ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Belarmino Napoleón era hijo único, pequeño, blanco como polvo de tiza e insoportable como mata de guao. Sus padres tenían dinero y él era el dueño de un buen bate de béisbol, tres guantes de piel, una careta de «quécher» y dos pelotas de cuero. No quedaba más remedio, había que contar con Napoleón si queríamos tener un juego con los aseguramientos necesarios, pero era el típico egocéntrico y, si no se hacía lo que deseaba, recogía los cheles y se acabó el partido.

Le encantaba ser pícher, a pesar de que no tenía nada en la bola, le bateaban para todas las bandas y, cuando se hacía el intento por sustituirlo, allí mismo armaba el titingó y por tal de seguir jugando se le dejaba en la lomita hasta que él mismo, con más de 15 carreras a su cuenta, se daba por vencido; sin embargo, después de ese pésimo inicio casi nunca había tiempo de recortar la desventaja y su equipo terminaba perdiendo. Así fue hasta que lo mandaron a freír tuzas, se consiguieron guantes propios, bates de Guásima y pelotas forradas con esparadrapo.

Paulina Platón, alias la Geocéntrica, siempre se consideró lo máximo, y todo porque mamá y papá jamás pusieron reparos en consentirle y, al contrario, auparon sus ínfulas de ser mejor entre las mejores.

Esas personas que siempre han pensado que se lo merecen todo y que casi nunca aportan nada, son un verdadero problema para las relaciones humanas y para el colectivo que los rodea. Basan su pretendida posición de superioridad en ventajas económicas o físicas, que casi nunca se acompañan de una potencia similar en lo que a cerebro se refiere, piensan poco y pretenden mucho.

Por desgracia, en el vecindario americano tenemos bien identificados a quienes lo que poseen les parece poco y pretenden ensancharse mediante la Doctrina Monroe. Trump desea  ganar las elecciones por encima de todo, sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo y en eso de atribuirse el éxito como un mérito que solo a él corresponde, no creo que nadie pueda superarlo, aunque en realidad se le muera el pueblo de coronavirus o tenga un país con más balas que flores, mientras sigue con la ilusión de apoderarse de Cuba.

Pero tiempo al tiempo, como dicen los abuelos, que si esta Isla ha ganado el pleito a guerreristas, mentirosos y simuladores, pocas esperanzas les quedan a los egocéntricos.

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