Cuando somos jóvenes e impetuosos, puede que no valoremos en toda su dimensión la importancia de la familia. En muchos, ese aprecio se cultiva, va creciendo desde niños; en otros, los avatares de un hogar disfuncional suelen lastrarlo.
La familia somos todos. Hoy, dadas las dificultades que existen con la vivienda, es frecuente que convivan bajo el mismo techo cuatro generaciones; desde los hijos hasta los bisabuelos, y en tal contexto es necesario buscar un consenso para que la convivencia sea todo lo armónica posible.
Mostrarse ajeno a cualquier cuestión que implique a uno, pero que ataña a todos, repercute negativamente en el conjunto.
Si hasta el día de ayer el abuelo se sentía saludable y, de la noche a la mañana se siente mal, y es imperioso trasladarlo al hospital, ¿a quiénes corresponde apoyarlo?
Me he desenvuelto entre el periódico y la atención a la familia, ambos espacios compartidos como centro de inspiración para una vida modesta. Mas, nunca aprecié tanto a la gente de casa como cuando rodearon la cama hospitalaria en la que rebasaba los primeros momentos de una enfermedad cerebrovascular.
Ya son más de tres años en el camino de mi restablecimiento, aunque me excuso ante los lectores por la alusión personal, pero es solo para ilustrar lo que quiero expresar.
La familia –transmitiendo ánimos ante los signos de la depresión, los sueños momentáneamente detenidos, el desinterés, las dudas, la anorexia, la falta de voluntad para cumplir el plan médico o de hacer los ejercicios de recuperación– asumió su insustituible puesto para contribuir, sin requiebros ni tardanzas, rotándose entre ellos el quehacer diario. Cada paso de avance del enfermo era un motivo de satisfacción para todos.
El cuidado familiar que se prodigue a las personas de la tercera edad es una muestra, también, de agradecer y retribuir lo mucho que los mayores ofrecieron de su atención a los jóvenes.
Hemos de tener en cuenta sus opiniones, atender sus necesidades, porque esos abuelos, con su trato de cariño y bondad, crean en quienes disfrutaron de ese privilegio las razones para crecer queriendo al prójimo, para ser mejores personas.


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Arnaldo Musa dijo:
1
15 de marzo de 2024
23:32:53
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