ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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El odio contrae el alma; luego, en esa diminuta cápsula ya no cabe la felicidad, la tolerancia o la comprensión. Según los estudiosos de Martí, salvo el conocido fragmento de su poema Abdala, en el que usa la palabra de marras, es poco común encontrar «odio» en la inmensa obra martiana.

¿Acaso no tenía el Apóstol, que llevaba en su piel y en su corazón el horror de la colonia, motivos para odiar con ahínco? Sin embargo, agudo en su crítica, certero en sus principios e incapaz de pactar con el enemigo, no contemplaba la necedad del rencor, aún contra sus verdugos.

En materia política y con respecto a Cuba, los odiadores modernos son de dos tipos: los del odio mercenario y los que odian sin motivo aparente. Aquellos que reciben sus monedas a cambio del rencor visceral que derraman contra el país en el que nacieron, tienen al menos esa bochornosa justificación monetaria, pero, ¿y los otros, los que no están en la nómina?

¿Qué justifica la reacción violenta, la amenaza enfermiza, el improperio y hasta la ofensa personal con los más groseros epítetos, por el solo hecho de no coincidir políticamente con aquellos que defendemos un proyecto social de profundas raíces humanas? ¿Fueron alguna vez odiados tan brutalmente en Cuba, los que fuera e incluso dentro de ella, no encuentran otra forma de sostener las diferencias que no sea a través de los insultos?

¿Crecieron en un país que los maltrató, los insultó, los torturó o les negó el derecho a ser personas dignas? ¿Por qué nació su desprecio terrible y su odio incurable hacia un Estado que no les negó jamás el derecho a ser profesionales, o a tener hijos vivos en un mundo de tantos niños muertos?

Qué tipo de sociedad o qué miserable país sería este si, en el ir y venir de nuestras calles, en el ajetreo solidario de sus barrios o en el fraterno café de la mañana, se filtraría el odio entre hermanos, la revancha, el desprecio absoluto por la vida, y esa injustificada sed de herir que algunos dejan escapar, como un veneno, en las redes sociales.

Solo aquellos que han añorado siempre el desplome de Cuba, buitres que esperan la oportunidad de picotear las entrañas abiertas del caimán; solo aquellos que no son de esta tierra, podrían de verdad festejar, desde lejos, el odio entre cubanos.

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