ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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El mejor regalo que se hace a un profesional, más allá de moldear y enriquecer su capacidad y talento, son los valores, los principios, y la vocación humanista, sin la cual no serviría de mucho el dominio del más amplio conocimiento. Foto: Archivo

No fue casual que Fidel la incluyera dentro de su magistral concepto, como cualidad indispensable para definir a la Revolución. Tampoco lo es el hecho de que en su versión adjetiva, el término acompañe a las cuatro letras del nombre de esta Isla, cuando cualquiera de los millones de seres humanos que la admiran y le agradecen se refieren a ella.

Lo cierto es que, según pasan los años, más notable se hace la relación de este pueblo con ese principio, valor, tradición, filosofía de vida, que se denomina solidaridad. Es más, resulta imposible referirse a la historia de esta tierra, sin que a nuestra rebeldía, intransigencia, espíritu de lucha, resistencia, respeto por la libertad, se le sume la vocación humanista que implica, sin lugar a duda, entender la solidaridad como un deber, más allá de otras interpretaciones.

En los tuétanos, ahí lo llevamos, como enfáticamente se acostumbra a afirmar en esta tierra, cuando queremos demostrar cuán profunda, intrínseca o raigal es para nosotros una manera de pensar, de actuar o de vivir.

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Desde que triunfó la soñada sociedad de este con todos y para el bien de todos, dejamos siempre claro que la verdadera grandeza de esa obra, lo que la haría en realidad excepcional, sería su capacidad de irradiarse al mundo de ampliar ese «todos», mucho más allá de nuestras fronteras, para extenderlo a aquel que en el mundo necesitara, como humildemente dijo el Che, el concurso de nuestros modestos esfuerzos.

Ya Martí había avizorado cuán importante sería el papel de Cuba dentro del continente, cuán inspirador sería su ejemplo. Así lo entendió la generación que hizo de sus ideales guía indispensable para el programa revolucionario. Así lo entendió Fidel, incansable defensor de estrechar lazos entre los pueblos, de acortar las distancias que por infinidad de motivos llegan a ser abismos entre los seres humanos.

Por esas razones, con la firme autonomía de la que goza un país libre, decidimos que seríamos una nación de brazos extendidos al que sufre, de cálido abrazo a los desposeídos, de disposición constante para brindar ayuda. Escogimos el camino del dar y el compartir que en su más pura esencia desconocen fútiles diferencias. Abrazamos el ideal de que el solo hecho de pertenecer a la especie humana, nos convierte en hermanos.

Muchos son los símbolos de esa, nuestra sagrada postura para con el mundo. Sinceramente, no creo que exista un solo sector de esta sociedad que no haya sido representado dignamente por un colaborador en otras regiones. Sin embargo, quién puede negar que descansa en nuestro personal de la salud, uno de los que, por su elevada sensibilidad, hace que en los más inimaginables rincones del planeta, se reconozca la buena voluntad de nuestra patria.

Porque no ha habido hasta hoy fuerza natural, enfermedad, sitio inhóspito, que detenga a los miembros de ese ejército cuyas armas son el compromiso, el saber y la voluntad. Por medio de los servicios de salud, han convertido también a la solidaridad en esperanza de vida, en mensaje de amor, en seguridad de amparo. Y es tan humilde su postura, que no ven en ello nada heroico. Se trata de cumplir con su deber y por lo tanto, emprenden el camino sin preocuparse de lo difícil que pueda resultar.

El solo hecho de imaginarlos, cual estoicos caminantes, desandando los senderos de desconocidas tierras, conmueve hasta lo más profundo y provoca una sensación de orgullo que difícilmente pueda traducirse con palabras, porque algunos sentimientos no tienen traducción.

De una población de 11 millones, decir que solo del sector de la Salud, 400 000 de sus hijos han estado en 164 países en calidad de internacionalistas, es un dato que habla de la inclinación natural de este pueblo a colaborar con sus semejantes, sin poner jamás como pretexto las conocidas limitaciones económicas a las que nos ha sometido el bloqueo estadounidense por más de seis décadas.

Pero hay tanto de vergonzoso y pútrido pululando en el actuar de nuestra especie, que existen todavía seres humanos dispuestos a manipular la entrega, el altruismo, la trasparencia del acto de salvar vidas. Hay quien difama, acusa, miente en el afán desesperado de hacer mella en la elevadísima moral de Cuba, que constituye a la vez su carta de presentación ante el mundo. Unos hacen de títeres y gustosos actúan en la función, mientras otros, parapetados tras el muro que levantan el dinero y el poder, mueven los hilos a su antojo.

