ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La Escuela de Formación Integral José Martí es una de las 12 instituciones de su tipo en el país, dedicada a la educación de menores con problemas de conducta o que cometen un hecho que la ley tipifica como delito. Foto: José Manuel Correa

Es viernes de visita familiar en la capitalina Escuela de Formación Integral (EFI) José Martí, perteneciente al Ministerio del Interior (Minint).

Un aula espaciosa, ubicada en el segundo piso de la institución, es el lugar para los encuentros de los alumnos con sus padres o responsables legales, que vienen a visitarlos. Entre ellos se encuentra Manuel Vigil Rivas, padre del menor de 16 años Janny Daniel Fernández Vázquez, quien se encuentra desde hace cuatro meses en la EFI por problemas de conducta.

«Es una experiencia en que ningún padre quisiera ver a su hijo», comenta con franqueza este hombre, mientras reconoce que el comportamiento de su hijo se ha modificado en esta escuela.

Con respecto a los profesores, afirma Vigil Rivas que «son magníficos».

Este viernes coincide con el día de pase, momento en que los alumnos, que llevan más de tres meses en la escuela y mantienen buen comportamiento, pueden irse unos días para el hogar.

Janna Anmara Valdés Diez ya recoge el permiso, que le entregan en la recepción de la escuela. Su hija Asuny, de 14 años de edad, saldrá de pase como corresponde, de acuerdo con los progresos manifestados en su tránsito por este centro. «Ella entró en mayo de 2021 por una conducta muy negativa. Las normas de aquí la han ayudado a entrar en horario, a hacer caso. Su conducta ha mejorado muchísimo», confiesa la progenitora de la menor.

La madre ratifica las buenas relaciones con el personal. «Ellos se han comportado como la madre de ella, preocupados y una puede acercarse a ellos sin ninguna dificultad».

 

DESTERRANDO IDEAS PRECONCEBIDAS

Sobre la EFI José Martí, como el resto de los 11 centros de este tipo que funcionan en el país, han existido opiniones en parte de la población que la práctica ha desmentido. En realidad se trata de instituciones educativas de tránsito, semejantes a las escuelas de la enseñanza general, solo que en las EFI entran los estudiantes que tienen necesidades educativas especiales para brindarles tratamiento, formarlos y reintegrarlos a la sociedad.

Sobre cómo y por qué los adolescentes llegan a estos centros, la coronel Luciana Calixto Prieto, segunda jefa de la Dirección de Atención a Menores del Minint, explica que la estancia en las EFI es una de las medidas educativas de las que dispone el Consejo de Atención a Menores, a partir del Decreto-Ley 64, que rige el sistema de atención a menores con trastornos de la conducta.

«El internamiento es excepcional, a partir de la participación del menor en un hecho que la ley tipifica como delito, o por mantener una conducta muy agravada», especifica la oficial, al tiempo que aclara que esta medida, una vez que se determina, «no tiene tiempo ni límite, sino que es a partir de que el menor vaya modificando su conducta, que puede ser antes o después del año, en dependencia del hecho, que la ley tipifica como delito, en el cual participó, y, por supuesto, de que la familia esté en condiciones, porque se buscan las potencialidades del menor, de la familia y del entorno, para poder prepararlo».

Una vez que se les aplica la medida, los estudiantes (la mayoría de 14 y 15 años, aunque el límite de edad mínimo es de 12 años y el máximo de 16) reciben el mismo programa de la enseñanza general, reforzado con tratamientos educativos especiales, de acuerdo con las necesidades y características de cada uno.

Un equipo compuesto por sicólogos, juristas y siquiatras, entre otros especialistas, se encarga de evaluar la evolución del comportamiento de cada estudiante, en función de lo cual se trabaja para que pueda reinsertarse a la sociedad.

Generalmente, los estudiantes no pasan más de un año de tránsito por esta institución, por lo que, al culminar, se incorporan a la enseñanza general, en sus propias escuelas, los que están cursando la Secundaria Básica, y a la enseñanza de oficios, los que se encuentran en esa etapa; en tanto que a los que coinciden con la culminación del noveno grado se les garantiza la continuidad de estudios en el sistema de Educación, agrega.

Del reto que implica impartir docencia en el centro nos refiere Alicia Hernández Sarmiento, directora docente de la EFI José Martí. «Aquí respetamos el nivel escolar con que entran los niños, aunque sabemos que ellos vienen con problemas de aprendizaje; trabajamos en base a eso, pero al final cumplimos con el Plan de Estudio de cada una de las especialidades de la Educación, porque aquí, aunque todos se relacionan, cada uno tiene su espacio y su lugar en el área docente».

Los espacios docentes son responsabilidad de los maestros, pues en ellos no intervienen ni los oficiales ni otro personal especializado, que realiza el tratamiento educativo en las restantes áreas.

