ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Yendo por el Malecón, y con el sol pintando de rosa la tarde habanera, pasé la vista por los edificios dañados. Uno acaba de caer, como migajas de galletas; como paredes de gofio. Sus añejas rocas se esparcen por la acera, y una pregunta enorme me invadió con sus signos. ¿Cuánto más tenemos que pagar por nuestra voluntad de resistir? ¿Podría ser La Habana mucho más reluciente y espléndida si nos rendimos? ¿Terminarían las tristes postales de la estática milagrosa?

Me respondí: tal vez llegue el dinero para la restauración total y se levanten allí los modernos edificios de McDonald, o la luz de la tarde choque con los lumínicos excelsos de Coca Cola o con las fotos gigantes de algún anuncio de Ford. Pero luego recordé que ya tuvimos una Habana así, glamurosa, pujante de comercios alineados en calles sin baches, esa que ha quedado en las imágenes de la época y que una y otra vez nos muestran como reproche o añoranza.

Ahora, como antes, relucirían sus casinos y una avalancha de mercados Made in U.S.A. subiría por San Lázaro o por el propio Malecón sin escombros, anunciando una prosperidad de oropel. ¿Sería esa la suerte de toda Cuba y de todos los cubanos? ¿Fue esa la suerte de todos, cuando se tomaron aquellas susodichas películas de los años 50? Es un no de Perogrullo la respuesta, porque existe algo que se llama mundo, y dentro de él, un cúmulo de ejemplos que bien se ajustan a ese hipotético futuro.

Brillan las avenidas de Sao Paulo, Ciudad México, Santo Domingo, Tegucigalpa o incluso Manhattan, y a sus espaldas late la pobreza y la desesperanza de millones, sucumbe la vida entre pandillas y traficantes de drogas, madrugan los niños sin escuelas para limpiar los vidrios en las avenidas sin derrumbes, se alistan miles para armar caravanas que irán al Norte, en busca de un sueño ajeno, porque no es posible soñar a la sombra de sus propios y modernos rascacielos.

Los que hablan de una Cuba posrevolucionaria, los que ofrecen una abundancia alternativa que vendría de manos capitalistas, saben muy bien que es una zanahoria envenenada, y esperan con oportunismo lanzar la carnada, aprovechando carencias que en su inmensa mayoría ellos mismos provocan. Muestran las fotos del derrumbe, pero esconden la mandarria incorpórea del bloqueo que golpea, no solo los cimientos de edificios vetustos, sino el corazón de la Isla.

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Victor garcia dijo:

1

27 de octubre de 2023

16:13:50


Viví eso no quiero repetirlo