ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Mientras la VI Serie Nacional Sub-23 ya tiene tres semifinalistas: Santiago de Cuba, Cienfuegos y Sancti Spíritus; y al cierre de esta edición Pinar del Río y la Isla de la Juventud aún escribían el último capítulo de la temporada, que al margen del resultado de ayer, necesitará de una cuartilla extra este martes para que ambos cuadros completen su calendario y saber cuál es el que cierra el cuarteto de aspirantes al cetro; en Japón, Alfredo Despaigne (AD54) ya anda por 15 macanazos.

Sí, macanazos son jonrones, así los describió nuestro José Martí, de quien no se conocen muchos textos sobre el béisbol, pero que no dejó de posar en él su escrutadora pupila. En las Obras Completas del Apóstol, en el tomo 13, página 337, encontramos su pluma de cronista beisbolero y una aguda descripción social del juego.

«Ni los juegos de pelota han interesado tanto este año, aunque hay peloteros que han dejado la universidad para pelotear como oficio, porque como abogados o médicos los pesos serían pocos y les costaría mucho trabajo, mientras que por su firmeza en recibir la bola de lejos o la habilidad para echarla de un macanazo a tal distancia que pueda, mientras la devuelven, dar la vuelta el macanero a las cuatro esquinas del cuadro en que están los jugadores, no solo ganan en la nación, enamorada de los héroes de la pelota, y aplausos de las mujeres, muy entendidas en el juego, sino sueldos enormes, tanto que muchos peloteadores reciben por sus dos meses de trabajo más paga que un director de banco o regente de universidad o secretario de un departamento en Washington», escribió en Nueva York el 28 de junio de 1885.

Se adelantaba al gran negocio que es hoy este deporte, a la afición por la pelota, y de paso bautizó al jonronero o bateador como macanero. Al consultar el significado de macanazo en el diccionario de la Real Academia Española, encontramos: «golpe dado con la macana», en cuya descripción por la misma fuente, entre otras ocho explicaciones, se lee: «pala de paleta plana y mango largo». Es decir, el bate.

Al parecer el Héroe Nacional sí presenció juegos de pelota. Fausto Miranda, en un artículo titulado Su encuentro con Martí, en la edición sabatina del 11 de febrero de 1961 del periódico Revolución, se refiere a un partido en Cayo Hueso (a inicios de los 90 del siglo XIX) en el cual un mozalbete cubano de 16 años pegó un sensacional macanazo que hizo pequeño el terreno. Cuenta el cronista que aquel joven era Agustín Molina, apodado Tinti (1873-1961). El macanero, según un texto de Opus Habana del 30 de noviembre de 1999, realizó el acto temerario de venir a la Isla, poco antes de iniciarse la guerra de 1895, a traer propaganda revolucionaria, y para evitar sospechas participó en el campeonato de aquel año como miembro del equipo de Matanzas. Poco después regresó a Cayo Hueso y luego volvió a Cuba en una de las expediciones comandadas por el General Emilio Núñez.

El propio Molina le contó a Miranda que Martí pidió conocer al autor del jonrón, y una vez ante el líder revolucionario, le estrechó la mano, y pudo observar en «la mirada firme, pero agradable, el entusiasmo enorme que demostraba que él, grande como nadie, consideró aquel triunfo de los cubanos en la pelota como un buen presagio para la lucha que se iba a iniciar».

Es el mismo entusiasmo del cual nos llena hoy el béisbol con su reñida Serie Sub-23, ya en su etapa de grandes emociones semifinalistas, y los macanazos de AD54, cual presagio de la contienda que habrá que librar en el campo deportivo en el Premier 12 para clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Desde esta aparición martiana en el terreno, la actuación de AD54 en la liga del Pacífico del circuito japonés lo presentan como uno de los más recios macaneros y el más integral de los extranjeros que juegan en ella. Sus 15 macanazos lo sitúan en la cuarta posición; es séptimo en average (293), el mejor latino en la actual campaña, y sus 37 empujadas lo ponen de quinto entre los que más remolcan.

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