El trabajo con los procesos cognitivos de los estudiantes, en busca de corregir su comportamiento, también tiene su lugar, el cual es dirigido por la teniente Yelena de las Mercedes Valenzuela Orta, sicóloga de la EFI José Martí.

«Aquí tenemos entre nuestras funciones brindarles tratamiento a todos los muchachos que son remitidos por el Consejo de Atención a Menores del Minint, que se basa, principalmente, en que ellos acepten la medida aplicada y su error, que comprendan cuál es la desviación que tienen en su conducta».

También les inculcamos, agregó, valores, hábitos y normas, así como trabajan en cuanto a la autoestima, el autocontrol, a identificar las condiciones personales, que no les permiten a ellos tener un comportamiento ajustado a la sociedad.

Con la familia se trabaja estrechamente. «Lo primero que se hace es acercarla a la escuela para trabajar de conjunto con ellos, porque nosotros solos no podemos garantizar la reinserción social de estos niños y adolescentes, una vez concluyan las medidas dispuestas».

Cuando salen de la escuela se les da seguimiento, de conjunto con los Oficiales de Menores en la comunidad, para darle continuidad al trabajo realizado y consolidar lo alcanzado en su etapa en la EFI, añadió.

Acerca de los mitos que persisten sobre la EFI, manifiesta que en parte de la sociedad se «estigmatiza porque desconocen las características de estos centros. A veces pasa que cuando los niños tienen que venir para acá, los padres reaccionan, pero cuando llegan, que nosotros les explicamos el tratamiento que brindamos y ellos mismos ven el resultado, se dan cuenta de que sus hijos sí necesitan de nuestra atención».

 

LOS IMPLICADOS EN

LOS SUCESOS DEL 11 DE JULIO

En torno a los sucesos del 11 y 12 de julio de 2021, y a los menores que estuvieron implicados en hechos que la ley tipifica como delitos, se han suscitado manipulaciones mediáticas. Por ejemplo, que se hallaban en prisiones. En la EFI José Martí se encuentran seis menores asociados a estos sucesos, todos varones, que han recibido el mismo tratamiento educativo sin diferencias de ningún tipo con el resto de los estudiantes.

Tal es el caso del adolescente, de 16 años, Yeniel González Pérez, quien ingresó a la EFI por un hecho que la ley tipifica como delito, cometido el 11 de julio. Su padre indica que es una «experiencia que nosotros nunca habíamos vivido; al principio no lo aceptaba…, yo decía que mi hijo no podía haber hecho eso, que cómo le iba a pasar eso, pero uno poco a poco va comprendiendo y te das cuenta que cometió el error y tiene que enmendarlo; en este caso modificando su comportamiento.

«A nosotros se nos ha tratado bien; yo pedí entrevista con el Fiscal y me la dieron; puse una queja en Atención a la ciudadanía y se me dio la respuesta, me citaron y la jefa principal de Atención a Menores tuvo una entrevista conmigo y me explicó detalladamente, que esto no era una prisión, que aquí lo que se iba a hacer era educar al niño».

La experiencia ha sido difícil, pero, para el padre, ha tenido su lado bueno. «Él está aquí por un error, pero ha mejorado mucho en su forma de ser, en su forma de actuar, en la relación con la familia y con los demás. Por lo menos, la relación de él y mía se ha reforzado; nos comunicamos más, nos queremos más, nos hemos hecho falta el uno al otro», afirma el padre de Yeniel.

Por su parte, Yeniel –un muchacho de gran fluidez comunicativa y léxico casi perfecto– comenta que hasta ahora todo le ha ido bien y participa en La Colmenita de la escuela, mientras describe, detalle a detalle, cada actividad que realiza en el día. Sobre sus perspectivas futuras, dice que desea continuar en su carrera de Mecánica Industrial, para más adelante optar por la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae).

«De todo lo malo se saca lo bueno y aquí he aprendido bastante; yo no quisiera haber estado aquí nunca, pero ya que estoy aquí tengo que hacer las cosas bien y ser mejor que como era antes. He aprendido a valorar más a las personas que tengo a mi lado, a quienes no les daba tanta importancia.

«Yo llegué aquí asustado, pensando que esto iba a ser peor, por lo que la gente comenta en la calle de estos lugares, y al final es todo lo contrario; aquí los profesores te ayudan, te dan consejos, hablan bastante con nosotros», reafirma.

Al personal de la EFI José Martí le enorgullece que la mayoría de los estudiantes que pasan por sus aulas logran reinsertarse en la sociedad. Una de las profesoras comenta: «Los hemos tenido que han retornado a la escuela de visita, a vernos, y hay quienes están trabajando y más nunca se han involucrado en nada que atente contra la ley. Por ejemplo, tenemos un Doctor en Epidemiología, que vino en una visita a la escuela y dijo: «yo estuve aquí»; y nosotros pensamos: «ah, sí, de visita»; y dijo: «no, yo fui alumno de esta escuela. Y hoy soy médico».

 

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.