ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

«Es verdad que somos únicos» –me dice con orgullo de año nuevo, un viejo amigo que ha pasado su vida entera entre volantes, cajas de velocidad, rodamientos y, sobre todo, mucho invento para seguir «remando» siempre hacia adelante.

Yo no sé si seremos únicos, distintos o excepcionales, le contesto, pero puedes estar seguro de que (con los cubanos) no hay miedo ni marcha atrás.

El comentario de Idalberto (así se llama) tiene como inspiración la tranquilidad con que «cuatro tipos» se disputan la corona del dominó en el pequeño portal de una vivienda, música y traguitos de ron incluidos, mientras dos o tres curiosos le dan tremendo «chucho» al autor de una de las peores jugadas que ha registrado la historia de ese entretenimiento.

Pensando en la muy cotidiana escena, acuden a mi memoria varios momentos asociados a este fin e inicio de años en esa tierra que muchos definen como la del Yayabo, pero que, en verdad, más que de los espirituanos, pertenece a toda Cuba.

Si Mero Echemendía, por ejemplo, se pone a pensar en lo extremadamente duro que sobrevino 2024, mal preñado de escaseces materiales, de precios subiendo como la espuma, de Estados Unidos apretando cada vez más la tenaza para asfixiarnos, de insuficiencias nuestras también y, para colmo, de terremotos y de huracanes golpeándonos con todo en Oriente y Occidente…, entonces los trabajadores que él encabeza se hubieran quedado con los deseos de comer cerdo asado y de despedir el año en una gran familia, pocos días antes del 31.

Tampoco Edel Leyva del Sol hubiese convocado para la sombra de su apacible patio a familiares allegados, parientes de los parientes, más de un vecino y hasta alguno de esos «injertos ocasionales», para ofrecerles la hospitalidad de siempre por medio de un machito asado, que tal vez dejó de ser aquel mamífero nacional de años atrás, pero que mucha gente buscó el modo de tener ahora, aunque fuese en calidad de cuadrúpedo municipal.

Y, olvidando pesares que tampoco van a derrumbarnos en este 2025 –por cuya mejoría roguemos y sobre todo trabajemos– volvimos a quemar muñecones de trapo en simbólica incineración del viejo calendario, y hubo fuegos artificiales, y cubos de agua lanzados desde portales y balcones, «pa´ que se vaya al c... to´ lo malo», y brindis el primer día de enero, y el segundo…, y hasta un poco de tristeza porque no todo el mundo pudo hacerlo o disfrutarlo igual.

Enero avanza ya del mismo modo que les recomendó el Comandante en Jefe a quienes echaban piedras para construir el pedraplén de la cayería norte avileña. Sueños y aspiraciones de un año mejor animan hasta a quienes pasaron «súper» el año 2024.

Desde Santiago de Cuba hacia la capital cubana avanza la reedición de aquella histórica caravana que por estos días sacudió al país entero, precisamente tras concluir un año (1958) en el que unos derrocharon dinero, comida, lujos; mientras muchos no pudieron ni estrenarse la camisita nueva, como nos diría mucho tiempo después Silvio, en una de sus canciones.

Seamos realistas. El 2025 puede venir tan «incómodo» como su extinto predecesor. Pero ya lo «acomodaremos» a nuestro contexto para transitar por él lo mejor posible. Y esa no será tarea ni obra de magia de la máxima dirección del país: es lo que, entre todos, metiendo el pecho, debemos y podemos lograr… si nos lo proponemos.

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