Hay mucho que barrer bajo la alfombra o disimular tras el telón. El mundo está sucio y los que manejan la escoba saben muy bien qué hacer con la inmundicia que ellos mismos han provocado.
Se amontona la miseria, el hambre, la falta de agua y una destrucción galopante de la naturaleza. El capitalismo mueve la escobilla con destreza, pero hay verdades incómodas que pujan por hacerse visibles y para ocultarlas. Hacen falta las cortinas de humo, porque son varias.
Parafraseando a Zygmunt Bauman, con aquello de que, «mientras los pobres estén entretenidos, los ricos no tienen nada que temer», el asunto es que, en tanto los revolucionarios se entretienen en las escaramuzas del fuego amigo, el humo se hace más denso y solo van quedando al descubierto las culpas propias, en tanto las causas profundas de la crisis descansan a buen recaudo tras la bruma; para, como decía Malcom X, terminar odiando al oprimido y amando al opresor.
Así las cosas, la variedad de cortinas es muy diversa. Las hay de fútbol, que son las más atractivas; están las de algunas ONG «sin ánimos de lucro», que son fabricadas con tejidos en 3D, para que te parezca estar viendo lo que en realidad no existe; luego están las cortinas «humanitarias», que parecen de seda y, en realidad, son de plomo; las de la «libertad de prensa», decoradas por el lado norte de la tela; y las más tenebrosas, las cortinas de los derechos humanos, fabricadas con los humanos que no tienen derechos.
Al otro lado del telón, en la gran mesa del convite millonario, los del poder consumen el planeta colocando sus botas sobre la basura que antes han barrido.
Los necios no atinan a mirar tras las cortinas, los egoístas solo desean una silla propia en esa orgía, los pusilánimes se acostumbran al humo; solo los revolucionarios verdaderos, los altruistas, están en capacidad de dispersar la fumarada y dejar al descubierto el rostro descarnado de la realidad.
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Jorge Miranda dijo:
1
16 de enero de 2023
21:20:17
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