En Cuba los proyectos de desarrollo económico-sociales no se detienen a pesar de la COVID-19. Muestra de ello es toda la previsión, planificación y rigor en los chequeos, al nivel más alto de dirección, de lo aprobado, tanto en los dos últimos congresos del Partido, así como en la Conceptualización de nuestro modelo y el Plan hasta 2030, lo cual se ha estructurado en el texto constitucional, que proclamamos el 10 de abril de 2019. Es una fortaleza para enfrentar cualquier circunstancia, pues muestra a una nación organizada y segura en pos del bienestar del pueblo.
Y la pelota no es la excepción, el pasado lunes el Director Nacional de este deporte, que nos atraviesa en lo emocional y en la identidad como país, en entrevista virtual en www.jit.cu, dio detalles de las perspectivas de futuro de tan importante fenómeno social, porque eso, ni más ni menos, es el béisbol para cubanas y cubanos. Dos temas abordados por Ernesto Reinoso coparon la opinión de los aficionados: la decisión del director del equipo Cuba, y la cristalización del acuerdo Inder-Mined, fueron esos tópicos.
Sobre el primero, como se trata de pelota, ya sabemos que es bien difícil que todos coincidamos; en el argot unos lo ven out y otros quieto. Desde 2013 hemos abordado lo que hoy se ha aprobado que, dicho sea de paso, salió de una amplia consulta, desarrollada a lo largo y ancho del país, en la que intervinieron peloteros, entrenadores, profesores, directivos, la afición y los periodistas.
Que el mentor del plantel nacional sea designado por un periodo de cuatro años provee varias ventajas. La primera es la concentración de la responsabilidad. Hasta hoy, el director del principal equipo del país estaba inmerso, durante casi todo el año, en la preparación, seguimiento de la competición y definición del título para su provincia, y luego le entregaban la conducción de la selección. En consecuencia, no existía una concepción previa, ni estudio de contrarios, ni siquiera la posibilidad de ver a un jugador, no solo en sus cualidades individuales, sino insertadas estas como necesidad del futuro conjunto que haría la representación internacional.
Lo libera de compromisos con los propios jugadores de su escuadra, con quienes pasó seis meses lidiando por el banderín de casa y, por supuesto, lo dota de mayor objetividad a la hora de armar una escuadra en interés de la nación, con la gran misión de responder por un resultado. Podría valorar y diseñar, durante toda la campaña nacional, de acuerdo con la exigencia internacional que asumiría, las necesidades de ese equipo Cuba.
Por otro lado, y sin comparar épocas, los mejores resultados del béisbol tuvieron a un director que no se involucraba en las series nacionales, como aspirante al trofeo. Recordemos, por ejemplo, a Servio Borges, o al propio Higinio Vélez, quien fue el más reciente timonel con ese solo encargo, entre 2001 y 2006, periodo en el que recuperamos el título olímpico, perdido en Sydney-2000, y se alcanzó el segundo escaño en el i Clásico Mundial.
En cuanto al acuerdo, cubre lo que estaba en la línea de deseo: la entrega de los alumnos practicantes a las 2:00 p.m.; el béisbol vuelve como deporte motivo de clase en la primaria, y la nota de la asignatura Educación Física la dará a esos practicantes su entrenador. Sin embargo, a las autoridades del béisbol les resta algo más, ya con esta posibilidad.
La pelota necesita de mucho juego, porque el desarrollo táctico si bien se entrena, encuentra expresión solo en situaciones de competencia. Este es un buen momento para que, en la base, sobre todo en el municipio, al que también hay que empoderar en el desarrollo deportivo, de lo contrario no tendremos campeones, desarrollemos eventos de larga duración. Mientras más juegue el niño y el joven, los fundamentos y las disímiles situaciones en un partido moldearán a un pelotero más hecho.









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