Más allá de la música caribeña, el tabaco, los autos clásicos y los símbolos culturales e históricos, un creciente número de estadounidenses comienza a descubrir un país que les ha sido vedado por más de medio siglo.
El deshielo de las relaciones entre La Habana y Washington, que inició el 17 de diciembre del 2014, trajo consigo una modificación de las regulaciones para viajar a la Isla, lo cual ya es palpable en las calles y comienza a dar forma a un nuevo futuro de los nexos entre los dos países.
“Yo quería ver qué estaba ocurriendo en Cuba”, asegura a Granma Lauren Smith, una neoyorquina que viaja a la capital cubana por primera vez.
Ella es uno de los más de 100 000 estadounidenses que han visitado Cuba desde que Washington relajara las restricciones de viajes en enero del año pasado.
El aumento exponencial de los arribos de ciudadanos norteamericanos durante el 2015 y lo que va del 2016 (superior al 50 % en relación con el 2014) es una de las realidades del cambio en los nexos de dos países separados por 90 millas de mar y una complicada historia.
“Esperaba ver las calles controladas por militares y, por el contrario, lo que he visto es mucha tranquilidad en La Habana”, afirma Lauren Smith.
El contacto directo con la realidad cubana, multifacética y compleja, está rompiendo muchos de los estereotipos que han sido fomentados durante décadas de confrontación.
Varios analistas señalan las implicaciones de un contacto mayor entre ambas sociedades. “Cambiaría mucho más rápido la percepción sobre Cuba de los ciudadanos norteamericanos y sería mucho más claro que el bloqueo es una política de la Guerra Fría, obsoleta, que debe ser eliminada”, refiere Luis
René Fernández Tabío, investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana (Cehseu).
Bill Delahunt, excongresista demócrata, veterano defensor de un acercamiento entre ambos países, coincide en que la política de limitar los viajes fue siempre “absurda”.
Lo que está cambiando es que cada vez más estadounidenses se dan cuenta de la inoperancia actual, refiere el exlegislador. “Aquellos que regresen de sus visitas a Cuba serán entusiastas de la nueva relación e insistirán en que la política no regrese a la época de la Guerra Fría”.
Mary Drobny, guía turística norteamericana de la compañía Cultural Journeys, indica por su parte que los pasos recientes son un “gran comienzo” pero es necesario crecer.
Sin embargo, las actuales leyes estadounidenses ponen freno a un mayor acercamiento.
Tan temprano como el 16 de enero de 1961 el Departamento de Estado norteamericano anunció disposiciones para frenar el normal acceso de sus ciudadanos a Cuba, supuestamente por la imposibilidad de ofrecerles servicios consulares y garantizar su seguridad.
A comienzos de enero de ese mismo año, la administración de Dwight Eisenhower decidió romper relaciones diplomáticas y fueron clausuradas la sede diplomática de Cuba en Washington y la de Estados Unidos en el Malecón habanero, las mismas que quedaron reabiertas el 20 de julio pasado.
Hoy, un ciudadano de Estados Unidos que desee viajar a Cuba puede hacerlo dentro de 12 categorías, sobre las que el presidente Barack Obama estableció una licencia general.
Los motivos aprobados van desde los intercambios religiosos a los de pueblo a pueblo, pero los viajes turísticos continúan prohibidos por la Ley de Reforma a las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones del año 2000, la misma legislación que contradictoriamente abrió la posibilidad de exportaciones agrícolas a Cuba, aunque bajo condiciones onerosas, como el pago en efectivo y por adelantado.
LA BATALLA EN EL CONGRESO
Hay dos iniciativas transitando en ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos que podrían cambiar el escenario.
El senador Jeff Flake, republicano por Arizona, y el demócrata por Vermont, Patrick Leahy, llevan adelante un proyecto de ley sobre la libertad de viajar a Cuba que ya cuenta con cerca de medio centenar de copatrocinadores en un hemiciclo de 100 bancadas.
Sarah Stephens, directora ejecutiva del Centro para la Democracia en las Américas, que ha organizado varias visitas de congresistas a Cuba, opina que la legislación a favor de los viajes tiene grandes posibilidades de triunfar, a pesar de que también debe pasar por la Cámara de Representantes, entre otros procesos legales.
“Nosotros estamos confiados de que el senador Flake atraerá a los 60 senadores necesarios para poner fin a estas disposiciones”, añade.
Sin embargo, el proyecto homólogo introducido por el representante republicano de Carolina del Sur Mark Sanford, en la Cámara de Representantes, ha logrado sumar solo 46 copatrocinadores (38 demócratas y ocho republicanos), en un órgano compuesto por 435 miembros. Los números explican por sí solos las condiciones adversas que prevalecen en esta cámara para avanzar proyectos favorables a la flexibilización del bloqueo contra Cuba.
