Los apagones continúan, y de qué manera, en provincias como esta, e incluso caídas del Sistema Eléctrico Nacional, como la que padecimos recientemente.
Pero como el Sol no puede ser tapado con un dedo, es justo admitir que también prosigue la voluntad –en acciones– para poner fin, o al menos reducir, progresivamente, esas indeseadas e indeseables afectaciones en el servicio eléctrico.
Por cierto –y hablando del Sol–, toda persona medianamente informada sabe que, en los últimos días y semanas, han sincronizado o se han inaugurado nuevos parques solares fotovoltaicos que, si bien no resuelven del todo la situación, van «arrancándole pedacitos al problema», como ha sugerido desde el principio, para todo, el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Nuestro diario ha sido testigo y difusor de hechos concretos como la arrancada del parque Arroyo Lajas, ubicado en el municipio de Cabaiguán, en tanto hace apenas unos días sincronizó, sin dificultad, con el sistema nacional la instalación construida en Tuinucú, segunda de la provincia, con una capacidad también de 21,8 megawatts.
El comentario es válido para otros espacios similares que ya «entraron en provechoso arreglo energético» con el Astro Rey, en diferentes puntos de la geografía nacional, tales como el de Colón, Matanzas; los de Providencia y Antilla 1, en Holguín; el de Boyeros, en la capital cubana, por solo mencionar algunos de los más recientes.
Se dice o se escribe fácilmente, pero no es sencillo el cuidadoso y especializado montaje de esa moderna tecnología, certificado finalmente por especialistas chinos.
En declaraciones a la prensa, el ingeniero Maikel Alfonso, al frente de los trabajos recién concluidos en Tuinucú, explicaba que allí fueron instaladas 1 368 mesas, cada una con 26 paneles.
Eso lleva cálculos, precaución, profesionalidad, previsión, sudor, trabajo, comprobación, seguridad, confianza y, desde luego, una calidad incompatible con chapucerías o descuidos, que a la postre conducen a roturas, paradas, desajustes, inestabilidad, pérdida de tiempo y de (otros) recursos.
Como se conoce, el programa para extender el uso de esa fuente renovable e inagotable de limpia energía prosigue en diferentes partes del archipiélago cubano.
Es obvio que la progresiva suma de nuevos parques fotovoltaicos debe contribuir a ir resolviendo, de forma gradual, necesidades de un servicio que los cubanos siempre tuvimos seguro, y que resulta vital no solo para cada hogar o para la calidad de vida de cada familia, sino también para el funcionamiento de la economía y de todos los procesos que tienen lugar dentro de la nación.
Por ello se impone también un poco de razonamiento, de sensatez y de correspondiente gratitud por parte de los consumidores (tanto del sector residencial como estatal), para evitar la tranquilidad o la impunidad con que algunos derrochan la poca energía eléctrica que, a duras penas, está generando el sistema a escala nacional.
Muy poco se logra si largamos el hígado tratando de «echarle al saco», mientras en su fondo hay un agujero negro por el cual se escapa todo y, al parecer, falta acción para darle cuatro buenas puntadas al problema.


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