Nunca como hoy existieron tantos canales de información. Por lógica, la humanidad debería estar viviendo la era de mayor inmediatez y objetividad a la hora de conocer la realidad de lo que ocurre en cualquier parte del mundo; sin embargo, estamos cada vez más ajenos a la verdad.
Mentir es hoy el recurso más usado, y se ha perfeccionado tanto el disfraz de los embustes, que millones de personas creen en lo que se les dice, sin que atinen a escrutar más allá de esa superficie de falacias que, de forma abrumadora, los «acorrala».
Es contradictorio que, junto a un discurso hipócrita, que habla constantemente de libertad de expresión y democracia, se utilicen prácticas mediáticas monopólicas para abordar temas vitales tan graves como una guerra e incluso una pandemia.
De pronto, por obra y gracia del poder financiero y de los principales centros capitalistas de poder político, desaparecen los colores y todo pasa al reducido rango de lo blanco y lo negro, del bueno y el malo, y al estigmatizado las agencias de prensa no lo favorecen.
Confundidos hasta el cansancio, y como el ejército de roedores que seguía al flautista de Hamelin, millones de personas con un aceptable y hasta alto nivel de cultura y conocimiento marchan alineados, gritando la consigna que inteligentemente les fue dictada minuto a minuto, sin tregua ni alternativas.
El gran coro lo mismo repite «Irak tiene armas de destrucción masiva» que «Rusia es un imperio cruel», y hasta que la Tierra es plana o que la COVID-19 se cura con gárgaras».
Ya no importa si vives en la «culta Europa», en Manhattan o en el Tíbet, si no dispones de la voluntad, el sentido de la indagación o el tiempo para detectar las fisuras en el bloque macizo con el cual te tapan la realidad, para que termines como sentenció Malcom x: «Odiando al oprimido y amando al opresor».
COMENTAR
Xiomara dijo:
1
13 de enero de 2023
00:24:07
Responder comentario