En la antigua Grecia el ritmo cuatrienal de los Juegos Olímpicos pautaba la vida de los seres humanos. Algunos estudiosos o biógrafos de Platón expresaban que vivió 20 olimpiadas, lo cual, además de singular, es una hermosa manera de expresar sus 80 años. Así les ocurre a los deportistas, quienes recorren esos cuatro calendarios intensamente, soñando el minuto que le deparará la gloria, esa que han tejido en 72 largos meses.
Pero las musas se hacen realidad o no en un instante, lleno de emociones, y en las tribunas del estadio o frente al televisor corre, como si todos fueran Píndaro, el juicio sagrado de los Grandes Juegos / y la fiesta cada cuatro años. Lima acaba de correr las cortinas de los Panamericanos y ellos, los deportistas, hicieron que el pecho henchido por el orgullo nacional de sus representaciones, cargara con las medallas de oro y las frustraciones. Durante 15 días saltamos, corrimos, levantamos el peso con ellos.
La capital peruana fue la Olimpia de América desde el 26 de julio hasta ayer, y en ella los hijos de 41 nacionalidades fueron por la gloria de ver en lo más alto del mástil a su estandarte. Se había dicho que serían los Juegos Panamericanos de más calidad por la presencia de un centenar de medallistas olímpicos, y tras apagarse el fuego de la justa, y todavía sintiendo las palpitaciones de los héroes tras el esfuerzo, a nadie le quede dudas: fueron los de más nivel competitivo de la historia.
LIMA Y SUS COTAS
En la capital peruana los Panamericanos se multiplicaron. Las posibilidades que dieron sus lides para acceder a los Juegos Olímpicos, el desarrollo de la región que se ha expresado en un salto cualitativo impresionante y más interés en plasmar en las canchas las virtudes nacionales, entre otras, son algunos de los resortes donde se asentaron esta explosión de cualidades atléticas.
Por tercera vez en 18 ediciones 31 países pueblan la tabla final de medallas. Fue la primera vez que más de 20 pabellones alcanzan preseas doradas, en total fueron 25 banderas a lo más alto del podio, y entre ellas, cinco se estrenaron como ganadores: Granada, Barbados, Bolivia, Islas Vírgenes Británicas y Paraguay.
Nunca antes, desde 1951 cuando Buenos Aires estrenó estas competencias multideportivas, seis legaciones habían rebasado los 30 premios de primer lugar y siete los 25, lo cual hizo que el sexteto vanguardista copara más del 75 % de las coronas de laurel.
En ese selecto grupo está Cuba, que cumplió su ideal de ir por más en un contexto retador que escaló también como nunca antes. La ausencia de participantes en más de 150 disputas de lauros era un hándicap sabido, pero no por eso renunció a buscar la gloria y la halló, porque si solo miramos al medallero perderíamos de vista las hazañas, la entrega y el compromiso con un pueblo que sabe premiar a los suyos.
Qué, si no proezas, fueron las victorias de la discóbola Yaimé Pérez, la pertiguista Yarisley Silva, la heptatleta Adriana Rodríguez, la del equipo masculino de espada o los segundos finales del éxito del luchador Yurieski Torrealba. Ellos llegaron exigidos en un momento único, en la última oportunidad, cuando la gloria parece escapar, cuando se demanda el extra, y brotaron coronados con laureles que hicieron estallar las emociones de un país. Fue Laina Pérez la que abrió esa senda dorada; sí, una mujer, porque ellas tuvieron excelso protagonismo, tanto que si hubieran conformado una delegación habrían finalizado entre las diez primeras, con ocho trofeos áureos, 12 de plata y 16 de bronce, superior a 31 comitivas de las participantes con todos sus miembros.
Cómo no calificar de colosal el triunfo de Luis Enrique Zayas, que nos devolvió el reino de las alturas, en presencia de su soberano, Javier Sotomayor, quien parecía elevarlo en cada salto, como si le hubiera dado sus zapatillas de saltamontes; sabíamos vencedores a los boxeadores, pero la responsabilidad hizo que no por esperado, se sintiera como único. Los luchadores, guiados por Mijaín López, un cubano invencible en la duela y en sus sentimientos, y los judocas, cumplieron; también el remo y el canotaje, y las bellas muchachas de la gimnasia rítmica, Yesenia Ferrer y sus compañeros gimnastas. Igual honró su compromiso Arlenis Sierra sobre su corcel metálico en el ciclismo de ruta y la aguerrida Lisandra Guerra.
LA SEÑAL DE TOKIO
Si miramos al medallero solo con ojos de campeonismo, perderíamos el alcance de la batalla de Lima. La manera en que se lograron los triunfos y en las disciplinas que se conquistaron, trascienden el espectro continental y permite afirmar que ese lugar y esos deportistas expresan que Cuba continúa siendo una potencia mundial.
A casi un año de los Juegos Olímpicos de Tokio (24 de julio al 9 de agosto de 2020), lo visto en la capital peruana avizora que la mayor Isla de las Antillas conservaría en ese supremo escenario atlético la vanguardia de Latinoamérica y el Caribe. Pocas naciones del continente y del mundo llegarían a la urbe japonesa con potencialidades de diez o más diademas, Cuba será una de ellas. Recordemos que en la última versión bajo los cinco aros, en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, el séptimo del medallero logró diez coronas y el décimo ocho.
Boxeo, atletismo, lucha, judo, canotaje y el mismo taekwondo, que salió de los Panamericanos sin ganadores, sin descartar al tiro y al remo, tienen las fuerzas necesarias y comprobadas de alzarse con esa gloria en la apoteosis muscular que viviremos en apenas 12 meses. Las hazañas de Lima nos hacen soñar en grande, queda ahora que un diseño de preparación, más que nunca asentado en bases científicas sólidas, respalde una aspiración que no sería una quimera.
Veamos entonces, más allá del medallero de Lima, con los ojos de Fidel, cuando nos dijo el 24 de agosto de 2008, en su Reflexión Para el Honor medalla de oro: «El hecho de que participen más naciones y las competencias sean más duras es en parte una victoria del ejemplo de Cuba. Los atletas cubanos… que en vez de oro trajeron plata, bronce o un lugar destacado en las competencias, tienen un enorme mérito… Son ejemplos insuperables en el mundo. Para los que regresan hoy, el aplauso de todo el pueblo. Recibamos a nuestros deportistas olímpicos en todos los rincones del país. Resaltemos su dignidad y sus méritos. Hagamos por ellos lo que esté a nuestro alcance».










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Miguel Angel dijo:
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12 de agosto de 2019
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Odalis dijo:
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WILFREDO JESUS BLANCO dijo:
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Alfonso Casanova dijo:
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