LIMA.-Ya se ha hecho habitual que muchas de las naciones participantes en eventos deportivos como los Juegos Olímpicos, Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe nutran sus nóminas de varias disciplinas con jóvenes importados, pensando en mejorar los resultados competitivos.
Acá, por ejemplo, la selección peruana de béisbol cargó con unos cuantos peloteros de origen japonés quienes se desempeñaron como regulares en el terreno. Canadá igualmente llevó al rectángulo del bádminton a dos nutridas escuadras de origen asiático, masculina y femenina, para de igual manera acceder a medallas. El fin justifica los medios.
Ante tal práctica podríamos preguntar. Acaso el Comité Olímpico Internacional (COI) no repara en el gigantesco esfuerzo que realizan los países pobres (los mismos a los que hace una semana el presidente del COI, Thomas Bach, les dijo aquí que va a dedicarles en el futuro el 90% del presupuesto de esa organización) para disponer de dinero y enviar a sus equipos a los torneos clasificatorios, en aras de obtener boletos. Aun así, en muchos casos no se logra clasificar a los elencos completos.
La intención del COI de incrementar la colaboración con las naciones en desarrollo, en su esencia, se encamina hacia una acción satisfactoria, en caso de concretarse; pero mientras tanto en competencias como Lima 2019 veremos la enorme brecha que se abrirá en el medallero entre los que, además de ser potencias en sí mismo, calzan su eficiencia con deportistas importados, porque poseen recursos financieros para sufragar los gastos de atletas y entrenadores extranjeros.
Cuba se encuentra entre esas naciones que, desde el mismo momento en que concluyeron los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, afrontó la preparación de su comitiva presente en esta capital. Conseguir ese objetivo significó un importante empeño, no solo en alcanzar un alto rendimiento de sus jóvenes, sino que debió calcular con precisión de reloj dónde ponía cada centavo entre los tantos torneos clasificatorios a los que debió concurrir para traer aquí a sus 420 atletas. Y aún así, habrá más de 100 pruebas en las que no va a participar.
Unido a lo anterior, la seguridad de que los deportistas cubanos estuvieran limpios de doping entrañó un quehacer meritorio del Laboratorio Antidopaje de La Habana, labor que, más allá de merecer el reconocimiento de nuestro pueblo, garantiza que la delegación enfrente los retos competitivos libre de dificultades, mostrando su juego limpio.
Ni deportistas importados, ni dopaje, nuestro país vino a este escenario a mostrar la calidad y el honor de sus atletas, orgulloso de haber presentado una delegación limpia y muy cubana.










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Robert Rodriguez dijo:
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2 de agosto de 2019
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Miguel Angel dijo:
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2 de agosto de 2019
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JOSE CARLOS GARCIAJACOMINO dijo:
3
2 de agosto de 2019
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JOSUE Respondió:
2 de agosto de 2019
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Ramon dijo:
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2 de agosto de 2019
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Luis Aguiar dijo:
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pedro rodriguez Respondió:
2 de agosto de 2019
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Juan E. Nápoles Valdes dijo:
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2 de agosto de 2019
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Germán dijo:
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7 de agosto de 2019
10:52:29
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