ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Arley Calderón se ciñó la primera corona cubana de estos Juegos. Foto: Tomada de Jit

Santiago de Chile.–En lengua mapudungún, Chimkowe significa lugar de encuentro. Y en el centro cultural con ese nombre, en la comuna Peñalolén, llegó la primera medalla de oro de la delegación cubana en los XIX Juegos Panamericanos Santiago-2023. Allí mismo, la Mayor de las Antillas se encaramó en un podio que parecía una misión imposible.

El cubano Arley Calderón, de los 61 kg, llegó a la capital chilena con un pronóstico de medalla de bronce. En el Campeonato Panamericano de este año había alcanzado la presea de plata, con 275 kg de total, mientras en la lid del orbe ocupó la décima posición.

Con 125 kilogramos, pretendió ponerse delante del resto de los concursantes en el ejercicio de arranque. Pero nos contó que salió confiado a la plataforma, y «fallé en el primer intento. Después, en la segunda oportunidad, fui al seguro, estaba precisado a hacerlo, y le di bien a esa marca».

Mientras el resto de los oponentes salía y venía del escenario competitivo, en la prueba del envión, él, en los salones de calentamiento, no se movía de su lugar. Cuando todos agotaron sus intentos, y la cota estaba en 153 kilogramos, apareció su nombre y la solicitud de 154 kg, lo justo para la medalla dorada.

Sus manos apretaron la barra llena de discos, y con limpieza técnica y la fuerza que se requiere para levantar más del doble de su peso corporal, se ciñó la primera corona cubana de estos Juegos.

«El envión es mi seguridad, es el movimiento. Me había preparado muy bien, y eso me dio la confianza de salir a la última prueba a dar lo mejor y alcanzar la medalla de oro en el total», expresó Calderón.

Sobre la competencia, comentó que «los rivales en el área son de un alto nivel, y de muy buena actitud competitiva, por eso es mucha la tensión que hay que vencer».

Esta edición no da boletos directos a los Juegos Olímpicos de París-2024, pero sí puntos para el ranking de esa cita. «Para ese objetivo, aún tenemos los eventos clasificatorios, por lo cual hay que seguir esforzándose mucho más», precisó.

Por ahora, toda Cuba se llenó de sus fuerzas y celebró, como debe haber festejado su tierra natal, San Juan y Martínez, en Pinar del Río, este triunfo, que ratifica a la halterofilia como el deporte que más ha aportado al medallero histórico de la Mayor de las Antillas en Juegos Panamericanos. Su diadema dorada fue la 161 de los forzudos.

BATALLA DORADA PARA LA MEDALLA DE BRONCE

Olfides Sáez es lo que se dice un guerrero. Tuvo que salir a buscar diez kilogramos para hacerse de un lugar en el podio, y el cienfueguero subió sobre sus hombros la presea de bronce en la división de los 96 kilogramos. Se dice fácil, pero fue una batalla en la plataforma.

Solo pudo levantar 156 kilogramos en el arranque, por lo que sus rivales más directos, el pinareño nacionalizado chileno, Arley Méndez, y el canadiense Bellemarre le sacaron ventaja de nueve unidades.

Nos dijo que se sentía bien en el primer movimiento, pero una descoordinación le hizo fallar en los otros dos intentos. «Estuve un poco tenso, pero en el envión se arregló todo».

Sáez, quien obtuvo el cuarto lugar en Lima-2019, abrió en el envión con 195 kilogramos, y luego superó los 201, con lo cual sumó 357 en total, un kilogramo más que Méndez y Bellemarre, para borrar la amplia ventaja que le sacaron en el arranque.

Quiso superar los 205 kg, pero... «Ese peso era una demanda que me hacía, pues han pasado muchos años sin intentarlo. No, no me confié, pero tal vez me apuré un poco y no lo terminé».

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