No era necesario esperar el resultado del partido que definía el primer lugar del Campeonato Panamericano de béisbol Sub-23, entre Cuba y Nicaragua, en Managua, para afirmar que el equipo de la Mayor de las Antillas acaba de rubricar, con la camiseta de la selección nacional, la mejor actuación desde 2016.
Ninguna otra escuadra de cualquier categoría (Sub-12, Sub-15, Sub-18, Sub-23 o de mayores) ni en certamen regional (Centroamericano y del Caribe o Panamericano) o Mundial, había alcanzado la disputa por el cetro, desde que el elenco Sub-15 se titulara campeón del orbe en 2016, en la ciudad japonesa de Iwaki, al vencer a los anfitriones. La final anterior protagonizada por un plantel cubano fue la de los Juegos centrocaribeños de Veracruz, en 2014, ocasión en la cual logró el pergamino dorado, doblegando a Puerto Rico. Es cierto que, en 2015 y 2019, se dirimieron dos primeros lugares en la Serie del Caribe, pero recordemos que, aun cuando fueron planteles reforzados, respondían a los nombres de Vegueros de Pinar del Río (campeón), y Leñadores de Las Tunas (segundo), respectivamente.
Habría que apuntar que la actuación en Nicaragua de la tropa que hoy dirige el debutante mentor en lides internacionales, Eriel Sánchez, marca un hito en la categoría, pues lo logrado hará que Cuba se estrene en campeonatos mundiales Sub-23 y en los podios panamericanos de esa edad, pues antes no había sido medallista.
Por eso el desenlace del partido por el trofeo de ganador, si bien levantaba grandes expectativas, creo que no podía pasar por alto la trascendencia de la faena, porque, además, en ella vimos a un conjunto que llegó a la competencia en excelente estado competitivo. Como ya sabemos, esa era una deuda importante de las selecciones nacionales en los últimos años, causante de no pocas frustraciones.
Un juego de pelota no define la calidad del béisbol de un país, pero cuando hay que abrir en el terreno el amplio espectro táctico de este deporte, en una lid como la que terminó ayer, y se hace con un abanico de variables para responder ante las disímiles demandas, entonces afloran esos atributos. Así vimos a Cuba en este certamen continental, con una buena defensa y un pitcheo que, sin duda, fue el mejor de la justa, y aunque la ofensiva no resultó su fuerte, trabajó acorde con las cualidades de sus hombres, y encontró la solución para definir juegos.
Es aún más notable que ese comportamiento tenga como base el certamen Sub-23 de casa y la propia Serie Nacional en todas sus etapas, pues hay varios jugadores en esa plantilla, como Daniel Pérez, César Prieto, Dismany Ortiz, Andrys Pérez, Luis E. González, Loidel Chapellí, y los lanzadores Yosimar Cousin, Bryan Chi, Andy Rodríguez y Naikel Cruz, entre otros, que vivieron las exigencias de diferentes fases de esos torneos a domicilio, y que ahora se muestran con madurez. También es significativo que Cousin, Chi, Rodríguez y Prieto estén entre los posibles integrantes del venidero compromiso preolímpico en Arizona. Es la reafirmación de que si volvemos a tener nivel en la competencia nacional, sea cual sea la categoría, regresarán los resultados internacionales.
Quedamos ahora a la espera del equipo grande y su reto en Arizona, a partir del próximo día 22, donde buscará el único boleto a Tokio-2020, entre ocho elencos del continente. Antes jugarán en México siete desafíos de preparación: ante Olmecas de Tabasco (13, 14 y 15); frente a Leones de Yucatán (16) y contra Piratas de Campeche (17, 18 y 19).
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Fonseca dijo:
1
3 de marzo de 2020
10:59:40
José González dijo:
2
3 de marzo de 2020
19:48:47
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