El pez grande se come al chiquito, decían en mi tierra, y muchas veces la frase era seguida de una resignación dolorosa y un gesto de lástima hacia el devorado.
Es cómoda la compasión silenciosa. No se corren riesgos desde ella ni se destapa la ira del poder.
Mucho más arriesgada es la solidaridad con el engullido y demasiado osada la defensa del pequeño. Hay que tener co...raje para encarar al devorador de pueblos y, sin embargo, algunos prefieren la complicidad vergonzosa con el acto abusivo.
Para quienes han aprendido a bajar la cabeza o mirar hacia otro lado cuando la luz molesta, es incómodo el ejemplo de Cuba. Hay mucha dignidad en tan poco espacio y hay decoro, ese que suele espantar las monedas.
Mirándola desde lo alto, el águila, que tanto ha esperado el momento, parece decir: A ella, que está herida.
Los que conciben el mundo como un lamentable altar de las ganancias se duelen por la herejía cubana y, acomodados sobre el lomo de la rapaz, o viendo desde lejos su vuelo amenazante, arriman sus platos para las migajas del posible banquete.
Es cierto que hay mucha desinformación y difamación sobre lo que pasa en Cuba, pero también es real el cinismo y el cálculo frío de aquellos que saben de la infamia y simulan no verla. La verdad no está bien cotizada en los tiempos que corren; en cambio, la mentira ceba fortunas y doblega piernas.
Los que escrutan la realidad cubana a través de un potente telescopio jamás tendrían el valor de enfocar el lente en las entrañas de sus propias sociedades. Las manchas que hay allí son más grandes que ese sol que pretenden vendernos.
Pero ya hemos aprendido, en 60 años, a derrotar los intentos y sanar nuestras heridas. Más de una vez parecía que estábamos solos, que nuestra verdad era invisible; sin embargo, la solidaridad ha derribado los muros, y las mentiras no se han podido sostener sobre sus patas cortas.


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Eugenio dijo:
1
11 de enero de 2023
22:57:14
Mimisma Respondió:
2 de febrero de 2023
12:44:44
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