ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Son tan modestos y agradecidos (nuestros ancianos) que, donde pudo haber ocurrido una explosión de júbilo, más bien ha aflorado una apacible sonrisa a flor de labios o esa forma tan cotidiana de asentir con la cabeza… y nada más.

No quepa, sin embargo, la menor duda: el aumento que el país acaba de anunciar, tras mesurado y profundo análisis, a favor del ingreso que cada mes han venido percibiendo más de 1 300 000 cubanos por concepto de edad, invalidez o pensión unificada, sigue acentuando, por minuto, su repercusión a escala de sociedad.

Nunca constituyó secreto lo insuficiente que se ha tornado ese tipo de retribución para satisfacer necesidades mínimas en un segmento poblacional como el de la llamada tercera edad, que no solo va en ascenso, sino que también puntea por su vulnerabilidad, sobre todo entre las tenazas que irremediablemente articula esta adversa situación económica.

Con la altura que ha remontado el precio de productos muy sensibles, básicos para la salud, para la alimentación y para la vida humanas (arroz, granos, cárnicos, aceite, viandas, frutas…), sin incluir los de aseo, gastos en transporte o medicamentos que resultan «de vida o muerte» para el necesitado, tal vez los (hasta) 4 000 pesos que a partir de septiembre comenzarán a percibir esos pensionados, no resuelvan aún del todo el problema.

Es incuestionable, sin embargo, que la medida traerá aparejado un alivio para ese segmento poblacional, mayoritariamente muy fiel e incondicional al proyecto social cubano.

Han transcurrido algunas jornadas desde que la noticia trascendió, espacios públicos y hogares. Expresiones, al azar, he escuchado muchísimas. Hasta ahora, ninguna en contra de la mencionada decisión. Dudo que a alguien le parezca mal o que esté en desacuerdo.

La magnitud del justo empeño quizá nadie la conozca como el equipo y los especialistas que, en general, dedicaron horas, días y noches a exprimirse el cerebro –y de hecho las hoy contraídas arcas de la nación– para sacar, como de un sombrero mágico, los 22 000 millones de pesos anuales que este aumento demandará del presupuesto destinado a algo tan sensible y estratégico como la Seguridad Social.

Tal vez muchos ancianos, como Dilmia García (quien laboró 43 intensos años, primero en el sector del comercio y luego en la enseñanza deportiva) no sepan mucho de presupuesto, partidas, fondos… pero la gratitud en su semblante lo resumió todo, esa mañana de julio, cuando al descender del auto que la adelantó hasta el centro de la ciudad avileña, le dijo al chofer: «Gracias por la botella, hijo mío, gracias también por darme esa noticia que hemos estado esperando miles de jubilados… ¡Y gracias, Cuba mía!».

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