Los que utilizan las dificultades conocidas –causadas por un ciclón, por los apagones derivados de las fallas de las termoeléctricas a las que no se les ha dado mantenimiento por falta de financiamiento, la irracional subida de precios de los productos de primer orden, y otros muchos problemas– para conminar a revueltas violentas que permitan «orientar las antenas rumbo norte» con la imagen del caos que desean para nuestro país, nada tienen que ver con los que, de manera legítima, reclaman ante demoras injustificadas, la inercia de la burocracia o la insensibilidad e, incluso, por la falta de información oportuna en medio de una coyuntura que puede generar desesperación.
Los provocadores de los que hablo son harto conocidos, serviles soñadores de la fauna anticubana que, amparada en la impunidad de la distancia y la tecnología, dicta y paga por sembrar en Cuba ingobernabilidad y violencia, a costa de las carencias que ella misma se alegra de exacerbar.
Entre los que «mandan» hay incluso energúmenos nostálgicos que hasta hablan de armas y de preparación militar para cuando llegue la «hora». Otros ya se han repartido puestos para cuando «caiga» el Gobierno, mientras se anuncian como parte del coro que tiene secuestrada la política de la Casa Blanca hacia la Isla.
Acá, en nuestro archipiélago, al que le faltan recursos económicos y financieros, pero que tiene coraje, dignidad, un Gobierno estable, preparación militar y armas, leyes consultadas con el pueblo y refrendadas por este; nunca se cederá ante los mafiosos de Miami ni ante vagos tarifados dados a convertirse en mercenarios, toda vez que aceptan pagos extranjeros para atentar contra su propio pueblo.
Cierto es que tenemos dificultades que dependen de nosotros, y sobre las cuales la crítica es un acto sanador, así como el aceptar sugerencias y hasta colaboración de otros –no importa cómo piensen– en la búsqueda de construir una sociedad mejor.
Para vagos y provocadores también nos sobran los consejos. Para los primeros: que aquí hay trabajo para todos; y a los segundos, que además de trabajo hay leyes que nos incluyen a todos, y que, cuando son violadas, tienes sanciones en correspondencia.
En la Gaceta Oficial se explican bien, a fin de que ganen tiempo cuando deban responder por sus actuaciones ilegales, como atentar contra el orden público, afectar la tranquilidad ciudadana. Por supuesto, ya se ha dicho con claridad, su aplicación se corresponde con la gravedad de los hechos, siempre con todas las garantías procesales, pero con la severidad requerida, más cuando se actúa al servicio de una potencia extranjera.
Entre tanto, el carro de la Revolución continúa por el camino trazado. Los destrozos de un ciclón nos obligan a replantearnos planes y estrategias, un bache del que se sale solo trabajando y en unidad.
En ese carro va, sin rendirse, la mayoría de nuestro pueblo, que incluye a los maestros que han formado generaciones de cubanos; a los médicos que nos cuidan cada día y ofrecen solidaridad a otros, a los eléctricos que trabajan sin desmayo para reparar las calderas de nuestras plantas eléctricas y los circuitos derribados por la furia de un huracán, a nuestros científicos, deportistas, artistas, intelectuales, estudiantes, obreros de todos los sectores…
En Cuba, unidos, saldremos una vez más de las circunstancias adversas, y continuaremos perfeccionando este proyecto que siempre será de todos y para todos.
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