“No hay oportunidad de que el Congreso termine con las prohibiciones sobre los viajes de los turistas americanos a Cuba este año. Los republicanos controlan tanto la Cámara de Representantes como el Senado y muchos no desean tomar ninguna acción para ayudar a Obama en esto”, considera por su parte William M. LeoGrande, profesor de la Universidad Americana de Washington y autor del libro Canales secretos hacia Cuba: La historia secreta de las negociaciones entre Washington y La Habana.
En ese sentido coincide el académico cubano Luis René Fernández Tabío, quien apunta la necesidad de observar si ocurren cambios favorables en la correlación interna en el Congreso sobre este aspecto, sobre todo después del último discurso del Presidente sobre el Estado de la Unión, donde volvió a insistir en la necesidad de eliminar el bloqueo.
Los tres analistas coinciden en que el 2017, después que se conozca el resultado de las elecciones presidenciales, es otro escenario en el que podría pasar cualquier cosa.
LA FRUTA PROHIBIDA
El pronóstico para el presente año es que continúen aumentando las llegadas de norteamericanos al país, especialmente, una vez que comiencen las operaciones de vuelos comerciales regulares entre ambos países a mediados del 2016, según han anunciado varias aerolíneas estadounidenses. Aun así lo más probable es que se mantengan en el rango de los cientos de miles de personas, como ha sido hasta ahora.
Sin embargo, los principales analistas coinciden en que el potencial real de viajeros con fines turísticos a Cuba se calcula en millones.
Fernández Tabío expresó que el levantamiento de estas restricciones traería enormes beneficios para la industria turística cubana y la de los viajes en Estados Unidos.
Además, pondría de manifiesto los obstáculos inadmisibles a los que están sujetos los norteamericanos debido al bloqueo, desde sus transacciones bancarias y las comunicaciones hasta los productos a los que están acostumbrados y no pueden adquirir dentro del país.
“Desde el punto de vista económico significaría un crecimiento muy grande en los ingresos para Cuba. Se ha estimado que los viajes se incrementarían a más de un millón de turistas, tal vez hasta dos millones en el primer año, por ser la fruta prohibida que todos quieren conocer”, refiere el académico cubano.
LeoGrande apunta que el impacto del fin de las restricciones trascendería la economía. “El aumento de los viajes, así como los intercambios sociales y culturales entre las dos naciones, ayudarán a avanzar en el proceso de normalización de las relaciones”, concluye.
Sin embargo, algunos apuntan hacia la otra cara de la moneda y recuerdan los problemas que históricamente han acarreado el flujo turístico desde el norte.
Si bien tras más de 50 años de Revolución la realidad actual es muy distinta a la de 1959, todavía está en la memoria cómo se intentó convertir la Isla en un “híbrido de casino con prostíbulo”.
También señalan las posibles consecuencias de una oleada masiva de turistas en la sociedad de la Isla, que defiende valores y principios distintos a los estadounidenses.
“La cultura cubana tiene mucho temperamento”, afirma al respecto Lauren Smith, la joven neoyorquina con la que conversó este diario en la calle Obispo, quien no cree posible que tantos años de historia puedan ser borrados de la noche a la mañana.
Maureen McKinley, una coterránea de Smith pero con algunos años más de experiencia, lo tiene bien claro: “creo que el cambio en este país depende de su pueblo y de cuánto este decida hacer por su futuro”.
Las doce categorías autorizadas para viajar a Cuba desde Estados Unidos
1. Visitas familiares a cubanos, funcionarios del gobierno de Estados Unidos radicados en Cuba o estudiantes/profesores autorizados a estar en Cuba.
2. Negocios oficiales del gobierno de Estados Unidos, gobiernos extranjeros u organizaciones intergubernamentales.
3. Actividad periodística.
4. Investigación profesional y reuniones profesionales.
5. Actividades educacionales.
6. Actividades religiosas.
7. Actos públicos, clínicas, talleres, competiciones atléticas y de otro tipo y exhibiciones.
8. Actividades de apoyo al pueblo cubano.
9. Proyectos humanitarios.
10. Actividades de fundaciones privadas o instituciones de investigación o educativas.
11. Exportación, importación o transmisión de información o materiales informativos.
12. Viajes relacionados con las exportaciones o reexportaciones autorizadas.









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Luis Eloy Suárez Escobar dijo:
1
16 de enero de 2016
06:48:55
Fernando Respondió:
17 de enero de 2016
12:21:15
Luis Eloy Suarez Escobar Respondió:
21 de enero de 2016
03:26:51
pablocs dijo:
2
16 de enero de 2016
09:06:01
marisa dijo:
3
16 de enero de 2016
22:31:41
medardo m rivero p dijo:
4
17 de enero de 2016
12:26:51
Enrique Suarez dijo:
5
17 de enero de 2016
13:58:50
Migue dijo:
6
17 de enero de 2016
17:03:20
Ali Issa El-Khatib dijo:
7
19 de enero de 2016
07:47:59
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