ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Él tenía su propio día de otoño: nublado, un sendero sin transeúntes, con árboles despojados de sus hojas y otros aferradas a ellas hasta cambiar el color por el esfuerzo, pinos y cipreses los últimos, indistintos los primeros, pero aun así, creando una maleza que se presentaba difícil de infringir o crearle brechas. Gajos desnudos que armando vallas indicaban el único deambular posible. El viento frío le golpeaba el rostro, haciéndole difícil mantener la capucha sobre la cabeza y, por ello, mantenía una mano sosteniéndole una esquina, mientras la otra se guarecía ansiosa en los bolsillos del impermeable, para no terminar aterida frente a la boca, en busca de un aliento que le devolviera el calor de la vida. A los pocos minutos sustituyó una mano por otra en solidaridad y apuró el andar, apremiado por dejar atrás el día, que sabría que más adelante trataría de rescatar en nostalgias.

Ella tenía su propio día de otoño: soleado, un sendero lleno de gente apresurada en rescatar el calor que se escapaba por esa esquina de la órbita, para regresar seis meses después por el otro lado del camino. Árboles como guaridas de ardillas, aves de verano que no pudieron escapar a otros parajes, y otras nostalgias. Ramas tumbadas en el suelo, víctimas de la misma ventisca que le azotaba la cara para sentirse viva. Así, destapada, abierta, leyéndose en cada hoja de color cambiante, intentaba sostener la saya, la blusa, la pañoleta roja. Y pretendía que el turnar de las manos fuera un juego de escondidos, donde los bolsillos eran el único lugar donde ir a buscarlas, y contar hasta diez, marcaba el ritmo de las alternancias. Apuró el andar, apremiando al contexto a que acabara de descargarle todo su discurso, antes de que desapareciera como una hechicera capaz de desvanecerse en un portal cualquiera, y dejar atónitos a todos los que se hubieran fijado en el percance de la risa, que había quedado sin dueña.

Cuando se hallaron, miraron a la redonda y no vieron a nadie. Eran los primeros habitantes de su universo. Él se presentó –«Adán»–, ella le devolvió el nombre, «Eva». Como en su mundo nada había sido descubierto, contemplaban a la curiosa criatura que más los desconcertaba. Ella le preguntó extrañamente, «¿se puede matar?», a lo que él le dio la respuesta que entonces le pareció lógica: «No sé, en todo caso es difícil, cuando lo apuñalas, por ahí mismo germina».

El tiempo y la experiencia le dieron la razón, pero en ese momento, lo que más le sorprendió fue que ella tenía un sentido violento del amor y no el apacible surgir de algo que no puede fenecer.

Ellos le llamaron Génesis a aquella música y en siete días fueron el universo. Esos fueron los días más bellos sobre la tierra. Nadie conocía otras músicas que vendrían luego, más carroñeras, y cada número evocaba un Abacab de nuevas ilusiones.

Después de la manzana y la serpiente, supieron que todo en algún momento acaba. Después del destierro, y el habitar la Tierra de la Confusión, deambularon milenios preguntando a todos si la habían oído. La gente que nunca la había escuchado y no les entendieron, se inventaron un mito de la creación, y lo mezclaron todo.

A quien no le gusta la oración impersonal que luego de dicha se convierte en un atestado desfile de modas, todos presto a demostrar que les servía la saya.

Todo buscar termina en un segundo hogar en el mar, en esa tierra quieta, donde en tu propia forma especial te das cuenta que habitas de siempre la tierra que otros invasores inmerecidos llamaron la más hermosa que ojos humanos han visto.

Todo indagar termina aquí, juntos frente al mar.

El sol se puso rojo de fiebres / y las aguas burbujearon por la temperatura, / a pesar de los emplastos / y las compresas frías, / murió a los quince minutos. / Observaron en silencio el entierro, / felices de saber que en esta tierra / todo otoño anuncia un nuevo germinar, / de pañuelos rojos.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.