NORTH YORK, Toronto.—Catherine Ibargüen pone la mirada en el tanque repleto de arena, pide aplausos al público y sale a la carrera, cualquiera diría que sin pensarlo. Ese arranque frenético no coincide con la imagen de una atleta de primer nivel, pero poco a poco su zancada, sus estirones tras pisar la tabla y el vuelo decisivo hasta clavar los pinchos nos despejan las dudas: estamos en presencia de un fenómeno del triple salto.
La colombiana, subcampeona olímpica en Londres 2012 y titular mundial en Moscú 2013, tiene una técnica depurada, pulida a lo largo de muchos años de trabajo, en los cuales ha transitado del salto de altura a la longitud y finalmente al triple, aunque todavía incursiona en el largo, modalidad en la cual se alzó con la presea de plata en la última edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, México.
Su evolución está ligada directamente a Cuba, pues desde hace años se prepara con entrenadores antillanos, los cuales se han encargado de conducirla por cauces ganadores. En principio, Jorge Luis Alfaro y Regla Sandrino fueron sus guías en la altura, y después pasó a manos de Ubaldo Duany, su actual guía en el triple.
Con él ha adoptado la filosofía de superarse en todos los escenarios, con un máximo nivel de exigencia. Este detalle lo pudimos constatar en la reciente lid de triple salto de los XVII Juegos Panamericanos, en los que Ibargüen se coronó por segunda edición consecutiva, ahora con un estirón de 15.08 metros, que hubiera constituido récord de la lid de no ser por el viento a favor (+2.3 m/s) que soplaba en las instalaciones de la Universidad de York.
“Mi principal objetivo era volver a realizar una gran marca y continuar la preparación rumbo al Mundial de Beijing. Pretendía realizar un salto como este para seguir ganando confianza, gracias a Dios lo conseguí y ahora hace falta mantener la línea con marcas por encima de los 15 metros”, señaló a Granma en la zona mixta la triplista de 31 años, quien sorprendió a muchos al materializar su último intento, ya con el oro asegurado.
“Normalmente uno se reserva, pero el profesor me ordenó que saliera a ese intento. Yo estaba cumpliendo sus exigencias y también las del pueblo de Colombia, que quería verme lograr el mejor resultado posible”, añadió la carismática atleta, quien después de la competencia estuvo cerca de 40 minutos firmando autógrafos y tomándose fotos con sus seguidores.
“¡Qué rico! Es lo máximo compartir con todos los que apoyan, y me satisface mucho también aportarle a Colombia otro título en el medallero, ser parte del gran éxito del país en estos Juegos”, resaltó Ibargüen, cuya fórmula ganadora se basa en la perseverancia y las ganas.
“Los atletas de nuestro país ya se ven con la capacidad suficiente para plantar cara al resto de los países que siempre han dominado los Panamericanos, y ha sido clave la ayuda del gobierno, aunque todavía falta mucho camino por recorrer. Sin apoyo, a un deportista le cuesta alcanzar resultados, por eso es válido reconocer a quienes nos han brindado su mano. Al pueblo de Colombia, los amo, los quiero, gracias por los ánimos y hay Catherine para rato”, concluyó la triplista.
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23 de julio de 2015
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