De no ser por la Covid-19, hoy estuviéramos comentando el resultado del primer partido de Cuba en el clasificatorio olímpico de béisbol de las Américas, que hubiera comenzado ayer. Pero la pandemia, que requiere de responsabilidad, humildad y disciplina para poncharla, no nos impide seguir hablando de pelota, pues ella, en Cuba, siempre tiene un motivo para invocarla.
Si está en casa le invitamos a recordar que este mes de marzo, en 1999, pasó por un gran reto para los peloteros, aunque fueron los bateadores quienes lo enfrentaron, pues los lanzadores recibieron la buena noticia de la supresión del bate de aluminio.
Veintidós años después de que el 20 de febrero de 1977 el segunda base de los equipos habaneros, Rey Vicente Anglada, se convirtiera en el primer hombre en empuñar con el letal implemento, el 14 de marzo de 1999, en el estadio Cristóbal Labra de la Isla de la Juventud, se celebró el último partido en Series Nacionales con la «mortífera arma». Allí los anfitriones recibieron a Pinar del Río para redactar su «última voluntad» y, dos días después, en el Latinoamericano, los propios pineros resultaron testigos del regreso de la madera, al medirse frente a Industriales.
En ese mismo mes, y con el madero en ristre, Cuba jugó su primer partido, en época de Series Nacionales, ante un equipo de la mlb de Estados Unidos, los Orioles de Baltimore, con un Latinoamericano repleto a más no poder, disfrutando de un excelente desafío que terminó con ajustada victoria visitante de 3-2. El segundo choque, el 3 de mayo del propio año, devino triunfo por 12-6 para la selección de la Mayor de las Antillas. También en 1999, y con la novedad en la caja de bateo, la escuadra nacional asumió los Juegos Panamericanos de Winnipeg, donde alcanzó su clasificación olímpica a Sydney-2000, con histórico jonrón de Omar Linares frente a Canadá.
Hoy hace 51 años que un hombre todo coraje detrás del plato bateó tres jonrones en un juego, en la viii Serie Nacional, lo cual sigue siendo una hazaña en estos tiempos. Ramón Hechevarría pegó 22 cuadrangulares en 17 temporadas cubanas, pero ese día fue el gran héroe, como lo hizo también con las franelas de Cuba en tres campeonatos mundiales, tres Centroamericanos y del Caribe, y unos Panamericanos, siempre en calidad de receptor. Era quien le recibía a astros como Manuel Alarcón y al velocísimo Roldan Guillén. El Chava –como le llaman– le dijo a nuestro colega Eduardo Palomares, hace diez años: «Si me tiran una radiografía verán que tuve fracturas en casi todos los dedos y muchas veces me quitaba el yeso antes de comenzar el juego. La pasión se sobreponía al dolor, porque jugábamos con el corazón».
Aunque no es una hazaña, sino más bien una caprichosa paradoja, ese mismo día y en el mismo juego (Mineros-Habana) que el Chava disparó las tres pelotas más allá de las cercas, al legendario Pedro Chávez los lanzadores le dieron tres pelotazos.
También el tercer mes del año atesora en sus páginas el primer jonrón dentro del terreno de las Series Nacionales, obra de un pelotero de la gorra a los spikes, Owen Blandino, quien vistiendo el uniforme de Azucareros se lo acreditó ante el serpentinero de Industriales Cecilio Soto, el día 3. A Blandino se le conoció como el Gallo de Cabaiguán y a él se le debe el sobrenombre de los Gallos de la actual plantilla de Sancti Spíritus en los clásicos de la pelota cubana.
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pitcher dijo:
1
23 de marzo de 2020
12:27:34
Isamael dijo:
2
23 de marzo de 2020
17:11:27
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