ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La navegación por las redes sociales pareciera transcurrir en las aguas de un mito, debido a los cantos de sirena anunciados a cada segundo. Si hablamos de ellas en términos contrapuestos, como un desierto, observaremos espejismos detrás de las dunas, mucho más desde la proliferación de los contenidos generados con inteligencia artificial (IA). 

Ingreso en Facebook y me asaltan videos de una Cuba floreciente, rascacielos levantados en el malecón habanero, la construcción de comunidades formadas por mansiones; símbolos inequívocos del progreso. Pero tales publicaciones están precedidas por una frase insidiosa, al estilo de: «Esto pasaría tras el fin de la dictadura».

Aliados de una poderosa herramienta tecnológica, los enemigos de siempre intentan inyectar en los cubanos, agobiados por las dificultades, la ilusión de un desarrollo capaz de satisfacer, con creces, sus necesidades.

La nostalgia constituye uno de los factores más influyentes en la sicología y, con esta estrategia comunicativa, pretenden despertar la añoranza por los glamorosos años 50 del pasado siglo, cuando La Habana devino Las Vegas del Caribe.

Sin embargo, solo nos cuentan una pequeña parte del relato y omiten por completo la tristísima realidad denunciada por Fidel en La historia me absolverá, sobre un país ahogado en la pobreza, el analfabetismo, las enfermedades, el hambre y la sangre de sus jóvenes, regada por una verdadera tiranía.

Nada bueno significaría volver a encontrarnos bajo dominio extranjero; al contrario, los problemas bien grandes de hoy alcanzarían dimensiones inimaginables.

La simpleza de la lógica expuesta en los videos contradice la ley de acumulación del capital, enunciada en el primer tomo de la obra más colosal de Carlos Marx: el acaparamiento de lujos en un polo de las sociedades se nutre de la miseria y los males sufridos por los demás.

Una hermosa canción de Vicente Feliú reza: «no hay sueño barato ni gris, / ni riqueza que brote de un cuerno feliz», y ellos lo saben, pero persisten en la venta de humo. Además, esta nación nunca se entregaría sin pelear, así, tan mansamente, aunque quieran convencer a algunos de que esa es la única vía de salvación. 

Vale recordar el contrapunteo entre José Martí y Domingo Faustino Sarmiento en torno a la civilización: a partir de esfuerzos propios o impuesta desde afuera. Asimismo, debemos insistir en la importancia de la independencia tecnológica para ayudarnos a soñar y trabajar por el futuro necesario, pero no imposible y, mucho menos, traicionado.

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