Bienaventuranza

Cada 31 de diciembre, a las 12 de la noche, siento que cerré un ciclo, como una página que paso en los tantos capítulos de la vida. Antes de dormir repaso logros, aciertos y desaciertos, pienso en lo que quisiera mejorar en el nuevo episodio de 12 meses.

El 2024 no fue un año fácil. Impuso mayúsculos retos. Siento que fui una corredora de los 110 metros con vallas. Pero crecí, como la margarita que floreció entre los espinos.

Por eso agradezco cada tropiezo que me hizo más grande. Justo en estos meses aprendí a cambiar la queja por el agradecimiento, y a comprender que somos responsables de nuestra vida, que lo que recogemos es lo que sembramos, y que cada decisión tiene una consecuencia. Por eso interioricé que, para mejorar, hay que cambiar las decisiones que tomamos y la forma en la que lo hacemos.

Siento que he madurado, que ya no soy la misma, y está bien.

Para 2025 no solo pido para mí, porque no soy feliz si los míos no lo están.

Deseo tanto que sean 12 meses mejores. Que este sea un año «curita», de sueños cumplidos, de alegrías en el rostro.

Que así sea para mí, para ti y para mi Cuba.  Ese es mi mayor deseo de bienaventuranza.