— pero en esta época del año la alerta es más que necesaria. Se trata del ahogamiento y sumersión accidentales, un tipo de evento que tiene en Cuba especial importancia, tal como subraya a Granma la doctora Milagros Santacruz Domínguez, especialista de primer grado en Pediatría y Coordinadora del Programa de Prevención de Accidentes en menores de 20 años. “Nuestro país es por sus características geográficas un archipiélago, lo cual favorece el desarrollo de actividades acuáticas de carácter deportivo, laboral, y recreativo”.
La Organización Panamericana de la Salud define el ahogamiento como el proceso de sufrir dificultades respiratorias por sumersión o inmersión en un líquido, con resultados que se clasifican en muerte, morbilidad o discapacidad. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud estima que las muertes por ahogamiento a nivel internacional representan alrededor del 7 % de las defunciones relacionadas con traumatismos no intencionales.
“Históricamente el agua ha sido utilizada por los humanos en diversas formas, ya sea para la elaboración de alimentos, hasta para la recreación en sus tiempos de esparcimiento”, comentó la especialista. “A medida que pasan los años es mayor el número de personas que disfrutan en el verano de un baño de playa o de río”.
Sin embargo, alertó la doctora Santacruz Domínguez, “en ocasiones lo agradable se torna tormentoso, cuando uno de sus miembros sufre una lesión no intencional (accidente) y es víctima de un evento de inmersión, hecho que puede también ocurrir como consecuencia de una lesión dentro del hogar”.
La entrevistada, además Máster en Urgencias Médicas, refirió que el ahogamiento y sumersión accidentales se sitúa en nuestro país para todos los grupos de edad entre uno y 19 años como la tercera causa de muerte por lesiones no intencionales.
“Los menores de cinco años se ahogan en una pequeña cantidad de agua. El mecanismo de producción del accidente suele ser una caída y se estima que la muerte puede producirse en un recipiente con altura de agua de más de 20 centímetros. La edad de mayor riesgo es de los 18 meses a los tres años”, dijo.
Advirtió la experta que en Cuba la inmersión en cubos o baldes es una posibilidad real en niños de este grupo de edad, los cuales al introducir la cabeza no se pueden enderezar por sí mismos, pues tienen el centro de gravedad relativamente cefálico y una masa muscular insuficiente para voltear el recipiente. “Se reportan ahogamientos en cubos o barriles utilizados para recolectar agua de lluvia, en cisternas, fosas y pozos no cubiertos o desprotegidos”.
La doctora Santacruz Domínguez explicó asimismo que en niños mayores de cinco años, la forma en que se producen las lesiones por sumersión varía. “Generalmente son consecuencia de baños imprudentes en piscinas, ríos, playas, lagunas, presas y estanques, cuando el niño no sabe nadar o se baña en zonas o momentos de peligro, por la ausencia de familiares que los observen y cuiden”.
Los padres, dijo, deben promover que el niño aprenda a nadar en edades tempranas. “Desde que se familiariza con el agua y recibe las primeras nociones de natación, el niño o niña tiene el impulso y el placer de zambullirse. Se da así la paradoja de que niños que “nadan mal” (por aprendizaje incorrecto), tienen una marcada destreza para zambullirse. Hay que tener en cuenta que es esta una actividad física puramente lúdica, desordenada y que a veces desplaza del interés del niño (y de los padres), el aprender a nadar. Es importante perfeccionar su estilo y adquirir un grado aceptable de resistencia”.
Del mismo modo, la entrevistada mencionó un conjunto de medidas para prevenir este tipo de accidentes, como el no llevar al niño a nadar en lugares donde no dé pie, existan hoyos, corrientes de agua u objetos sumergidos. Subrayó que nunca debe dejarse solo al menor “pues el exceso de confianza en que el niño ya sabe nadar nos hace despreocuparnos y puede ocurrir un accidente.
No permita tampoco que viaje en una canoa, balsa o lancha de vela, sin que lleve puesto el salvavidas. En el caso de que lo use o monte una balsa en el mar, se debe vigilar constantemente la dirección del viento por la posibilidad de que lo arrastre hacia alta mar”, explicó.
La especialista recordó además que las corrientes de aire pueden volcar el salvavidas, haciendo que este quede invertido, con la cabeza bajo el agua, y la necesidad de comprobar si el flotador tiene algún escape de aire.
“En toda actividad náutica recreativa y competitiva; así como en presas, piscinas, playas, ríos, o lagunas cercanos a escuelas y campamentos, debe haber una estricta vigilancia por parte de los adultos y muy especialmente por el personal de salvavidas, el cual debe incrementarse en los lugares de riesgo.
Como otra importante medida de precaución, la doctora Santacruz Domínguez mencionó la importancia de que los padres no ingieran bebidas alcohólicas, para poder proporcionar un mejor y mayor cuidado a sus hijos.









COMENTAR
vfp dijo:
1
15 de junio de 2015
03:15:47
Maria marcela dijo:
2
15 de junio de 2015
10:12:51
laines dijo:
3
15 de junio de 2015
10:22:04
juan jesus dijo:
4
15 de junio de 2015
17:24:11
Luis dijo:
5
16 de junio de 2015
10:08:07
jmh dijo:
6
18 de junio de 2015
16:26:50
Pedro www.makeupmaquillaje.com dijo:
7
18 de junio de 2015
17:09:59
radier dijo:
8
19 de junio de 2015
16:19:19
Vladimir Leonardo López Villavicencio dijo:
9
30 de junio de 2015
10:59:43
Responder comentario