Esclavos, incitadores de la violencia, reclutadores políticos, son algunos de los denigrantes apelativos sobre los cuales han construido sus campañas de descrédito los más rancios detractores de la Mayor de las Antillas, con el fin de justificar medidas arbitrarias e incongruentes contra las misiones médicas cubanas.

La calidad humana de nuestro personal de Salud es tan alta como sus competencias profesionales. No es de extrañar entonces que al despedirse de Brasil, Ecuador y Bolivia, los acompañara el dolor del desamparo que dejaban tras de sí, del sufrimiento invisible ante los ojos neoliberales y capitalistas. Si a alguien le queda la más mínima duda de esos lazos, del amor que siembran por donde pasan, que pregunte a los más pobres, a los que están más abajo en las portentosas pirámides sociales, a los que nunca vieron antes un médico, y en cientos de lenguas escucharán ese mismo mensaje, claro, breve pero profundo: Gracias, Cuba.

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Sin chovinismo, sin vano orgullo, pero en medio de esta pesadilla llamada Covid-19 que vive hoy el mundo, privilegiados aquellos que puedan contar con el talento, entrega y capacidad de los galenos cubanos. Lástima que las diferencias políticas se impongan a lo que debería ser la mayor preocupación de un gobierno: el bienestar de su pueblo.

En este, como en otros momentos difíciles para la humanidad, Cuba da lecciones al resto del mundo. Tal es así, que con la misma convicción con la que han enfrentado el caos tras un terremoto, huracanes, inundaciones, con la misma que les permitió mirar de frente a los ojos del ébola, ya valiosos frutos del sistema de salud cubano han dado a sus familias un abrazo de despedida, para  combatir a la pandemia lejos de su tierra natal.

Así respondemos nosotros, mientras el poderoso imperio se niega a levantar sanciones económicas, y su gente muere por no tener acceso ni siquiera al test que permite el diagnóstico certero de la enfermedad. En tanto se mantienen como perseguidores de Cuba

Pero eso no es nada nuevo, no nos asombra, hemos vivido demasiado cerca del monstruo como para saber cuan negras son sus entrañas. Esa es la razón por la que nos empeñamos en responder al reclamo de la Organización Mundial de la Salud, de actuar como planeta, más que como naciones individuales, de sentarnos como orbe, poniendo de lado las diferencias, a trazar pautas que permitan salvarnos, sí, salvarnos, porque la humanidad somos todos.

Y al servicio de ese bien supremo están nuestros científicos de BioCubaFarma, los especialistas del IPK, cada médico y enfermera de la familia, cada técnico, licenciado, de esa fortaleza que se llama Sistema de Salud cubano. Están prestos a servir como tantas otras veces. No preguntan el dónde, solo el cuándo, no preguntan a quién, sino cómo.

Porque en Cuba no todo se trata de academia, de exigencias para un aprendizaje de calidad. Aquí se trata de formar seres humanos, y el mejor regalo que se hace a un profesional, más allá de moldear y enriquecer su capacidad y talento, son los valores,  los principios, la vocación humanista sin la cual no serviría de mucho el dominio del más amplio conocimiento.

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Angel Rodolfo Díaz Cadalso dijo:

1

18 de marzo de 2020

09:31:09


La solidaridad y el internacionalismo son la base de nuestro Socialismo.

Dianeibis dijo:

2

18 de marzo de 2020

15:36:25


Ojala y todo lo bueno que estamos haciendo en favor de la humanidad se revierta en bienestar para los cubanos.

NICASIO dijo:

3

18 de marzo de 2020

18:45:52


Al regreso de Brasil de nuestros médicos por las causas conocidas quedaron alli un grupo que decidió encaminar su trabajo por ese rumbo. Sin embargo, ahora en medio de la situción que se está viviendo con el Covid 19, un grupo de ellos solicitó a Brasil, segun he leido en las redes sociales, conformar un equipo para ayudar a ese pueblo. Espero que cumplan con su cometido y que aun asi demuestren que llevan sangre cubana y que fueron formados en nuestro país solidario.

Eloy dijo:

4

18 de marzo de 2020

21:05:28


Buen artículo..