La crisis golpea severamente la economía de un país bloqueado hasta el cansancio. La inflación dispara los precios, encarece los alimentos y otros artículos imprescindibles, llegando a límites no imaginados, y cada jornada supone un reto para las familias cubanas, que han aprendido a sortear obstáculos de todo tipo y salir adelante.
Tal escenario debería suponer la aparición de un componente que es ya endémico en otras latitudes, incluso en países con economías menos dañadas que la nuestra, desarrolladas inclusive, ajenas a medidas de presión y obstáculos tan formidables como una guerra económica declarada por la principal potencia del planeta, el componente a que me refiero es la indigencia, la proliferación de ancianos, mujeres o niños pululando como seres tristes por avenidas y otros espacios públicos, completamente olvidados y casi invisibles.
Puede recorrerse cada ciudad de Cuba, atravesar sus noches de punta a punta, hurgar en los vericuetos de barrios urbanos o rurales, mirar la penumbra de los portales o los bancos de los parques y no encontrar esas postales dolorosas que estremecen y se hacen comunes en tantas partes, donde florece el mercado, pero es árido el sentido de la dignidad humana, esa que defendemos con uñas y dientes, para que nunca nos sorprenda la mirada acusadora de unos ojos infantiles que saben más de miedo que de libros.
Los que aprovechan las carencias para engordar odios y dibujan escenarios de total decadencia, jamás dedicarán una sola palabra para poner en la balanza aquello que nos hace defender nuestro sistema político, imperfecto y perfectible, pero único capaz de hacernos ver como algo normal que todos vayan a una escuela, y como anormal que alguien tenga como único techo los cartones con los que se protege de la intemperie.
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Leandra Borrell dijo:
1
11 de diciembre de 2023
10:26:14
Pabloo Respondió:
18 de diciembre de 2023
16:40:55
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